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Suicidio en adolescentes desde una mirada Gestalt

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Suicidio en adolescentes desde una mirada Gestalt

La última llamada en la frontera-contacto

07 Noviembre 2019
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El único problema filosófico verdaderamente serio es el Suicidio. Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma de preguntas filosóficas Albert Camus

 

Antecedentes

En la época actual los problemas del estado de ánimo abundan entre la población mundial. En este momento la depresión es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial, y es una experiencia disfuncional que afecta mayormente a mujeres que a hombres. Las experiencias depresivas están relacionadas con las prácticas suicidas. En el caso de la sociedad del cansancio vemos cómo las experiencias depresivas cada día son más comunes en adolescentes.

Actualmente el suicidio es la segunda causa principal de defunción en grupo etario de 15 a 29 años a nivel mundial. Estas prácticas se presentan con mayor frecuencia en los países con menos recursos económicos. La falta de esperanza que produce la desigualdad social y la fatal de oportunidades provocan problemas del estado de ánimo que afectan a los grupos más vulnerables de la sociedad, entere los que se encuentran los adolescentes.

El Suicidio lo podemos definir como un acto de quitarse la vida en forma deliberada y en él intervienen tanto los pensamientos y el acto suicida. Para comprender mejor esta experiencia debemos definir algunos elementos que configuran el proceso suicida:

a) Acto suicida consumado

b) Intentos suicidas de alta letalidad fallidos, con intención y planeación suicida

c) Intentos de baja letalidad fallidos.

Las prácticas de suicidio consumado se presentan más en el género masculino, en una proporción de 5 a 1. En cambio, las mujeres realizan intentos con mayor frecuencia en la misma proporción, generalmente ingiriendo pesticidas o medicamentos. Actualmente el número de suicidios entre jóvenes de 15 a 24 años de edad, es mas común entre los sectores más vulnerables de población.

Existe alta comorbilidad ligada al suicidio; mas del 50% de los suicidios son consumados por personas con trastornos depresivos. Las adicciones están presente en alrededor de 20 a 25%, estos son un factores que también se encuentra relacionado con las practicas de suicidio. Además de estas condiciones podemos mencionar los ataques de pánico, trastorno de la conducta alimentaria abuso sexual,  trastornos de ansiedad y esquizofrenia.

En el caso de los jóvenes, las experiencias depresivas generalmente no son tomadas en cuenta por los padres de familia o maestros. Lamentablemente la mayoría de los adultos que son apoyo de los adolescentes invalidan las experiencias depresivas. En el caso particular de los adolescentes, el uso de medicación es mal visto con muchos padres de familia.

La Terapia Gestalt nos aporta una mirada compleja que puede enriquecer los abordajes terapéuticos de las experiencias depresivas, conductas autolesivas y suicidas. La depresión en los adolescentes es una experiencia con múltiples matices que incluyen irritabilidad, miedo, desesperanzas, anhedonia, tristeza, enojo, decepción y anestesia. Estas experiencias  afectan la calidad de vida del adolescente, sobre todo en cuanto al rendimiento académico e interacción con sus amigos y familiares. También podemos identificar que las experiencias depresivas se pueden manifestar en soledad, apatía, abulia, irritabilidad y aislamiento social.

Las tendencias suicidas podrían considerarse una continuidad de los procesos relacionados con experiencias depresivas profundas o crónicas. El aislamiento y la soledad modifican radicalmente el funcionamiento en la frontera-contacto del adolescente, porque no son capaces de recibir retroalimentación por parte del entorno, esto genera un profundo vacío, ocasionando melancolía e ideación suicidada. El adolescente olvida que "La realidad es un pasaje del pasado al futuro, es lo que existe, es aquello de lo que el self es consciente, es lo que descubre e inventa." (p. 229) . La falta de actualización y contextualización es la base para el desarrollo de tendencias suicidas.

Estando en soledad los adolescentes desarrollan una serie de pensamientos, productos de las sombras del pasado (experiencias traumáticas) que se encuentran albergadas en la función personalidad del self, y que no pueden ser actualizados por la falta de excitación para salir al mundo y descubrir nuevas posibilidades. El mundo se vuelve un lugar ajeno y amenazante.

 

 Trauma y suicidio

La percepción de amenaza proviene de  experiencias de traumáticas infantiles, en las cuales la persona no tuvo el apoyo adecuado por parte del entorno, desarrollando alteraciones en el sistema corticolímbico que afectaron su capacidad de afrontar situaciones estresantes en su vida cotidiana. La persona va desarrollando una tendencia defensiva para protegerse anticipadamente contra aspectos novedosos que le provocan inquietud, generando reacciones somáticas intensas y desorganizadas.

 La configuración de una experiencia traumática se basa en una tendencia a procesos relacionales estereotipados que están desproporcionados  en su nivel de apoyo con relación a la necesidad de la persona o las demandas del entorno, que exponen a la persona a una experiencia contante de amenaza. Es decir, puede haber una ausencia negligente  o una sobreprotección.  Esto modifica de manera significativa el estado de ánimo y la capacidad para tener esperanza.

En las tendencias suicidas generalmente encontramos que las personas han vivido experiencias  traumáticas, esto provoca que vivan en una  constante situación de peligro,  De acuerdo al PHG "La situación de peligro: si la frontera sufre una presión intensa, intolerable porque es necesario ejercer una selección y un rechazo extraordinarios para rechazar las fuerzas ambientales” (p. 46). Cuando esta situación de peligro se mantiene constante produce una tensión insoportable en la frontera-contacto provocando reacciones fisiológicas que generan ajustes conservadores. Las respuestas básicas que tienen las personas de acuerdo con  Peter Levine (2002) son luchar, huir y paralizarse.

