Una visión íntima de la neurosis obsesiva
Los objetivos de este artículo son:
- Describir el pensamiento obsesivo tal como es experienciado por el paciente.
- Relacionar el contenido del pensamiento obsesivo con la naturaleza y la gravedad de la enfermedad.
- Describir una terapia con Laura Perls.
- Mostrar las etapas de la curación de la neurosis obsesiva.
Los síntomas clásicos.
La neurosis obsesiva se encuentra en la existencia del paciente preocupado con pensamientos en los que no está, de hecho, interesado … Tienen un contenido de lo más espantoso, que lo empuja, por ejemplo, a cometer delitos graves, de modo que no los rechaza como extraños a sí mismo sino que huye de ellos con horror. Freud.
Cuando vine a ver por primera vez a Laura, solía caminar por las calles pensando en estrangular a las mujeres que había visto o agarrar los penes de los hombres. No sé cuantas veces podía tener esos pensamientos, seguramente centenares de veces al día. Esos pensamientos a veces me aterrorizaban. Estaba aterrorizado ante la idea de llevarlos al acto. Sin embargo sabía que no quería. No tenía ningún control sobre esos pensamientos, no tenía ninguna idea de dónde podían venir, ni por qué no podía librarme de ellos.
Las descripciones clásicas de la neurosis obsesiva contienen muchas presentaciones idénticas. El caso clásico de la neurosis obsesiva es " El Hombre de las Ratas" de Freud. Tenía la costumbre de pensar que derramaba un montón de ratas sobre las nalgas de una persona (las de su padre o las de su novia), lo que permitia a las ratas atacar sus cuerpos. Era oficial en el ejército y un hombre culto, encontraba sus pensamientos repugnantes y nunca podía detenerlos ni comprender lo que sucedía.
El Hombre de las Ratas y yo mismo eramos casos típicos y clásicos por el hecho de que repetíamos sin fin pensamientos bizarros que nos asustaban y nos parecían ajenos a nuestros verdaderos deseos. La neurosis obsesiva es una enfermedad muy frecuente, pero tales síntomas bizarros son raros. Uno de los objetivos de este artículo es mostrar que ese tipo de síntoma llamativo así como el estilo no emocional de la obsesión típica tienen importantes elementos en común.
Todo componente obsesivo, que sea llamativo o prosaico, tiene el mismo objeto: protegerse de pensamientos y de sentimientos inoportunos. Era lo que yo hacía, tópicamente repitiendo ciertas palabras que sustraían mi atención de lo que me molestaba. Puedo ilustrar la simplicidad del mecanismo y mostrar también los pensamientos y los sentimientos que bloqueo tomando nota de las condiciones en las cuales empleo los pensamientos obsesivos. Voy a posponer el debate sobre los pensamientos obsesivos específicos empleados ya que es todavía más complicado.
He cogido notas sobre cuando entré en una actividad obsesiva durante una cena, la noche pasada. He aquí lo que sucedió.
Pensamientos obsesivos durante la cena: la simplicidad del mecanismo obsesivo
Jane y yo entramos en el restaurante y nos sentamos. Algunos instantes más tarde, se sentaron en la mesa vecina unos hombres alborotadores. Surgieron los pensamientos obsesivos, despertando mis miedos y mis preocupaciones sobre cómo relacionarme correctamente con hombres ruidosos. Algunos minutos más tarde, unos estudiantes ligeramente ruidosos se instalaron algunas mesas más lejos y comenzaron a hablar alto. Los estudiantes parecían muy amables, pero una señora rica les pide que se tranquilicen y se ponen inmediatamente a cuchichear en voz baja. De nuevo, volvía a tener pensamientos obsesivos en la cabeza. Me identificaba con esos jóvenes y me sentía también reprimido. Los pensamientos obsesivos detenían mi miedo y mi cólera. Algunos minutos más tarde, el camarero me preguntó si yo quería espaguetis con la carne. Los pensamientos obsesivos provocaron el bloqueo de mi cólera y de mi resentimiento y decidí no tomar los espaguetis que deseaba porque me sentía harto. El camarero preguntó a Jane si deseaba café al final de la cena. Venían frases obsesivas familiares a cabeza bloqueando todos mis sentimientos. No quería café ni postre y no quería esperar a Jane. Quería solamente pagar y marcharme. Pero esos pensamientos eran inaceptables, porque Jane tenía derecho a un café. Lo que sucedió es que bloqueé mi cólera, no le dije nada a Jane y en su lugar, utilicé pensamientos obsesivos.
Los procesos obsesivos son particularmente simples, pero funcionan a la perfección. Todo lo que experimento, concienzudamente, son pensamientos obsesivos, nunca ninguna emoción subyacente. Además, el proceso es tan rápido, tan automático y está tan fuera del control de mi conciencia, que antes de mi terapia no experimentaba mis sentimientos escondidos. Si me parecía al Hombre de las Ratas era en que él no había nada que pudiera hacer para dejar de tener pensamientos obsesivos y probablemente tenía una idea bastante pequeña de lo que había por debajo.
El contenido de los pensamientos obsesivos.
Hasta aquí me he descrito, por un lado, como iniciando mi terapia asediado por pensamientos terroríficos y, por otro, como defensivo y vigilante mediante pensamientos obsesivos contra toda emoción desagradable. Antes de intentar resolver esta contradicción aparente, necesito hablar de los pensamientos obsesivos específicos que empleo, es decir, del contenido de mis pensamientos obsesivos.
Las historias de casos de pacientes obsesivos ponen a menudo el acento sobre un pensamiento obsesivo particular, como era, para el paciente de Freud, el pensamiento de ratas sobre las nalgas, pero un enfoque tan restringido ofrece una imagen limitada y, en consecuencia, imprecisa. Yo utilizo una gran variedad de pensamientos obsesivos que he agrupado en tres categorías, los severos, los moderados y los leves. Cada pensamiento obsesivo así catalogado ha sido utilizado cientos de veces.
