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El aislamiento que roba la esperanza

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El aislamiento que roba la esperanza

04 Octubre 2016
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"Dime amigo: ¿La vida es triste o soy triste yo?"

Amado Nervo

 

La experiencia depresiva.

Todas las personas en algún momento de nuestra vida hemos experimentado tristeza o desanimo, pero al tener nuevas experiencias dichos sentimientos desaparecen para dar paso a nuevas experiencias emocionales. No obstante, en un estado depresivo la persona realiza cambios que permanecen y que la mantienen en una condición disminuida que afecta su calidad de vida creando así una experiencia dolorosa.

La depresión es una condición  que lamentablemente cada día afecta a más personas alrededor del mundo y gran parte de las personas que viven esta experiencia no reciben tratamiento debido al desconocimiento que hay con respecto al cuadro sintomático. Cabe mencionar que la experiencia depresiva tiene múltiples manifestaciones pero en esta ocasión hablaremos de la Depresión mayor y la distimia que son  dos de las condiciones que he visto con mayor frecuencia en mi practica clínica.

Cuando hablamos del trastorno depresivo mayor nos referimos a una condición que de acuerdo con el DSMIV-TR cuenta con las siguientes características:

  1. estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable
  2. disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás)
  3. pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables
  4. insomnio o hipersomnia casi cada día
  5. agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido)
  6. fatiga o pérdida de energía casi cada día
  7. sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo)
  8. disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena)
  9. pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse

 

Cuando hablamos de Distimia nos referimos a una condición que de acuerdo con el DSMIV-TR cuenta con las siguientes características:

A. Estado de ánimo crónicamente depresivo la mayor parte del día de la mayoría de los días, manifestado por el sujeto u observado por los demás, durante al menos 2 años.

B. Presencia, mientras está deprimido, de dos (o más) de los siguientes síntomas:

  1. pérdida o aumento de apetito
  2. insomnio o hipersomnia
  3. falta de energía o fatiga
  4. baja autoestima
  5. dificultades para concentrarse o para tomar decisiones
  6. sentimientos de desesperanza

 

Configuración de la experiencia depresiva. 

"La experiencia se da en la frontera entre el organismo y su entorno, principalmente en la superficie de la piel y en los demás órganos de respuesta sensorial y motora. La experiencia es la función de esta frontera y lo que psicológicamente es real son las configuraciones "totales" de este funcionamiento, algún significado al que se llega, alguna acción que se completa." (Perls et al. 1951, p. 277).

El estado de depresión es una experiencia donde la persona limita sus configuraciones relacionales y opta por un aislamiento permanente como medida para evitar los riegos emocionales que pueden surgir del contacto con el entorno. La depresión no solo es un estancamiento emocional y existencial sino también motor y energético. 

Cuando la persona experimenta un estado de depresión mantiene una serie de síntomas generales que se caracterizan por la pérdida de motivación en sus actividades cotidianas, falta de energía, perdida de la libido, un estado de desanimo, irritabilidad, aislamiento y desesperanza. Dentro del enfoque Gestalt  durante mucho tiempo se ha considerado al estado depresivo como proceso de frontera rigidizado en la retroflexión, es decir, la persona no expresa la energía hacia afuera y la vuelva hacia sí misma cuestión que le produce una descompensación energética hasta el punto de desgastarla y producirle un estado de desanimo permanente.

No obstante, en la psicoterapia Gestalt contemporánea se considera que la persona con estados depresivos mantienen una compleja dinámica de procesos de frontera que han quedado estereotipados generando estados de frontera de  aislamiento o en ocasiones de confluencia. Retomando la propuesta de Swanson la compresión de las experiencias emocionales no puede ser lineal ni determinista, sino que responde a un campo relacional donde entren en juego múltiples condiciones que interactúan de manera compleja hasta configurar en una pauta disfuncional.