 Las personas que han vivido un  trauma  en la infancia, generalmente presentan dificultades para regular sus estados emocionales, esto debido, a que mantienen una percepción amenazante del entorno. La constante sensación de inquietud provoca que las personas tengan una percepción de constante amenaza ante eventos  que para la mayoría de las personas resultarían poco estimulantes. La tendencia disociativa se manifiesta en una constante actividad imaginativa que provoca que las personas se ausenten en la frontera-contacto, intentando predecir constantemente las acciones y pensamientos de otros.  Además la experiencia traumática provoca reacciones desproporcionadas ante situaciones semejantes a las causantes del trauma.  Estas reacciones están íntimamente ligadas a las experiencias depresivas crónicas con tendencias suicidas.

Muchos de los adolescentes que presentan ideas y conductas suicidas, tienen antecedentes de maltrato infantil o abuso sexual. Estas experiencias  afectan el funcionamiento de las estructuras fundamentales implicadas en el procesamiento de una emoción, como son: el eje hipotálamo-hipófisis-adrenocortical (HPA), que se expresa a través del sistema endocrino y permite que el cuerpo actúe con la secreción de cortisol en la corteza de las glándulas suprarrenales y se genere el flujo de activación que va desde la amígdala hacia la corteza prefrontal. Esto aumenta considerablemente los problemas relacionados con la ansiedad, estrés y regulación emocional. Lo anterior, genera un estado de alerta constante que modifica la capacidad para percibir y dimensionar las amenazas presentes en el entorno.

El sufrimiento emocional pasado, es un obstáculo constante en el presente, que produce un malestar constante y una desesperanza casi generalizada. Estas pautas relacionales  provocan una modificación en la amígdala y los polos temporales, que modifican de manera significativa la manera de percibir al entorno y de crear un vínculo relacional. Recordemos que la amígdala se encarga de la recompensa ante los estímulos, la decodificación de las experiencias emocionales, por su parte, los polos temporales se encargan de los patrones caracterológicos para comprender la interacción interpersonal.

 Los niños que han sufrido experiencias traumáticas presentan dificultades para establecer vínculos afectivos con sus pares, se les dificulta desarrollar procesos de empatía hacia los otros niños, tienen un desequilibrio en el control de impulsos, suelen colapsarse emocionalmente, son poco expresivos en cuanto a sus emociones se refieren, presentan una tendencia a intentar solucionar sus problemas de manera independiente, se anestesian emocionalmente para lidiar con las experiencias dolorosas. La violencia psicológica y sexual que se está viviendo en la actualidad es una de las principales causas que está incrementando las cifras de suicidio en adolescentes a nivel mundial.

El trauma  provoca una herida en la frontera-contacto, es decir, colapsa el proceso de percepción e interacción del organismo con el entorno. La persona tiene una disminución en su awareness, con relación a su capacidad de compresión entre la realidad contextual y la percepción interna (anacrónica). La persona mantiene modos de representación descontextualizados que se ligan a la experiencia traumática, co-creando campos traumáticos que inundan de incertidumbre y desconfianza la experiencia relacional. Esto genera una falta de flexibilidad en los proceso en la frontera-contacto, estableciendo pautas estereotipadas centradas en la predicción y control de las condiciones del entorno.

El trauma disminuye la capacidad de contacto, afectando la capacidad del adolescente para asimilar las experiencias novedosas, esta situación, limita su crecimiento.  La figura dentro de la tendencia suicida esta difusa, afectando el proceso de percepción y awareness. .La falta de novedad inhibe la excitación y el movimiento motor con un ritmo armónico encausado en lograr la asimilación de nuevas formas que flexibilicen los proceso de formación de figura/fondo, alcanzando la satisfacción de necesidades actuales.

El proceso de escisión de la frontera-contacto es parte del proceso de anestesia ante las experiencias dolorosas.  La tendencia a la fantasía es una de las principales pautas que apoya el mantenimiento de las experiencias traumáticas. En un principio la fantasía aparece como un ajuste-creativo ante la aterradora realidad, no obstante, cuando la fantasía se mantiene como una pauta relacional, se convierte en una anestesia que produce una perdida en la capacidad creativa del organismo. La anestesia hace que la persona vaya perdiendo su capacidad creativa para responder a las condiciones contextuales. Cuando la fantasía se separa radicalmente de la realidad, el trauma perdura por la incapacidad de actualizar la función Personalidad del self. La persona intenta buscar un sentido ante el vacío emocional, teniendo reacciones de frustración, inquietud e impotencia, estas pautas relacionales se van haciendo crónicas desarrollando introyectos que obstaculizan la expresión creativa, trayendo consigo experiencias depresivas profundas.

La intensidad de la experiencia traumática estará influida por la capacidad de la persona para oscilar entre la fantasía y la realidad.  Este proceso, no es una experiencia individual, sino, que emerge de un contexto relacional. La presencia en la frontera-contacto estará determinada por las condiciones contemporáneas del campo, es decir, cuando existe poco apoyo por parte del entorno, reaparece una sensación de emergencia a nivel somático. Esta tensión constante provoca un fuerte desgaste en el sistema nervioso, generando una sobreexcitación que resulta insostenible para el organismo hasta llevarlo al agotamiento y a la desesperanza de mejorar las condiciones presentes en la Frontera-contacto.

 El trauma mantiene una serie de manifestaciones que a veces parecen invisibles; en ocasiones se traducen en tabúes que tenga la familia, así como en prejuicios, reacciones desproporcionadas, introyectos, etc. La experiencia traumática generalmente tiene sus huellas más profundas en la experiencia somática, cuando el cuerpo reacciona ante una experiencia que se ha codificado como peligrosa. Esto generalmente sucede ante circunstancias que presentan cierta similitud con la vivencia de trauma. La inquietud a nivel somático, ligada a la parálisis crea una tensión constante que va afectando el buen funcionamiento del organismo y su capacidad para agredir al entorno (enfrentar las experiencias emocionales actuales).