Los severos:
- Estrangular a las mujeres
- Agarrar la verga y los cojones a los hombres
- Chupar las vergas de los hombres
- Cortar mi globo ocular con una hoja de afeitar
- Cortar mis muñecas con una hoja de afeitar
Los moderados:
- Encontrar los anagramas de una palabra (ej: sap, pas, asp, spa)
- Decirme mentalmente: "anuncio siete de picas"
- Decirme mentalmente: "tres de picas - seis de picas" o "tres de picas - siete de picas"
- Dividir los objetos de la habitación en grupos de cinco
- Decir mentalmente: Arnold, Ellen, Frank (personas que conozco)
- Mentalmente, decir Turim versus Turiansky (personas que conozco)
Los leves:
-
Analizar mentalmente un reparto de bridge
-
Fantasías eróticas
-
Inversiones financieras
-
Muchas otras
Diversidad de la experiencia obsesiva
La experiencia obsesiva no es la misma de una vez a otra. Puede ser horrorosa o simplemente neutra. La experiencia es bastante diferente según esté asociada a contenidos severos, moderados o leves. En el próximo párrafo intentaré mostrar la experiencia asociada a pensamientos con diferentes contenidos y mostrar cómo esto va unido a los sentimientos específicos bloqueados, a la severidad de la enfermedad y a muchos otros parámetros.
La formulación siguiente es nueva y derivada principalmente de mi propia experiencia. Las historias de casos publicados no me permiten confirmar las generalizaciones adoptadas aquí, porque no dan este tipo de información sobre la experiencia inmediata de los pacientes. Aunque lo que es cierto para mí pueda ser diferente en ciertos aspectos para otros obsesivos, pienso que la mayoría de los elementos de esta formulación son bastante generales.
Pensamientos obsesivos severos, moderados, leves.
Lo que he llamado pensamientos obsesivos severos son producciones de pensamientos bizarros contenidos típicamente en las discusiones clásicas sobre pacientes severamente obsesivos. A pesar de esto, esos pensamientos son solamente la parte emergente del iceberg; representan solamente una ínfima parte de la mayoría de las producciones de los neuróticos obsesivos.
Los pensamientos obsesivos moderados y leves son los verdaderos caballos de batalla de los pensamientos obsesivos. Tal y como lo entiendo yo (a partir de Laura, de textos, y a partir de mi propia historia), mi primera utilización de pensamientos obsesivos había sido leve. Poco a poco, según me volvía más neurótico, cambié incluyendo pensamientos moderados en mi repertorio, y de vez en cuando incluía también pensamientos obsesivos severos.
Al principio, cuando la neurosis es leve, el contenido de los pensamientos obsesivos es relativamente neutro, como encontrar los anagramas de una palabra usual. A medida que la neurosis progresa, el material obsesivo resultante contiene cada vez más material emocional reprimido. Los pensamientos obsesivos moderados y leves no revelan tanto sobre mis problemas neuróticos específicos como lo hacen los pensamientos severos. Del hecho de que mis pensamientos obsesivos severos comprendan estrangular a las mujeres y agarrar a los hombres, podéis inferir correctamente que había rechazado de manera drástica sentimientos sexuales y sentimientos de cólera.
La teoría clínica ofrece una explicación de esta infiltración gradual del contenido en la defensa obsesiva. Los pensamientos obsesivos representan una formación de compromiso como cualquier otro síntoma neurótico. A medida que la neurosis se vuelve más severa, el síntoma, es decir, el pensamiento obsesivo, se difunde cada vez más hacia el material reprimido. Eventualmente, el nuevo punto de equilibrio contiene elementos reveladores del material bloqueado. Según Théodore Reik, la misma dinámica se observa en los actos compulsivos. Al principio, un acto neutro puede detener con éxito la angustia; pero si la neurosis progresa, el comportamiento observado puede contener "la revelación de la misma cosa que se trata muy cuidadosamente de esconder". Cita una mujer que bloqueaba siempre pensamientos relativos a la masturbación secándose repetitivamente sus manos a una servilleta. Algo similar sobreviene quizás en la psicosis evocada en "Nunca te he prometido un jardín de rosas"(1), donde la narradora se retira en el mundo auto-creado de Yr para escapar del dolor. Al principio, encuentra los diálogos con los dioses de Yr reconfortantes, pero más tarde le aterran. Las dinámicas similares implicadas en sus defensas y en las mías, si las hay, tienen que ver con que las afirmaciones posteriores (aterrorizantes) contenían elementos de afecto reprimido, mientras que el diálogo inicial con Yr era más neutro. Presumo que ha bloqueado su miedo y su cólera porque, en cierto momento, cita un diálogo terrorífico en el cual un dios Yr dice: "Acuérdate de mi, acuérdate de mi cuando estés furiosa, témeme cuando estés furiosa..."
Un pensamiento para cada ocasión.
Utilizo pensamientos obsesivos diferentes cada día, algunos severos, algunos moderados, otros leves. De hecho, tengo una vasta panoplia en la cual escojo a cada momento lo que necesito para parar los sentimientos inaceptables. La elección no se hace al azar, sino que se basa más bien en lo que pasa. Utilizo diferentes pensamientos obsesivos para protegerme contra diferentes sentimientos. Ese proceso es ejecutado enteramente sin ninguna toma de conciencia de manera que no tengo más que una comprensión limitada de la relación que hay entre los sentimientos bloqueados y el contenido, pero sé que hay una relación obligatoria.
Los determinantes situacionales del contenido del pensamiento obsesivo son bastante marcados. La frase obsesiva: "Anuncio siete de picas" surge sobre todo en el momento de orinar. La idea de estrangular sobreviene solamente en presencia de una mujer; la de agarrar, solamente en presencia de un hombre. El pensamiento obsesivo de cortarme las venas habitualmente recubre pensamientos condenables; no empleo casi nunca este pensamiento para detener cosas que veo o que oigo en el mundo. (Ya no utilizo casi nunca este pensamiento de cortarme las venas, quizás porque mi sentimiento de despreciarme a mí mismo actualmente ha disminuido mucho). No sé cuán específicos son los pensamientos obsesivos en cuanto a los sentimientos bloqueados porque todavía estoy aprendiendo lo que siento y cuándo. Ciertas situaciones siguen siendo bastante oscuras. La mayor parte del tiempo, el "obsesionarme" sobreviene durante la micción, así como la defecación y justo después de comer. Mi repugnancia a experimentar esos sentimientos, incluso después de una larga terapia, sugiere la posibilidad de que la neurosis obsesiva aparece muy temprano en la vida.
Hasta aquí he hecho una larga lista de pensamientos obsesivos utilizados, he anotado cuales son específicos de los impulsos bloqueados y he descrito el paso de los moderados a los severos a medida que me volvía más neurótico. Me gustaría completar esta serie de actividades de pensamientos obsesivos dando un cierto sentido a lo que parece ser obsesivo.