Los seres humanos nos encontramos en un continuo proceso de cambio y transformación, para lograr desarrollarnos es necesario establecer contacto con el entorno de nuestro campo. Es importante mencionar que las experiencias de campo en la interacción organismo-entorno son singulares y que cuentan con ciertas particularidades. Sin embargo cuando existen procesos de frontera que limitan el contacto la experiencia emocional se vuelve rígida y poco nutricia.

El campo que se configura en la interacción organismo-entorno está caracterizado por los procesos de frontera que están presentes en el organismo en el momento de la interacción. El mantenimiento estereotipado de procesos de frontera como la retroflexión, la introyección, proflexión, etc. Dan lugar a la generación de un estado de frontera que generalmente en el estado depresivo es de aislamiento. Cabe mencionar que también el estado de confluencia puede derivar en estados depresivos, sin embargo son más comunes dentro de los estados de aislamiento.

En la experiencia depresiva  el organismo se encuentra disminuido energéticamente y  mantiene un visión negativa o amenazante del entorno como resultado de este escenario el organismo busca la manera de evitar el contacto con su entorno como una forma de preservar su seguridad, ante esta dificultad el organismo se agazapa en sí mismo y de aísla del entorno.

De acuerdo con Swanson el aislamiento es patológico cuando:

La separación rígida con el entorno provoca el aislamiento. El aislamiento está caracterizado por un repliegue crónico, una ausencia de conexión con el entorno. La frontera-contacto está cerrada de manera rígida y es impermeable, como una pared. Esta impermeabilidad bloquea la asimilación de un alimento adecuado abastecido por el entorno. Cuando las personas están atascadas en el aislamiento, son “fóbicas a la confluencia”, tienen miedo de ser engullidas o de ser poseídas por los otros, incluso aunque deseen la intimidad. Los estilos que están asociados a esto, pueden engendrar la rebelión, el conflicto, las luchas de poder, una agresividad pasiva, un arreglo de las cosas para ganar o perder y un repliegue como estrategias de evitación. ( Swanson, 1988)

De acuerdo con  lo anterior podemos clarificar a la experiencia depresiva como un estado de desconfianza en un entorno que se considera amenazante pero sobretodo como  la incapacidad de autorregulación del organismo ante la experiencia de campo que se produce en la frontera de interacción organismo-entorno. Por lo tanto la persona se acoraza a pesar del dolor que experimenta y no permite que alguien nadie del entorno se aproxime por miedo a ser sometida a partir de la propia desconfianza y sensación de incapacidad.

La depresión es una pauta neurótica que condena a la persona a sufrir por la soledad y la desesperanza. A pesar de la vulnerabilidad que experimenta la persona no es capaz de pedir ayuda o de flexibilizar sus fronteras de contacto.  La persona vive atrapada por la desconfianza de un entorno aparentemente amenazante y de su poca capacidad defensiva ante cualquier riesgo que pueda surgir en el proceso de contacto.

La persona que sufre la experiencia depresiva no confía en su capacidad de autorregulación ni tampoco es capaz de pedir ayuda al entorno, por eso, en ocasiones la opciones que aparece en su experiencia es la de no existir (el suicidio). La frustración existencial de no poder ser en el mundo ni confiar en estar en el mundo llevan a la persona a la idea de morir.

La persona que mantiene un estado depresivo necesita establecer contacto con el entorno, porque al relacionarse con otras personas es capaz de confirmarse como persona en la relación. Además al lograr establecer contacto con el entorno la emoción de tristeza lograra actualizarse en la experiencia de campo o bien reestructurar el pensamiento fatalista para dar paso a una nueva experiencia relacional que produzca una nueva Gestalt. 

En su función natural la tristeza nos permite alejarnos de los demás para reflexionar y fortalecernos, paradójicamente la depresión hace que ese distanciamiento se convierta en un estado de aislamiento permanente que nos lleva a reflexionar en demasía hasta que terminamos desgastados y asustados de vivir. Ese miedo se construyo en el aislamiento a partir de asuntos inconclusos y experiencias obsoletas, por  eso la psicoterapia Gestalt apuesta por la esperanza del nosotros como respuesta al cautiverio de la incapacidad personal.