 El trauma no es una experiencia individual, sino que lastima el between, por lo que afecta a todos los miembros de la familia. Por ejemplo, cuando alguno de los padres ha sufrido abuso sexual desarrolla actitudes que modifican radicalmente la relación con sus hijos, siendo excesivamente cuidadosos para prevenir cualquier tipo de abuso sexual.

 La experiencia traumática suele favorecer la aparición de una postura relacional autorrestrictiva que genera reacciones de  escisión, anestesia y paranoia. Las personas  mantienen una visión limitada, basada en sus creencias de incapacidad, como forma de protegerse de lo que consideran un ambiente amenazante. La persona desarrolla una narrativa basada en el trauma, creando ideas sobre la relación con el entorno, esto afecta la experiencia y actitudes para responder a la experiencia traumática.

La narrativa se puede ver afectada por una tendencia hacia la fantasía, por ejemplo la mentira cumple la función de matizar la realidad y protegerse de ella, la tendencia a mentir es un ajuste creativo para contener el vacío de la realidad y suplir la ausencia afectiva. La fantasía es un apoyo para intentar reparar la función personalidad del self.

La mayoría de las personas hemos vivido experiencias de trauma durante nuestra infancia o adolescencia, sin embargo, hemos contado con el apoyo del entorno para sanar las heridas de la frontera-contacto. Cuando los niños no reciben un buen soporte por parte del entorno, aumentan sus probabilidades de sufrir una constante sensación de vacío, orfandad, desolación y soledad. Por ese motivo, desarrollarán una tendencia estereotipada hacia la autonomía, siendo incapaces de establecer vínculos afectivos profundos, o bien, establecerán relaciones caóticas o destructivas.

 

Neurobiología de la conducta suicida

Como se ha mencionado anteriormente las experiencias traumáticas indicen en la configuración de los procesos cerebrales y relacionales de los adolescentes. Los abusos y malos tratos durante la infancia como el abuso sexual o físico o la negligencia de los cuidadores, está relacionada  con la tendencia suicidio en adolescentes.  La mayoría de las personas que han vivido experiencias traumáticas presentan tendencias suicidas en algún momento de su vida. La experiencia suicida emerge de un campo lleno de desesperanza, las crisis suicidas se presentan con mayor frecuencia en comunidades donde prevale la violencia, pobreza, guerras, discriminación, exclusión, falta de oportunidades, aislamiento o crisis económicas.

Cabe mencionar que cualquier persona es susceptible y tiene más o menos riesgo de suicidio. Sin embargo, nos enfocaremos en comprender los procesos cerebrales vinculados a las conductas suicidas. Las alteraciones a nivel de la regulación de emociones afecta significativamente las funciones ejecutivas, limitando el juicio para responder a la ideación suicida. Además de esto necesita considerar los factores genéticos relacionados con el riesgo de suicidio, asi como las comborbilidades presentes.  La falta de regulación emocional y de control de impulsos son una de las principales causas de la conducta suicida en adolescentes.

Dentro de los proceso cerebrales relacionados con las experiencias depresivas y la tendencia suicida se encuentra el descenso de transmisión de serotonina conduce a estados depresivos y puede explicar, al menos parcialmente, el comportamiento suicida se encuentra relacionado con el  funcionamiento del sistema serotonina-lóbulos prefrontales, esto limita la  función inhibidora que le permite frenar las conductas impulsivas. Cuando el adolescente percibe una situación peligrosa , el sistema límbico, se inflama, teniendo una hiperexcitación, que inhibe el adecuado funcionamiento  ese de los lóbulos prefrontales, por esta razón, la persona se vuelve más vulnerable a estados emocional y a la posibilidad de tener una experiencia emocional caótica, que le impida de controlar sus impulsos. Algo parecido sucede en las experiencias adictivas crónicas, por ese motivo, los adolescentes con dependencias severas a las drogas tienen un alto riego de realizar actos suicidas.

De acuerdo con estudios realizados con tejidos post-mortem de la corteza frontal de individuos que habían cometido suicidio, se encontraron indicadores de un descenso de la disponibilidad de los transportadores de serotonina, son un factor importante que afecta la regulación de las funciones como la inhibición y decisión de conductas, el control afectivo o los procesos de acción-recompensa. Si estas vías se ven afectadas, podría resultar en un control disfuncional del comportamiento y la propensión a emociones y conductas violentas y suicidas.

Las situaciones de tensión constante que vive el adolescente, provocan un estrés agotador del sistema nervioso, dicha experiencia provoca que el organismo segregue hormonas que actúan en la corteza suprarrenal y producen cortisol.

El cortisol es una hormona que aumenta el estado de alerta produciendo una falta de regulación emocional e incrementando las conductas agresivas e impulsivas en adolescentes que presentan tendencias suicidas. La tendencia suicida está relacionada con los altos niveles de cortisol, que es una sustancia que se segrega ante experiencias traumáticas. Como podemos ver podemos relacionar las experiencias traumáticas con las tendencias suicidas.

Existen adolescentes que se encuentran más vulnerables a experimentar melancolía y experiencias depresivas con tendencia suicida,  esto a causa de experiencias traumática durante la infancia que produjeron cambios epigenéticos que han perdurado hasta la adolescencia. La tensión en la frontera-contacto, provoca que el adolescente vaya desarrollando una rigidez relacional que le impide adaptarse a las nuevas condiciones del campo, esta tendencia produce una inhibición emocional, que produce un déficit  serotoninérgico predominantemente prefrontal, el predominio noradrenérgico de la hiperreactividad límbica , que provoca un fuerte desgaste en el adolescentes hasta el punto de perder la capacidad de apreciar las novedades y disfrutar de las experiencias cotidianas. La marcada anhedonia, es producto del déficit de las vías dopaminérgicas, crean  una experiencia depresiva que puede presentar tendencias suicidas.