La experiencia de los pensamientos obsesivos severos
Lo más duro es esto. Camino por una habitación detrás de esta mujer a la que apenas conozco. Bruscamente llego al pensamiento de estrangularla. Perlas de sudor fluyen por mi espalda, mi frente está mojada y pienso desesperadamente: no quiero hacerlo, ¿o sí? Dios mío, espero no desearlo. ¿Qué viene después? ¿Qué pasa? Después el pensamiento desaparece. Hago ciertos comentarios cotidianos muy tranquilos y la persona con quien estoy queda casi siempre inconsciente de lo que ocurre. La totalidad del tiempo que paso con estos pensamientos obsesivos severos es de 3 a 4 segundos.
La mayor parte del tiempo, los pensamientos obsesivos severos no son tan inquietantes. Durante el curso de un paseo de unos quince minutos, puedo tener 10 pensamientos de estrangular a una u otra mujer que veo por la calle pero me siento muy poco turbado por estos pensamientos porque en la calle me siento seguro, pues alguien podría pararme si sucumbiera a este pensamiento terrorífico.
Los pensamientos obsesivos severos tienen esto en común:
- Me aterrorizan;
- No vienen de ninguna parte; lo que significa que no tengo ninguna idea de cómo empiezan;
- El contenido es extraño al ego; los pensamiento no me parecen ser mis pensamientos;
- Contienen generalmente un componente agresivo;
- No son más que una media docena de mi repertorio;
- Me avergüenzo de ellos y no deseo hablar de esos malos pensamientos.
Actividad obsesiva ligera
La actividad obsesiva ligera, llamada típicamente ensueño diurno o deriva, es también un mecanismo de defensa obsesivo pero es tan aceptable socialmente que no tengo vergüenza de ello y no me compromete ni me distancia de mis amigos. Sucede que Fred habla y a mí no me interesa, entonces empiezo a pensar en otra cosa. Desvío mi desinterés culpable y mi irritación hacia alguna otra cosa. Algunas veces me vuelvo hacia pensamientos obsesivos ligeros y recurrentes como hacer anagramas o analizar una mano de bridge, y otras veces pienso en problemas de trabajo o simplemente en nada.
Aunque los pensamientos obsesivos ligeros funcionan de la misma manera que los pensamientos severos, tienen un carácter diferente. No hay una urgencia y con esto se ve fácilmente que es una actividad bajo control. Encuentro fácil decir: "Me aburría tanto que me he dejado llevar por ensueños". Encuentro esto otro más duro de decir: "No quería hacer frente a mi cólera o a mis sentimientos sexuales, entonces me abandoné a pensar en cosas groseras". Los pensamientos obsesivos severos sobrevienen tan rápidamente y tan automáticamente que yo no me veo iniciar el proceso. El elemento voluntario, la sensación de que "lo estoy haciendo", aparece solo en el caso de la actividad obsesiva ligera.
El cuadro subyacente compara la actividad obsesiva ligera, moderada y severa.
ACTIVIDAD OBSESIVA
Ligera | Moderada | Severa | |
---|---|---|---|
1º ¿Se siente como algo voluntario? |
Sí y bajo control | No | No |
2º Diversidad y carácter de los pensamientos |
Larguísima serie de pensamientos sobre situaciones vitales reales |
Una docena de pensamientos neutros |
Poco más de media docena de pensamientos extraños |
3º Bloqueo de las emociones |
Por aburrimiento | Toda una serie de sentimientos |
El miedo o la cólera; a veces el sexo, nunca el aburrimiento |
4º Función de la actividad |
Defensiva | Idem | Idem |
5º Impacto emocional | No afectado por ellos | Raramente molestos |
En ocasiones aterradores |
6º Voluntad de discutir | Está bien hablar de ello | No es demasiado duro hablar de ello | Secreto y vergonzante |
Puede parecer académico o incluso pretencioso clasificar la actividad leve del ensueño bajo la rúbrica de actividad obsesiva. Además, los sueños parecen tener un carácter no obsesivo, ya que puedo soñar despierto sobre cualquier cosa, mientras que los pensamientos obsesivos son habitualmente contemplados como restrictivos y recurrentes. Sin embargo, estoy seguro que para mí el ensueño funciona como una actividad obsesiva. Verdaderamente, tengo la suerte de poder ver que la actividad obsesiva leve tiene una función defensiva para mí. Sin duda algunas personas ligeramente obsesivas consideran esta actividad como egosintónica y no se dan cuenta de que bloquean el acceso a sus emociones subyacentes.
Así, pues, he descrito los síntomas obsesivos. Los mismos descubrimientos podrían hacerse para un paciente que tenga un estilo predominantemente compulsivo. Aunque las descripciones clásicas se centran en un hecho destacable, yo esperaría encontrar un amplio espectro de conductas compulsivas, algunas de las cuales pudieran clasificarse en leves, otras en moderados y otras, finalmente, en severas. Esperaría actos leves, moderados o severos que bloquean diferentes emociones, y que serían en gran medida desconocidos para la persona. Sería necesaria una gran variedad de actos leves y muy pocos actos severos. Los actos severos serían ejecutados con terror y contendrían elementos de la emoción reprimida.
Antes de comenzar una discusión acerca de la terapia, me gustaría describir otro tipo de síntoma que me ha hecho sufrir por un tiempo. Extrañamente, no presté atención a este síntoma antes de comenzar la terapia.
"No ver".
He sabido siempre que no tenía buena vista para la combinación de colores, que no me fijaba en lo que la gente llevaba y tenía poca memoria para las caras de la gente. "¿Quién se fija?" había sido mi actitud antes de la terapia. Sin embargo, poco tiempo después de empezar a ver a Laura, me di cuenta de que si bien parecía mirar el mundo de manera apropiada, no registraba, generalmente, lo que veía. Mi vista es perfecta. Puedo enfocar una cara, ver la ceja izquierda y describirla perfectamente detallada, ver los ojos y anotar su color y, sin embargo, jamás conseguía poner todo esto junto y ver una cara. Terminaba por no recordar nada de lo que había mirado. No podía decir si mis amigos más próximos tenían el pelo largo o corto, no podía decir si llevaban gafas o si fumaban y menos todavía decir el color de sus ojos o los pequeños detalles de su apariencia facial. Encontraba que mis sobrinas adolescentes podían observar y retener más mundo echando una ojeada simple durante un momento que yo después de un esfuerzo largo, constante y determinado.