 

Abordaje de la psicoterapia Gestalt en la experiencia depresiva. 

El objetivos de estas disciplinas no solo es ofrecer explicaciones de la conducta, sino ayudarnos a llegar al autoconocimiento, a la satisfacción y el autoapoyo. ( Perls 1976 p. 2)

La experiencia depresiva puede ser un ajuste creativo de la persona para equilibrar las tensiones en las frontera de contacto entre el organismo y el entorno. Dentro del proceso psicoterapéutico se promueve que la persona atienda a sus polaridades disminuidas creando nuevas opciones relacionales y superando limitaciones ambientales y restricciones autoimpuestas por temor. La relación terapéutica es una continua oportunidad de construir nuevas posibilidades y de arriesgarse en la experiencia presente con los recursos disponibles en el campo, buscando mantener el equilibro y satisfacción del organismo en el aquí y ahora. 

Dentro del proceso psicoterapéutico es necesario co-crear un campo donde la persona se sienta en un entorno seguro donde  aprenda a confiar y exponerse a pesar del miedo que tiene por su perspectiva de incapacidad relacional. El psicoterapeuta es una persona que está dispuesta a contemplar y conectarse con la vulnerabilidad del otro, de una forma compasiva y aceptante como confirmación de la experiencia del otro y de su propia vivencia de estar para el otro. En esta relación de sensibilidad y conexión ambos crean una experiencia de gozo que ayuda a restablecer la capacidad homeostática de la persona con depresión y ajustar su desequilibrio cognitivo.

Tal como lo propone Lévinas desde su visión filosófica el terapeuta necesita enfocarse en el rostro como una postura existencial para la construcción de una relación segura donde la presencia del otro configure una relación de ayuda y su confirmación a través del proceso intercorporal y dialogal. Es en ese instante cuando la persona recupera su capacidad de relación y su energía vital para superar el miedo al entorno.

De acuerdo con Sarrió (2014) la “Terapia Gestalt, contemplo la experiencia depresiva como un ajuste creador, es decir, la respuesta más apropiada que la persona puede dar en un momento dado y unas circunstancias concretas de acuerdo con sus capacidades.

Y claro que la experiencia depresiva cumple una función en la vida de la persona, sin embargo es necesario confiar en la autorregulación organísmica propia de las relaciones organismo-entorno.  

Cuando la persona es confirmada  a través de una relación de “nosotros” es cuando puede ponerse en contacto y recobrar la energía suficiente para cerrar los asuntos inconclusos y responder de manera congruente a las experiencias que emergen de la situación terapéutica.

Al establecer contacto con la figura emergente la experiencia emocional se actualiza y la persona se energiza de tal manera que puede realizar acciones que sean congruentes a la experiencia emocional y a las necesidades emergentes de dicha experiencia. La persona en ese momento realiza una ajuste creativo que le permite trascender al estado depresivo para dar paso a nueva experiencia de contacto emocional y transformar el miedo en coraje para estar en el mundo con una postura renovada y esperanzadora.

La depresión es no solo cuestión de descarga emocional de tipo expresiva, sino una re-configuración del self a través de la confirmación del otro por medio de su presencia y mirada compasiva. La construcción del campo con un entorno seguro invita a la transformación por medio de la creación de un instante maravilloso donde se conforma un nosotros que libera, vivifica, transforma y sana. La depresión es una experiencia de aislamiento y desconfianza arraigada en experiencias obsoletas, asuntos inconclusos e introyectos negativos, contra eso tan solo existe el ser en relación y en la sensibilidad cara a cara de un rosto compasivo y aceptante.  

La seguridad emocional adquirida permite a la persona mantener un proceso dinámico de apoyo-autoapoyo que permite al organismo crear posibilidades y acciones congruentes con la necesidad surgida de la experiencia presente. La persona logra una armoniosa danza entre la figura-fondo, el contacto-retirada, la conciencia organismica- ajuste creativo, pero sobretodo se permite ser una persona de carne y hueso con un corazón latiendo al rito de la vida. 

 

Bibliografía

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