 

El proceso suicida desde la mirada de la Terapia Gestalt

La tendencia suicida se crea a través de un campo restringido, donde existe una fuerte tensión y parálisis en la frontera-contacto. Existe una gran acumulación de excitación por la falta de apoyo por parte del entorno. Las personas pierden perspectiva de las posibilidades presentes en el campo relacional, creando una experiencia de "imposibilidad de escapatoria", creando un vacio y desesperanza que se conjuga con las alteraciones en la función personalidad de acuerdo a la memoria autobiográfica, la indefensión, y la incapacidad  para resolver problemas de la vida cotidiana. La percepción de "imposibilidad de recibir ayuda, es decir, desesperanza, provoca que la persona quede cautiva en la desesperanza, abandonando todos los intentos por responder a situaciones que surgen de la situación.

Con base en lo anterior podemos decir que la tendencia suicida es una disfunción de los proceso de ajuste-creativo. "El proceso del ajuste creativo a un nuevo material o a nuevas circunstancias incluye siempre una fase de agresión y de destrucción ya que es mediante el acercamiento, la apropiación de y la alteración de las estructuras antiguas como lo desigual se convierte en igual. Cuando una nueva configuración se forma, tanto el viejo hábito del organismo que contacta, como el estado previo de lo que se ha acercado y contactado, son destruidos en beneficio del nuevo contacto." (p. 12) La falta de un proceso de  contacto que produzca actualización y crecimiento es un aspecto fundamental para que perdure la experiencia depresiva y la tendencia suicida en adolescentes.

El proceso suicida se inicia en el momento en que las posibilidades presentes en el campo se encuentran limitadas, provocando que se presenten ideaciones suicidas, pasando por la realización de los primeros intentos suicidas, con un incremento de la desesperanza y la convicción de terminar con la vida. En ocasiones las experiencias traumáticas que se relacionan con la tendencia suicida favorece la escisión hacia la fantasía, esto se puede manifestar a través de actitudes de escape, venganza, altruismo o búsqueda de riesgos. La falta de awareness provoca una sensación de vacío, que se alimenta de pensamientos de de derrota, es decir, el adolescente se percibe como un perdedor o como un estorbo para su familia.

La disfuncionalidad en la tendencia suicida se presente debido a la imposibilidad de contextualizar la experiencia, y de establecer un contacto nutricio con los recursos presentes en el entorno. "Se puede constatar inmediatamente que la consciencia es funcional. Ya que, si la interacción en la frontera-contacto es relativamente sencilla, hay poca consciencia inmediata, poca reflexión, poco ajuste motor y poca intención deliberada. Pero cuando es difícil y complicada, la consciencia inmediata se intensifica." (PHG pp. 43, 44). En el caso de las experiencias depresivas con tendencias suicidas podemos ubicar una rigidez en el funcionamiento en los proceso de la frontera-contacto. Esto genera que los factores estresantes típicos se vuelven difíciles de afrontar.  Por esta razón, una crisis emocional combinada con una falta de recursos psicosociales pueden ser desencadenes de conductas suicidas.

La tendencia suicida es vista como un fenómeno de campo en donde el comportamiento es descrito como una organización funcional de los proceso del self, y no como un simple síntoma. Desde nuestra perspectiva, la tendencia suicida es una co-creación entre el organismo y el entorno, que se ubica una situación especifica. Desde esta mirada el objeto de análisis se enfoca en las interacción misma entre el organismo y el ambiente como centro de interés teórico.

La teoría del campo, nos brinda la óptica para contemplar la tendencia suicida como una serie de interacciones complejas de numerosos factores en situaciones específicas, Podemos validar esta concepción de la conducta suicida como un acto que afecta al campo, tomando en cuento los datos de la OMS (2000), que  señala que en promedio, un suicidio individual afecta íntimamente al menos otras seis personas y en caso de ocurrir en una institución educativa o en el sitio de trabajo, el impacto se extiende.

 

Melancolía y suicidio

En la antigüedad se consideraba que la melancolía era un humor maligno o bilis negra, que provocaba una tendencia a perder la razón y desvariar que produce una pérdida del control, la voluntad y la conciencia. La depresión melancólica, generalmente a parece como una experiencia somática que produce pesadez física, desesperanza y escisión. El adolescente va experimentando una desensibilización que va provocando una constante frustración que va generando una profunda sensación de vacío.  La melancolía produce un fuerte sufrimiento a nivel emocional y una parálisis a nivel motor, esto va aminorando la esperanza en el futuro.

Las ideaciones suicidas aparecen debido a la perdida de la identidad, la soledad imprevista, la imposibilidad de contacto y el deterioro de los vínculos afectivos. La fuerte tensión que se encuentra presente entre la función ello y la función personalidad del self, provocan que la función ellos se encuentre mermada hasta el punto de llegar a perder la voluntad de vivir. Las experiencias depresivas crónicas se caracterizan por la falta de excitación y la dificultad para movilizarse hacia el contacto con el entorno, esto se pone de manifiesto a nivel relacional las modificantes que hay a nivel  corporal y cinestésico.

Los adolescentes con tendencias melancólicas, presentan tendencias agresivas hacia el entorno, pero generalmente se encuentran en espacios donde no hay posibilidades de manifestarse en la frontera-contacto, esta imposibilidad provoca que la agresión se re-direccione hacia sí mismos provocando una tendencia autodestructiva que puede dar origen a las tendencias suicidas.