Una vez comprendí que no miraba, que no podía ver el mundo que me rodeaba ni retener una impresión visual duradera, el deseo de recuperar un contacto visual se volvió, claramente, sobre cualquier otra cosa, un objetivo de la terapia, tal y como lo había puesto de manifiesto el síntoma. Podría hablar de a qué se parece ese "no ver", de cómo intenté en un principio reactivar la visión, etc.; pero ya que este artículo trata sobre todo sobre el pensamiento obsesivo, quiero restringir el tema de la visión reducida a mis motivaciones para no ver. Creo que una comprensión de estas motivaciones ayudará a explicar no solamente por qué persistía en no ver, sino también por qué me engancho en el pensamiento obsesivo.
Razones para "no ver a Laura"
Hay buenas razones para no ver a las personas; quiero decir que una persona puede tener buenas motivaciones para llevar a cabo un comportamiento aparentemente normal de mirar, mientras que realmente registra muy poco de lo que ve. Descubrí que dejando de mirar puedo evitar la cólera, el miedo, la atracción sexual, los celos y también muchos otros sentimientos prohibidos. En los años anteriores a la terapia, cuando había un gran número de sentimientos que quería evitar, encontraba conveniente poner una barrera al mundo, ampliando la gama de material que no veía.
Laura decía: "Mírame. ¿Qué ves?" Después de escuchar mi descripción, Laura me señalaba que no había dicho nada de sus caderas. Cuando Laura me pedía hacerlo, podía describir detalles de sus caderas de manera bastante detallada, pero no podía o no quería ver sus caderas como parte integrante de su cuerpo. Después de varias discusiones, le confesaba que yo pensaba que sus caderas eran demasiado anchas. (Laura me dice que estaban bien para tener niños; su comentario no es pertinente respecto a lo que estamos hablando aquí, pero sí es típico de lo que ella podía decir en una sesión.) Finalmente me di cuenta de que prefería no ver en absoluto sus caderas, antes que ver que eran anchas. No podía verla con caderas anchas porque:
- Sentía que las caderas estrechas eran más bellas;
- Laura era mi terapeuta y debía amarla;
- Si la amaba, debía verla perfecta;
- Si no podía ver sus caderas como perfectas, no podía verlas en absoluto.
Comencé a ver un poco mejor las caderas de Laura durante esta sesión. Tan solo un poquito mejor. Necesitaba aprender mucho más antes de poder comenzar a ver mejor a Laura.
Antes de volver a las diferentes razones de no ver, me gustaría mencionar razones por las cuales mi no-visión de Laura es característica del estilo obsesivo, como se describe en la literatura clásica. Shapiro describe al obsesivo como alguien que ve los detalles del Rorschach en lugar de proporcionar una respuesta global. Así, donde un no-obsesivo, ante una mancha de tinta, puede ver y responder con una imagen de un murciélago, el obsesivo primero responderá con una parte de la lámina, después con otra, y perderá por tanto la percepción global del murciélago, de la misma manera que yo puedo concentrarme en la ceja de una persona y perder su cara. Mi motivación para este comportamiento parece ser evitar la respuesta emocional que conllevaría la visión global del objeto.
Una segunda manera según la cual mi respuesta a Laura es típica del estilo obsesivo es que refleja un sentido superdesarrollado de conciencia, que encuentra inaceptable ver las anchas caderas de Laura a menos que no sean perfectas y bellas. Los obsesivos son típicamente descritos como poseedores de un sentido hipertrofiado de culpabilidad o un super-ego sádico, y ese ejemplo de no-visión parece provenir de un no-deseo de violar anormalmente los modelos elevados de comportamiento. Desde el punto de vista de mi super-ego, ver a Laura con caderas anchas hubiera sido un acto reprensible de deslealtad.
Razones para no mirar a los hombres
Descubrí que no miraba a los hombres, a las mujeres, a Laura, la decoración, los muebles, todo, pero que mirar a los hombres podía ser lo más difícil. Recuerdo hacer dicho una vez a Laura, en una de mis primeras sesiones de terapia, que no creía que las mujeres pudiesen ser realmente atraídas físicamente por los hombres, pues yo no había visto nunca un hombre atractivo físicamente. Como iba a descubrir, no había visto nunca a un hombre que fuese atractivo físicamente porque no había mirado nunca un hombre y visto si era atractivo físicamente.
Había dos razones para "no ver" a los hombres atractivos. La primera era que yo pensaba que yo no era atractivo, y los hombres grandes y atléticos me despertaban sentimientos de celos y, si parecían poderosos, también me asustaban. No ver a los hombres atléticos reducía el problema de tener que enfrentarse con los celos y el miedo.
La segunda razón era que los hombres jóvenes, frágiles, de buena apariencia, me podían parecer atractivos físicamente y, no mirándolos, podía evitar tener que enfrentarme a esos sentimientos. Encontraba inaceptable ver cualquier hombre atractivo físicamente. Tal respuesta era homosexual y los sentimientos o las conductas homosexuales estaban estrictamente prohibidos.
"No mirar" las mujeres
Ella es muy atractiva pero no parece interesarse por mí (acontecimiento habitual, sobre todo si no nos conocemos). Celos, cólera, insuficiencia sexual debido a su desdén imaginado: todos esos sentimientos pueden despertarse si no tengo la habilidad de "no mirarla".
Salimos juntos, cuando momentáneamente percibo su sonrisa oblicua o no atractiva o sus axilas demasiado pobladas. Es mejor "no verla", sería desleal verla de otro modo que no sea perfecta. Hay también una segunda razón irresistible para "no mirar" en esas circunstancias. Ver que una mujer no es atractiva, en parte o totalmente, es un acto homosexual, aterrador en sus implicaciones. Mejor no mirar a las mujeres en absoluto.
No ver y homosexualidad
He subrayado el hecho de que ver atractivo a algún hombre o ver repulsiva a alguna mujer era absolutamente inaceptable debido a sus implicaciones homosexuales.
Otros ejemplos de "comportamiento homosexual" podrían incluir:
- No irse a la cama con una mujer atractiva y libre.
- Algún retraso en la erección.
- Aburrimiento durante una fase de la relación.
- Permitir a la mujer ser activa durante la relación.
- Sentir placer y excitación al mirar a algún amigo varón.
Y esto es solo el principio. Por ejemplo, si una mujer prefiere a otro hombre antes que a mí (incluso si yo no la amo o el otro hombre está enamorado de ella), es quizás porque esta mujer sospecha que soy homosexual. Si miro cómo está arreglado otro hombre, cómo están cortados sus pantalones, el estilo de las botas que lleva, esto puede ser porque me siento atraído por él sexualmente. Hay docenas, centenares de situaciones posibles en las que es preferible no ver, con la intención de evitar acusaciones auto-dirigidas de homosexualidad.
Mi desestimación sin equívoco de los sentimientos homosexuales y del comportamiento, mi condena de una gran variedad de comportamientos asimilados a la homosexualidad y mi examen constante de mis acciones con el fin de buscar motivaciones homosexuales son unos ejemplos claros del superego sádico del obsesivo. Y esto ha sido jorobado. Acabo de escribir como estaba hace nueve años, antes de la terapia, voy ahora a describir la terapia y su impacto sobre mí.
La terapia
Motivos de la terapia
Antes de describir la terapia, me gustaría indicar las razones de la terapia y por qué la hice en aquel momento. La cuestión puede parecer innecesaria, porque me he descrito como invidente y bloqueando muchos de mis sentimientos, repitiendo frases que me aterraban a menudo. La extensión de mi éxito para bloquear mis sentimientos era extraordinaria. Unos diez años antes de de la terapia no había experimentado la cólera, el miedo, las lágrimas, el tener calor en el corazón, la tristeza, o cualquier otro sentimiento en el que pueda pensar. Es posible vivir sin emoción y yo lo había hecho durante mucho tiempo hasta que vine a ver a Laura.
La vida no es tan mala sin emociones; he conocido verdaderamente muchas personas que hubieran estado encantadas de cambiar su vida emocional desgraciada por una vida sin emociones. Es más, yo funcionaba intelectualmente sin sobresaltos, escribía artículos científicos bien acogidos, iba a mi trabajo todos los días, seguía conversaciones muy inteligentes, tenía amigos y amores de los que me ocupaba y que se ocupaban de mí. Mi jefe me llamaba "la roca de Gibraltar" porque me quedaba (en apariencia) impasible ante las crisis de los asuntos de la vida. Entonces, ¿qué iba a hacer si era un poco reservado, si sufría indigestión crónica, si mi voz era monótona y no revelaba ninguna emoción? Eso no era razón suficiente para empezar una terapia.
No comencé la terapia para encontrar mis emociones. No sabía que eran débiles. No tenía necesidad de emociones ni las quería, o por lo menos todavía creía eso. Uno de mis amigos, obsesivo, que abandonó la terapia después de una breve experiencia, dice que no estaba interesado en los histéricos. Esto explica bien mi posición antes de la terapia. No hacía distinción entre las emociones y la histeria. No había nada en esta dimensión que yo deseara.
No empecé por tener una vida emocional y, como dije más arriba, tampoco era para ver mejor el mundo, porque no era consciente (aware) de que pudiera verlo mejor. Los pensamientos obsesivos moderados y repetidos sin fin no me molestaban tampoco; estaban en plena sintonía conmigo, como los pensamientos obsesivos ligeros lo están con los neuróticos ligeros. Había vivido casi siempre con pensamientos obsesivos severos. Me había acostumbrado a ir por la calle pensando en estrangular o en agarrar. Pero a veces los pensamientos obsesivos severos eran justamente demasiado severos. En varias ocasiones me había ido a la cama con una mujer con la cual había vivido repetidamente el pensamiento de estrangularla. La mayor parte del tiempo podía vivir con ello. Pero en varias ocasiones los pensamientos se hacían demasiado insistentes, como si tal vez quisiera actuarlos, y entonces me sentía aterrorizado. Entonces supe que necesitaba una terapia.
Freud había señalado que los neuróticos obsesivos acudían raramente a terapia antes de las etapas muy avanzadas de la neurosis. Sobre la base de mi experiencia, encuentro esto bastante comprensible. No comencé la terapia, en primer lugar, para enriquecer mi vida, sino para ocuparme de los síntomas dolorosos, y los síntomas no eran tan dolorosos al principio.
Mala terapia
Antes de comenzar la terapia, fui de vacaciones con mi amiga Lisa. Actualmente Lisa es una terapeuta altamente competente, pero entonces aún no era más que estudiante. Sin embargo, incluso en esta época, era una observadora atenta y podía decir cuándo me ocupaba de ella y cuándo me enganchaba en una actividad de pensamientos obsesivos. (Detectaba esta actividad observando mi cuerpo y mi respiración. Mi postura obsesionada característica consiste en una retención de mi respiración y una inmovilización de mi cuerpo.) Para ayudarme, me pillaba en flagrante delito cada vez que yo me enganchaba en un pensamiento obsesivo y entonces me obligaba a confrontarme al suceso desagradable. Es el procedimiento central esencialmente de mi terapia en curso, pero aquí era inapropiado. Me sentía tan angustiado que estaba próximo al suicidio. Aquello fue una de mis extrañas experiencias directas de la angustia antes de la terapia (habitualmente, la actividad obsesiva me protegía de eso). El acercamiento de Laura debió ser más suave, porque mi experiencia ha sido de poca angustia durante los primeros años de mi trabajo con ella.
Comprendo que Freud haya experimentado la hipnosis como medio de engañar a los sistemas de defensa de determinados pacientes histéricos. Eso provocaba una mejora inmediata, seguida de una recaída. No comprendo por qué esos pacientes no experimentaban una angustia acrecentada. Si, después de ciertas técnicas, hubiese podido ser desposeído de las defensas obsesivas anteriores al desarrollo de un sistema de soporte interno, pienso que me hubiera sepultado la angustia.