La pérdida de control emocional afecta al adolescente en las diversas áreas de su vida, perdiendo su capacidad para tomar decisiones, falta de lucidez y de motivación para hacer frente a las experiencias cotidianas. La melancolía es una experiencia terrible para los adolescentes, esto causa una constante experiencia de confusión, así como un fuerte temor a  caer en la locura o perder completamente el deseo de continuar en el mundo.

 

 Experiencias depresivas y suicidio

La excitación contenida que se presenta en las experiencias depresivas profundas, genera el deseo de morir, por considerar a la muerte como una posibilidad de superar el sufrimiento que se produce en el adolescente, teniendo manifestaciones como frustración e insatisfacción en cuanto a su modo de vida actual. Podemos considerar que la tendencia suicida es una manifestación de un campo donde predomina el sufrimiento y la escases de posibilidades.

Los adultos juzgan estas manifestaciones sintomáticas como flojera, exageración o falta de carácter. Dentro del enfoque de Gestalt contemporánea no se habla de personas depresivas, sino de campos depresivos o experiencias depresivas. Para diferenciar estas dos concepciones, es necesario que el terapeuta se aproxime a la experiencia desde una perspectiva estética. Además tener la capacidad sensible de diferenciar una experiencia depresiva, de una que presente una tentativa suicida.

Cuando los adolescentes no reciben el apoyo necesario por parte del entorno, su confianza comienza a mermar, porque enfrentan retos importantes como el desarrollo de nuevas responsabilidades, expectativas académicas, metas de vida, vínculos amorosos, iniciación sexual, etc. La falta de confianza genera que los adolescentes se ausenten, hasta llegar a una experiencia de aislamiento que los lleva a presentar una tendencia a finalizar con el sufrimiento a partir de la posibilidad de terminar con la vida.

De acuerdo con  las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, los índices de suicidio están aumentando considerablemente. Los jóvenes que se encuentran más vulnerables están entre los 15 y 24 años, siendo el suicidio uno de los principales motivos de muerte en adolescentes. En el caso del suicidio es importante realizar un abordaje en los aspectos que se encuentra relacionados, principalmente los relacionados a los problemas del estado de ánimo.

Las comorbilidades que se encuentran más presentes en las conductas suicidas son  los trastornos del ánimo y abuso de sustancias psicoactivas.  A esto es importante agregarle la soledad que viven la mayoría de los adolescentes en la sociedad contemporánea. El suicidio también está vinculado al acoso escolar, abuso sexual, la exclusión social y la discriminación. Esto se ve reflejado en las cifras de suicidio en grupos minoritarios o en condiciones vulnerables. La falta de apoyo por parte de los contextos sociales donde se desarrolla el adolescente. Se considera que el 90% de los jóvenes que llevan a consumar un suicidio padecen algún tipo de psicopatología en el momento del acto suicida. La principal comorbilidad que se presenta en los actos suicidas son los trastornos depresivos, siendo la condición que más impacta en la consumación del acto suicida.

La experiencia depresiva se va conformando como una limitación de las funciones del self, que van produciendo una restricción en el repertorio relacional del adolescente. La anestesia limita las funciones de contacto, afectando la capacidad de awareness para identificar las novedades presentes en el entorno. Con base en estas limitaciones, los adolescentes reducen su capacidad para mantener un contacto pleno en la relación con el entorno.

Cuando se habla de depresión en adolescentes generalmente se piensa en problemas familiares que producen la experiencia depresiva. En Terapia Gestalt, no consideramos que sea un solo evento o situación la que produce el estado depresivo, sino que vemos cómo las experiencias depresivas se producen a nivel procesal. No obstante, consideramos que la alteración en las experiencias disfuncionales tiene que ver con una afectación en la frontera-contacto que emerge del campo, provocando una desolación en la frontera que no permite al terapeuta encontrarse con el adolescente.

La experiencia depresiva produce una serie de manifestaciones sintomáticas en los adolescentes. Las principales características son disminución de la energía, desmotivación, irritabilidad, disminución del placer, falta de concentración, enfermedades e indecisión, así como alteración del apetito y en el sueño.

El adolescente va conformando su carácter a través de las experiencias que vive. Es importante mencionar que la falta de apoyo afecta la frontera-contacto y el funcionamiento del self. El terapeuta necesita sumergirse en la experiencia de campo para ser afectado por la experiencia depresiva. En la relación terapéutica es necesario atender al proceso de ir y venir entre la experiencia estética intersubjetiva. La experiencia depresiva crónica puede derivar en una dominancia con tendencia hacia el aislamiento, esto, combinado con un entorno hostil o desalentador, pueden ser las razones para consumar un suicidio. Es importante que se evalué la dominancia que presenta el Adolecentes, porque esto puede ser la causa de las practicas autolesivas y las conductas suicidas.