Inicio de la terapia
Cuando llegué a la primera sesión con Laura estaba realmente en buena forma; caminando por la calle hacia su casa estaba ocupado activamente en pensar en estrangular a las mujeres y agarrar los cojones de los hombres. Entre esos pensamientos, analizaba probablemente una mano de bridge por 700ª vez o volvía a pensar en un problema de trabajo realizado hacía algún tiempo. Caminando, no me había dado cuenta de si hacía frío fuera o si el sol brillaba, no había mirado a nadie con claridad, no me había fijado en qué aspecto tenía la entrada de su edificio y no tenía ninguna idea sobre el aspecto que podía tener su apartamento (lo que no he hecho tampoco durante muchos años; esto no lo vi más que progresivamente). Cuando nos encontramos, estoy seguro de haber hablado con una voz monótona sin pizca de emoción. Estoy seguro de haber observado a quién se parecía. Aunque su práctica estaba orientada esencialmente sobre la formación de terapeutas, me aceptó inmediatamente como paciente. Años más tarde, me dijo que me había aceptado porque raramente había encontrado alguien tan obsesivo y que constituía para ella un reto trabajar conmigo.
No recuerdo nada de la primera sesión. Nos habíamos puesto de acuerdo para verla una o dos veces a la semana y que, más adelante, podría unirme a sus sesiones de terapia de grupo. Mi impresión es que la terapia comienza inmediatamente sin intercambiar información ni estadísticas sobre mi vida, pero eso puede no ser verdad. Tenia poca idea de lo que podía esperar, no tenía ninguna idea de lo que era la gestalt-terapia y ciertamente no sabía que acababa de comprometerme por seis años.
Terapia con Laura
Los que han leído la exposición de Freud sobre el obsesivo Hombre de las Ratas, no pueden dejar de señalar la enorme cantidad de detalles sobre la infancia del paciente y de los años que preceden a la terapia, que emergían durante las sesiones terapéuticas. Laura raramente me los pedía y muy pocas veces obtenía ese tipo de información. Al contrario, me pedía tan pocos detalles de mi vida que dos años y medio después de que nuestras sesiones semanales hubieran comenzado, me di cuenta, casualmente, de que no conocía aún mi profesión.
No sé realmente a qué se parecía la terapia con ella durante los primeros años, pero pienso que sus preguntas eran algo como esto:
- "¿Qué sientes ahora?"
- "¿Qué miras en la habitación?
- "¿Cuales son tus mayores intereses ahora?
- "¿Qué sientes en este momento?
- "¿Qué podrías decirle al taxista si te atrevieses a decirle por qué te sientes estafado?"
- "Ten un diálogo con Jane en el cual ella te dice porqué te desprecia."
- "¿Cómo te sientes cuando Lisa dice eso?
- "Toma a este cojín como tu padre y dile entonces cómo te sientes."
- "¿Qué te hubiera gustado decirme cuando cancelé tu cita?"
- "Exagera esa sonrisa. ¿Qué sientes cuando sonríes así?"
- "¿Qué sientes ahora?"
- "¿Qué sucede en tu respiración?"
- "¿Qué sientes ahora?"
Pensamientos obsesivos como falsa actividad
Al contrastar el enfoque de Laura con el del psicoanálisis utilizado por Freud, he puesto el acento en el hecho de que Laura prestaba menos atención a mi infancia o a mi historia. A partir de los ejemplo expuestos, pienso que está claro que ella prestaba mucha más atención al aquí y ahora. Un segundo contraste importante está en las diferentes actitudes adoptadas con el contenido del pensamiento obsesivo. Freud parece haber tratado los orígenes del pensamiento obsesivo como dignos de un estudio detallado y, con la ayuda de su paciente, busca los ejemplos más primitivos por los que este pensamiento ha aparecido. Laura ignoraba prácticamente el contenido y, en lugar de eso, buscaba examinar los pensamientos y las emociones bloqueadas por el pensamiento obsesivo. Nunca me preguntó cuándo había sido la primera vez en que pensé en estrangular a alguien y no sé si ella me habría escuchado si yo hubiera tratado de decírselo.
Podría parecer, a primera vista, que Laura no quería abordar el pensamiento de impactar o el pensamiento de agarre porque es terapeuta Gestalt y trabaja solamente en el aquí y ahora. Pero no pienso que sea por eso por lo que no hablaba de ello. Después de todo, le dije que pensaba en impactarle a ella en muchas ocasiones durante la sesión. Esos pensamientos se despertaban varias veces entre las 11 h y 15 minutos y al mediodía, cuando nos encontrábamos. Estaban en el aquí y ahora, sesión tras sesión. Además, se acostumbra a pensar que las sesiones de terapia Gestalt se centran en los intereses que trae el paciente y yo estaba apasionadamente interesado en la discusión del significado de esos pensamientos recurrentes extraños. Sin embargo ella no quería participar en esas discusiones.
Como puedo comprender ahora, desde el punto de vista de Laura, habiendo leído la descripción de las actividades falsas en "Yo, Hambre y Agresión", una actividad falsa es una actividad en la que me comprometo con el fin de desviarme de mis intereses reales. Los pensamientos obsesivos no eran la única una actividad falsa para desviar mis pensamientos subyacentes, lo era también mi deseo apasionado de dedicar mi tiempo de terapia a comprender el significado de estos pensamientos. Laura se negaba a discutir, preguntaba una y otra vez "¿qué sientes ahora?".
Terapia de Grupo
Hubiese estado bien si Laura hubiera puesto un poco más de atención al contenido de estos pensamientos, pero habría podido ser maravilloso si las personas de mi grupo les hubieran prestado un poco menos de atención. Durante varios meses de terapia con Laura, su indiferencia en relación a ese contenido aterrador me había hecho casi olvidar qué pinta tenía a ojos del resto del mundo.
Cuando hablé de lanzarme sobre las pollas, el ejecutivo retirado de unos sesenta años, que estaba sentado cerca de mí, retiró su silla unos centímetros. Una mujer (pienso que había sido traumatizada por una violación) estaba aterrorizada cuando yo caminaba detrás de ella. Dejó pronto el grupo (¿acaso fue por mi causa? Me lo pregunto). Fui llamado el chalado y jamás he sido invitado a unirme al grupo para tomar un café ni una sola vez. Incluso Laura parecía aterrada de verme reunido con el grupo. El miércoles, de 7 a 9 de la tarde era para mí el momento más difícil de la semana, pero no he faltado ninguna sesión porque tenía miedo de que perdiendo una, no volviera más.
El grupo de terapia me resultaba difícil, incluso después de que los pensamientos obsesivos severos hubieran disminuido. En el grupo en el cual estuve después no me veían como un chalado, pero sí como alguien desprovisto de sentimientos, lo que seguramente era cierto. Me animaron a decir lo que sentía, no lo que pensaba. Hubieran podido también animarme a hablar una lengua egipcia antigua. Hubiera sido feliz de poder contentarlos, si hubiera podido, pero no tenía ni idea de cómo conseguirlo.