La falta de apoyo por parte del entorno puede producir una serie de carencias en el adolescente, provocando una sensación constante de malestar y sufrimiento. Esto modifica los procesos presentes en la Frontera-contacto, como mencionan Perls y Goodman, estableciendo la necesidad de completar las experiencias inacabadas o intentando realizar acciones que brindan la sensación de alivio ante el malestar que produce la insatisfacción acumulada "Cualquier situación inacabada muy apremiante asume la dominancia y moviliza todos los esfuerzos disponibles hasta que la tarea se complete: entonces uno se desinteresa de ello, la consciencia se retira y es la necesidad apremiante siguiente la que reclama la atención. La necesidad no se hace apremiante de una manera deliberada, sino espontánea. La actitud deliberada, la selección y la planificación intervienen en el cumplimiento de una situación inacabada, pero la consciencia no busca el problema, sino que, de hecho, es idéntica al problema. La consciencia espontánea de la necesidad dominante y su organización de las funciones de contacto es la forma psicológica de la autorregulación organísmica"( PHG p. 64)

 

 Experiencia adictiva y suicidio

Los adolescentes en experiencia adictiva pueden aportar poca energía al campo, lo que contribuye a la organización de un campo estereotipado con patrones que sostienen la experiencia de ausencia en la frontera-contacto. En este caso, el terapeuta necesita desarrollar su paciencia para crear un bosque donde progresivamente florezcan experiencias novedosas. El silencio es el mejor acompañante del nacimiento de nuevas melodías relacionales, por eso, un apoyo adecuado por parte de terapeuta se caracteriza por pausas idóneas de silencio.

Las experiencias adictivas crónicas en adolescentes también son una de las causas detonantes de los intentos suicidas y suicidios consumados. Las experiencias adictivas producen tensión en la frontera-contacto, debido a la falta de apoyo por parte del entorno. La ausencia de los padres produce una experiencia de orfandad y desolación.

El campo que se conforma por la ausencia genera una privación afectiva que caracteriza a las familias en experiencia adictiva. Esto produce un escenario complejo de interacciones donde se co-crean ajustes creativos para responder al sufrimiento del self ante la experiencia del campo. La relación organismo/entorno produce una inhibición en la calidad del contacto y en las expresiones de espontaneidad del self. Se mantiene un constante desequilibrio en la regulación relacional que lleva a los jóvenes a mantener un estado de confluencia con el campo adictivo conformado por la familia y la comunidad.

De esta manera, los jóvenes van perdiendo su capacidad de responder espontáneamente a la novedad, esta restricción es apoyada por  un campo que no mantiene vínculos afectivos sólidos. El estado de confluencia impide a los jóvenes movilizar su energía hacia figuras novedosas que emergen del campo. Por el contrario, se mantienen enclaustrados en el sufrimiento afectivo y en los ajustes creativos anacrónicos con la finalidad de  anestesiar la vivencia de malestar.

El contacto en jóvenes que viven la experiencia adictiva es de baja intensidad  porque el campo se encuentra limitado por una interacción plagada de tensión, traumas  y sensación de vergüenza. El adolescente logra su  desarrollo a través del contacto con las novedades asimilables del entorno. Cuando su capacidad de responder espontáneamente ante el entorno se ve disminuida el proceso madurativo se ve comprometido. Los jóvenes necesitan aprender nuevas formas de interactuar con su entorno de manera que puedan satisfacer sus necesidades.

El sufrimiento que produce la experiencia adictiva y el aislamiento producen en el adolescente una estado de melancolía que va aniquilando las posibilidades de una vida plena. La desesperanza es también uno de los principales factores de riesgo relacionados con la conducta suicida. Con base, en estas condiciones, es  necesario que el terapeuta asuma una postura sensible que le permita percibir la brisa que anuncia el panorama nublado en la relación terapéutica, en este caso ambos trabajarán para sostener la experiencia hasta el punto que desate una tormenta, para posteriormente esperar que emerja un hermoso arcoíris. La experiencia estética nos permite direccionar nuestra intuición hacia acciones que apoyen la experiencia del adolescente.

 

Ideación suicida

La falta de novedad en la experiencia presente, genera que los introyectos operen de manera activa en la vida del adolescentes, es decir, se deja de establecer contacto con el entorno debido a los introyectos instaurados en la función personalidad del self, esta rigidez en los proceso en la Frontera-contacto, producen que el adolescentes contenga la excitación, creando una frustración constante y sentimiento de derrota. La ideación suicida es producto de una serie compleja de factores que acontecen en el campo, provocando pensamientos intrusivos y repetitivos sobre la incapacidad de ser feliz, la conducta suicida, el beneficio de su ausencia en el mundo, la inutilidad de su existencia, así como sobre objetos, circunstancias y condiciones para ejecutar el acto suicida.

El pensamiento autodestructivo aparece cuando el adolescente realiza la toma de contacto, encontrando la excitación suficiente para enfrentar al entorno, no obstante, se encuentra con una situación desfavorecedora que limita su proceso de contacto pleno. La frustración trae consigo una serie de pensamientos autodestructivos, conductas autolesivas o deseos de muerte. Todo esto es producto de una retroflexión, debido a la falta de apoyo para dirigir esa agresión hacia el entorno.

Miranda,(2009) señala cinco etapas aclarando que no necesariamente tienen que ser secuenciales:

  1. Ideación suicida pasiva,
  2. Contemplación activa del propio suicidio,
  3. Planeación y preparación,
  4. Ejecución del intento suicida,
  5. El suicidio consumado.

La ideación suicida es en parte, la manera en como los introyectos instaurados obstaculizan la manifestación de la excitación creativa, creando un estado de ansiedad nociva, que impulsa la tendencia suicida. La excitación no se dirige hacia nuevas experiencias sino que se mantiene ligada a introyectos, limitando la expresión de la excitación creativa, y dirigiéndola hacia el propio organismo a través de pensamientos derrotistas, ideación de muerte, y planeación de suicidio.

La ideación suicida es parte de la conducta suicida, forma parte de este eslabón que se inicia con una idea de cometer suicidio o el deseo de aniquilar una vida que contiene un sufrimiento inaceptable. En el caso de los adolescentes, cabe mencionar que la ideación suicida tiene una alta prevalencia sin que se llegue a consumar el acto. En el caso del comportamiento suicida no mortal es una de las ultimas llamadas presentes en la frontera-contacto.