Las dificultades no eran mayores que las gratificaciones. Parecía, por una parte, un hecho fortuito y, por otra, algo debido a la habilidad del terapeuta, el que las turbaciones de la terapia condujeran hacia el crecimiento vital. Tengo la suerte de que, gracias a Laura y al azar, he tenido suficientes cosas buenas como para permanecer a pesar de la turbación. Al cabo de un tiempo, ¿todo empezaba a debilitarse?
Primeras comprensiones
De alguna manera, durante los primeros meses aprendí que tenía el pensamiento de estrangular a Laura cada vez que, a pesar de estar enfadado, no experimentaba este enfado (nunca había experimentado mi enfado, por eso pensaba a menudo en estrangularla). Probablemente, si ella no estaba de acuerdo con lo que yo decía, cambiaba de tema o comenzaba la sesión con retraso, entonces yo pensaba en estrangularla. Si parecía aburrirse o parecía desinteresada (incluso si, paradójicamente, yo no podía decir en qué estaba pensando) pensaba probablemente en estrangularla.
¡Qué descubrimiento! Así que todos estos extraños pensamientos eran un código. Todo lo que tenia que hacer era descifrar este código, aprender qué emociones se escondían bajo cada pensamiento extraño y estaría curado. Unas pocas sesiones más como mucho. Y aquí estarían todos mis disimulados pensamientos aterrorizantes. ¡Qué alivio! ¿Por qué no me habría dado cuenta antes? Libre por fin, un poquito más y sería por fin, completamente libre.
Cuando comencé sabía que habría cosas que no sabía sobre mí y ahora sabía que no era tan terrible. No era que fuese fundamentalmente homosexual, que fuera a dejar a las mujeres, o que me mantuviera en el desdén por mi padre. No era que odiase a las personas que pretendía querer y a las que debía decirles la verdad y ser condenado y odiado por ellos por mi cobardía y mi mentira. No era que fuese potencialmente peligroso. Whitman había escrito que el corazón del ser humano es amor, y yo pensaba que para mí eso era diferente, que si en mí había un centro, estaba hecho fundamentalmente de odio.
Y ahora percibía un poco más lo que yo era realmente. Qué interesante. Y veía un poco mis pensamientos locos. Solo eran un código. Quizás yo no estaba desbarrando tanto, después de todo.
Supongo que un análisis objetivo de mis creencias respecto al pensamiento obsesivo anterior a la terapia subrayaría mi punto de vista según el cual los pensamientos obsesivos que me llegaban, Dios sabe cómo, Dios sabe por qué, llegaban sencillamente porque algo en mí no iba bien. Este análisis objetivo diría que ahora he aprendido que los pensamientos obsesivos no vienen así porque sí, que atravesaba entonces las primeras etapas del aprendizaje de que era yo quien producía los pensamientos obsesivos.
Es inútil decir que este gran avance no significaba curación, fue justamente una etapa de aprendizaje de numerosos centenares de insights y de comprensiones emocionales requeridas. Entre la comprensión de que el pensamiento de estrangular significaba cólera bloqueada y la primera etapa de cólera sentida directamente hubo otro año más de terapia. Aunque estuviera comenzando a verme como alguien no tan malo en lo fundamental, sino como responsable en cierta manera de los pensamientos obsesivos extraños más que víctima de alguna fuerza punible, aún viendo la posibilidad de una mejoría potencial eran necesarias más etapas, antes de que pudiera arriesgarme a ver y sentir.
Colitis espasmódica
Como consecuencia de la cólera bloqueada y de un auto-desprecio sin fin, sufría colitis espasmódica desde hacía 10 o 15 años antes de comenzar a ver a Laura. Sullivan dice que es el síntoma físico más corriente entre los obsesivos. Dice que, habitualmente, las personas encolerizadas tienen muchas respuestas musculo-esqueléticas, tales como gestos faciales de cólera, puños tensos, y otras muchas respuestas mediatizadas por el sistema nervioso autónomo, como el incremento de la actividad estomacal. Ya que la persona obsesiva inhibe exteriormente los gestos de cólera, necesita aumentar la actividad del estómago para contrabalancear. Un segundo factor, apuntado por Karen Horney, es que, al no conocer su miedo, el obsesivo se mantiene en las situaciones sin adoptar ninguna medida agresiva o de huida que pudiera mejorar las cosas.
Esas teorías son coherentes con mis propias observaciones, pero sugieren que es necesario un gran cambio antes de que la curación pueda sobrevenir. Sin embargo, pocos meses después de haber empezado a ver a Laura el desorden crónico de mi estómago iba mucho mejor. Pienso que esto vino mientras aprendía que bloqueaba mi cólera, y bastante antes de que cambiara mucho. Laura me prevenía de que no tenía que trabajar las cosas solo para que la recurrencia del trastorno del estómago finalizara, sino hasta que hubiera experimentado todas las recurrencias severas.
La terapia no ha sido para mí una experiencia de aprendizaje lenta y moderada. Ha habido, más bien, saltos alegres de toma de conciencia y de funcionamiento, y caídas lúgubres. El camino ha sido ascendente, pero no ha sido dulce y continuo. Incluso durante el primer año de la terapia, cuando mi toma de conciencia estaba aún recubierta por los pensamientos obsesivos severos, me alegraba mucho cada nuevo paso de toma de auto-conciencia. Posiblemente la mayor mejoría de mi vientre vino a partir del hecho de que las cosas iban mejor, y de la confianza en Laura, en el proceso y en mí mismo.
¿Qué curar?
Mi objetivo inicial en terapia era escapar de los síntomas detestables, no profundizar en mi vida. Quizás lo mismo que le ocurría al Hombre de las Ratas. Tras solo 11 meses de tratamiento con Freud estaba curado. ¿Qué quiere decir curado? Freud no nos lo dice. Quizás la cura significaba que el Hombre de las Ratas podría experimentar plenamente sus emociones sin bloquearlas, o quizás que había cambiado hacia estímulos obsesivos más neutros (un producto final con el cual me hubiera contentado, ciertamente, antes de la terapia), o a lo mejor había obtenido más insight respecto al significado de sus frases obsesivas, con una disminución consecuente de sus miedos.