 

Acompañamiento Gestalt en las tendencias suicidas

 

Comprender el sufrimiento que produce la vida

La hermenéutica es una teoría interpretativa que nos permite comprender la realidad construida a través de discursos y significados emergentes de la situación. No podemos reducir la Hermenéutica a la interpretación de textos y la comprensión de los hechos históricos, sino que podemos emplear sus bases en los procesos relacionales que nos permitan comprender la experiencia que acontece en el campo.

En el proceso hermenéutico debemos recordar que no existe una interpretación objetiva, sino que toda interpretación apela a un proceso intersubjetivo. El proceso de horizontalidad nos permite develar presupuestos que se encontraban ocultos a nuestra conciencia personal. En terapia Gestalt necesitamos incluir la dimensión histórica-relacional para interpretar las experiencias presentes en el campo. El terapeuta es un traductor que forma parte del texto (situación), pretende comprender y lo hace tomando en cuenta el ground de la relación.

En el caso de la tendencia suicida, es importante evaluar durante la sesión terapéutica el contexto hermenéutico donde la relación terapeuta/cliente es un texto, en el que cada uno aporta significados a partir del proceso histórico que está emergiendo de la situación terapéutica. La pauta suicida es una mensaje que se construye con una serie de significados en un contexto especifico, el terapeuta necesita descifrar el llamado de auxilio para superar las murallas del aislamiento.

Durante este proceso el terapeuta necesita incluir una dimensión reflexiva acerca de la repetición de los síntomas y patrones, como base del texto a interpretar. Además incorpora un proceso de reflexión temporal, que le permita discernir entre juicios legítimos e ilegítimos para el texto emergente. El terapeuta Gestalt toma en cuenta elementos como ritmo, movimiento, proximidad y temporalidad. La experiencia es efímera, por lo tanto, debemos comprender la temporalidad como una posibilidad de consentir el proceso de comprensión/creación de un texto.

Las tendencias suicidas que presentes los adolescentes son situaciones inacabas en un entorno desolador, es decir, son textos que necesitan ser interpretados. En Terapia Gestalt, buscamos comprender esta vivencia disfuncional como un ajuste creativo, para responder a las demandas del entorno. La interpretación del terapeuta es una búsqueda constante de sentido a la intencionalidad de la otredad. En la relación terapéutica se despliega una amplia gama de significados, por eso el terapeuta necesita captar de manera estética la totalidad de elementos que nos permita sintetizar el texto en la situación presente.

La ideación suicida es la manifestación de un campo donde prevalecen el sufrimiento y la desesperanza, estos son tan solo un síntoma del malestar que generan las situaciones inacabadas, dichas experiencias se encuentran descontextualizadas, razón por la cual, se vuelven repetitivas. El terapeuta buscará interpretar de manera intersubjetiva el significado relacional que tiene el síntoma presente en relación; por ejemplo, las autolesiones, las adicciones, los TCA y las conductas suicidas, porque todas estas acciones son mensajes que el adolescente envía al mundo. El terapeuta buscará comprender la petición que existe en el síntoma presente.

 

Aceptar al paciente en las condiciones actuales

La mejor manera de aproximarnos al campo es utilizando el método fenomenológico. Acercarnos a la experiencia del otro es la base para comprender la interdependencia que sucede en el campo fenoménico. El adolescente generalmente llega a terapia con mucha confusión emocional y problemas de identidad. El terapeuta mantiene una actitud fenomenológica que le permita comprender la experiencia del adolescente, apoyando el proceso de significación de la experiencia relacional.

El terapeuta necesita invitar al adolescente a construir un ground, donde la relación pueda sostener las experiencias dolorosas. Un espacio que tenga significado en la vida de ambos, un lugar común desde donde puedan construir nuevas oportunidades a nivel relacional. El trabajo con adolescentes generalmente inicia a nivel somático-cenestésico, para posteriormente abordar las esferas afectivas, relacionales y existenciales. En la tendencia suicida el adolescente presenta vínculos muy frágiles, por lo tanto, el trabajo relacional es fundamental para alentar los recursos creativos que aporten vitalidad y ayudan a construir un nuevo  panorama.

Trabajar desde una mirada de campo significa que el terapeuta se enfoca en el todo para posteriormente profundizar en experiencias particulares. Se toma en cuenta el campo unificado que incluye al medio ambiente, el momento histórico y la cultura. Considerando las interacciones como manifestaciones de un campo vibrante, donde todo está interconectado. El adolescente es siempre parte de un campo, y estos mantienen un movimiento perpetuo. El self es una manifestación del campo, que tiene la función de organizar la experiencia, necesidades e intereses que surgen de la situación.

El terapeuta gestalt aprende a soltar el control, aceptando que todo lo que sucede en la sesión terapéutica es producto de la dinámica del campo. Permite que las cosas sucedan, en lugar de forzar las situaciones hacia el objetivo que tiene en mente. La paciencia es fundamental para permitir que se forme una figura clara, manteniendo la atención en lo que sucede en el campo. En el caso de los adolescentes en experiencias depresivas o con tendencias suicidas podemos ver como la paciencia es una muestra fehaciente de la fe que tiene por el otro, este aspecto es fundamental para la confirmación del valor y aprecio por la vida del adolescente.

La creatividad necesita estar impulsada por la excitación suficiente, para movilizar al adolescente hacia la novedad emergente. La intersubjetividad que sucede en el campo apoya el surgimiento de nuevas posibilidades que permiten al adolescente asumir riesgos y establecer un contacto profundo con el entorno. La movilización puede ayudar al adolescente a establecer contacto con el entorno y destruir las experiencias emocionales, de manera que pueda asimilarlas e ir creciendo en su personalidad.