El pensamiento obsesivo y el sentimiento bloqueado son las dos caras de una misma moneda. Conforme experimento mis emociones más directamente, creo menos pensamientos obsesivos. Un vistazo sobre el sentimiento bloqueado y el insight sobre el significado de las frases obsesivas preceden, habitualmente, a la vuelta del sentimiento como parte de un proceso que típicamente es gradual. Destaca claramente una excepción. Estaba paseando con mi amigo Norman, hablando de manera apasionada; al mismo tiempo, con una reiteración incesante, pensaba en echarme sobre sus órganos genitales. De repente, esos pensamientos obsesivos desaparecieron y sentí un calor en el corazón hacia él. El resultado fue tan simple y tan dramático que podría servir como ejemplo clásico de cómo los pensamientos obsesivos bloquean las emociones.
Tener calor en el corazón fue la primera emoción que descubrí. A pesar de este inolvidable restablecimiento pleno de un sentimiento específico, fue necesario todavía mucho tiempo antes de experimentar calor en el corazón de nuevo, aunque estos sentimientos fueran cada vez más accesibles. Cuando pude experimentar el calor en el corazón, y otros sentimientos, sin necesidad de bloquearlo con pensamientos obsesivos, me vi curado. Los insights o las comprensiones pueden preceder a este resultado, pero el sentimiento apacible y la visión no bloqueada son mi objetivo actual. Esto marca bastante un cambio desde mi objetivo inicial.
Nueve años más tarde: estimación cuantitativa
En este momento he finalizado seis años de terapia con Laura y tres años, a continuación, con un terapeuta gestalt que ella había formado. En estos últimos años he trabajado también con otros terapeutas, pero fundamentalmente con terapeutas gestalt. Estoy verdaderamente más en contacto conmigo mismo, veo el mundo mejor y siento las emociones más profundamente. Continúo enganchándome en pensamientos obsesivos, aunque de forma mucho menos frecuente y mucho menos severa.
Podría ser útil intentar hacer una estimación cuantitativa de mi actividad obsesiva modificada. Como discutiré más adelante, toda estimación numérica es sospechosa intrínsecamente, pero proporciona una indicación aproximativa que puede ser útil. Hasta el presente, no hay ningún dato cuantitativo en la literatura clínica que describa la actividad obsesiva, y es difícil también hacer comparaciones entre diferentes pacientes.
La noche pasada he contado diez ejemplos de pensamientos obsesivos durante la cena. Si cada pensamiento obsesivo ocupa ahora 2 o 3 segundos, el total de la cena que he pasado con rumiaciones obsesivas ha sido muy corto. No sé, y difícilmente puedo imaginar, en qué se parece esto a cómo era hace 10 años. Puede ser que los pensamientos obsesivos fuesen más frecuentes y que pudiera tener una actividad obsesiva continua en lo más íntimo. El contenido de mis pensamientos obsesivos de la última noche era moderado. Hace nueve años habría empleado un contenido obsesivo severo. Como cada vez voy sintiendo más, raramente utilizo pensamientos obsesivos severos.
Los pensamientos obsesivos severos continúan apareciendo, pero en estos últimos tres meses tan sólo una vez me he asustado con un pensamiento muy severo. El pensamiento de echarme sobre un hombre o de estrangular a una mujer viene una media de una o dos veces al día, cada uno, y los otros pensamientos severos una o dos veces por semana. Paso, por tanto, un minuto al día teniendo un pensamiento obsesivo severo.
Desgraciadamente este análisis no puede ser quizás más que sugestivo. Es imposible cuantificar el pensamiento obsesivo en términos de número de pensamientos por día o de tiempo pasado en tales pensamientos, porque un pensamiento no es una unidad fija coherente. Muy al principio de la terapia el pensamiento obsesivo podría ser "siete de picas" bloqueando cualquier otra cosa; más adelante en la terapia, no era más que "siete" y había un cierto sentimiento. Lo que al principio de la terapia era un pensamiento obsesivo severo de lanzarse, se convierte en un pensamiento menos intenso o incluso una tensión muscular característica que apenas puedo reconocer como algo que sigue al pensamiento de lanzarse.
Cuantitativamente, los pensamientos obsesivos se hacen sentir menos y son a menudo fragmentarios. Pero el único enunciado significante es que yo siento más.
Nueve años más tarde: una estimación cualitativa.
Cuando fui a ver a Laura, las palabras en mi cabeza me aterrorizaban. Estaba enfermo del estómago. No veía ni sentía. Pensaba que los hombres y las mujeres me desdeñaban.
No estoy realmente curado. De hecho, tengo aún los síntomas que he tenido siempre. Tengo incluso un síntoma que no había tenido jamás. Ahora experimento una cierta angustia, casi desconocida para mí cuando fui a ver a Laura. Pero los síntomas se han reducido en intensidad. Y ahora siento y estoy en la vida. Supongo que cuando Lázaro volvió al mundo, tendría la misma pierna enferma, una barba escasa y una mala respiración, tal y como estaba antes de morir. Pero sabía que había estado muerto y ahora estaba vivo; estoy seguro que sabía que era un gran milagro y que estaba agradecido. Cuando camino por la calle, puedo mirar a los hombres o a las mujeres y sentirme atraído, amedrentado, interesado, excitado. Nosotros, Laura y yo, hemos realizado un milagro. He vuelto a la vida.
Tengo una breve posdata que añadir, que estoy reteniendo desde hace ya demasiados años. Un día, en terapia, le dije a Laura cómo ciertos trucos ya no me molestaban y qué bien me sentía de haberme convertido en esta persona. Ella me dijo alguna cosa como respuesta con una voz tan enronquecida que pensaba que había cogido frío. Cuando le pregunté, me dijo: "NO" y que no estaba enferma. Años más tarde me he dado cuenta claramente de que estaba tan profundamente emocionada por lo que yo decía que estaba llorando. Quizás ella tenía razón diciendo que debéis tener paciencia al trabajar con los obsesivos, pero nuestras emociones son muy profundas cuando alguien contacta con ellas. Espero que no sea demasiado tarde para decirte gracias, Laura, por tus lágrimas y por todo lo demás.
Traducido en el Laboratorio de traducción de Gestaltnet.net:
Traducción: Begoña Marcos Buján
Revisión: Eva Maurí Cresencio, David Picó Vila
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