La experiencia de campo provoca una interdependencia entre el terapeuta y el adolescente, ambos se ven afectados a través del proceso de alteridad. Las manifestaciones del sufrimiento son experiencias de campo, por eso, el terapeuta necesita aproximarse estéticamente a la situación. Esta conciencia de interdependencia es fundamental para superar el estado de aislamiento, pero principalmente para brindar un sentido de universalidad del dolor, dando paso a la compasión y la fraternidad.

El terapeuta explora la situación inmediata que sucede en la relación con el adolescente, para procurar la ampliación de conciencia, con respecto a la vivencia. El terapeuta ayuda al adolescente a aceptar y profundizar en la vivencia que emerge de manera espontánea, el propósito es lograr una mayor comprensión de la experiencia acercándose hacia la novedad. Se evita tener una actitud resolutiva ante la problemática, es decir, no se trata de cambiar la conducta, sino de comprender la vivencia.

Se trabaja en el presente porque ayuda al adolescente a mantenerse en la situación, dejando del lado la experiencia traumática que obstaculiza el awarenes. Trabajamos sobre el proceso que sucede, y no solo con el contenido que expresa el adolescente. La Terapia Gestalt no busca solucionar problemas o modificar conductas. Sin embargo, el trabajo terapéutico puede favorecer un crecimiento saludable en el adolescente. Destruir la experiencia presente también ayuda a reestructurar los introyectos  a través de nuevos aprendizajes experienciales, que le permitan salir de la desesperanza.

 

Superar el estado de soledad involuntaria

Los adolescentes con tendencia suicida se encuentran presentes en contextos donde los vínculos son muy frágiles, esto provoca que van desarrollando problemas en la relaciones interpersonales e intimidad afectiva. Lo anterior se encuentra íntimamente ligado a las ideaciones e intentos de suicidio. La ausencia o fragilidad de los vínculos interpersonales, provoca una profunda soledad que a la larga puede decantar en un acto suicida.

La dificultad para establecer contacto interpersonal afecta la calidad de vida del adolescente de las siguientes maneras: introyectos, percepción negativo de los otros, e inhabilidad social. Los adolescentes presentan una pauta rígida enfocada en la devaluación interpersonal, que se manifiesta como una actitud negativa hacia sí mismo en relación con los otros, alejamiento de las actividades sociales, evitación de pertenecer a grupos, desinterés colaborativas. El aislamiento es producto de las experiencias traumáticas y la vergüenza que sean vivido en el pasado, creando un desconocimiento de los otros ocurre por la incapacidad de comprender la experiencia de alteridad. La inhabilidad social se expresa en la escases de vínculos afectivos.

La ausencia en la frontera-contacto trae como consecuencia actitudes de  inseguridad emocional, vergüenza, soledad y aislamiento. Durante la adolescencia la falta de habilidades interpersonales se asocia al desarrollo de ideación e intentos suicidas. El trauma infantil se expresa por medio de pensamientos de autodevaluación, desconocimiento y desequilibrio emocional. El adolescente no puede actualizar su experiencia, debido a que evita tener un contacto pleno con el entorno, debido a las experiencias pasadas.

Los problemas para establecer vínculos perdurables, provoca una percepción negativa de su interacción con el entorno, esto afecta la función personalidad. Los conflictos interpersonales se convierten en situaciones descontroladas que producen una fuerte tensión en la frontera-contacto, hasta llegar al punto de ser una condición insoportable que lleva al adolescente a ausentarse, debido a la falta de apoyo que encuentra cuando intenta aparecer en la frontera.

La soledad no es una decisión personal, es una experiencia imprevista que se caracteriza por la exclusión y la imposibilidad de encuentro con la otredad. La soledad involuntaria es una de las principales pausas de la depresión profunda y las tendencias suicidas. Lo anterior no significa que la soledad sea una experiencia negativa, sin embargo cuando se presenta de manera crónica afectando las relaciones sociales y la capacidad de recibir apoyo. En este sentido la frontera-contacto se encuentra ausente por parte del entorno, el adolescente aparece pero los demás no llegan al encuentro, y viceversa cuando otros aparecen en el frontera, el adolescentes se encuentra tan decepcionado que no intenta establecer contacto.

La soledad está ligada a la melancolía cuando se presenta por la falta de apoyo por parte del entorno, situación que provoca una sensación de vacío e incertidumbre. La indisponibilidad de los adultos y pares, es la base para la configuración de relaciones ausentes que van creando creencias autodevaluativas que se van consolidando como obstáculos hacia la expresión espontanea de sentimientos. En las tendencias depresivas existe una soledad donde predomina los sentimientos de privación ligados a la ausencia de apoyo e intimidad afectiva, así como sentimientos de vacío y desesperanza.

El sufrimiento es una dolor emocional en soledad, la falta de apoyo, genera una vivencia de soledad que puede estar matizada por 3 perspectivas:

  1. Una soledad insoportable que provoca un vacio y deseo de morir.
  2. Una soledad que provoca tensión e incertidumbre.
  3. Una soledad que provoca resignación.

La tendencia suicida esta vincula con estas 3 pautas de soledad, pero se acentúa en la soledad insoportable que provoca vacío y deseo de morir, porque el adolescente se percibe muy frágil, incapaz de alcanzar las expectativas del entorno, por esa razón siente vergüenza y culpa. La soledad nos atrapa de tal manera que todos los pensamientos negativos se convierten en una experiencia somática que nos invita a la rendición y el abandono del deseo de contacto, es decir, de vivir. La falta de contacto que provocando que la vida se vaya diluyendo lentamente hasta que llega un punto donde solo se necesita un chispazo de energía para que la vida se consuma abruptamente.

El acompañamiento terapéutico está enfocado en co-crear un campo donde el adolescente recupere la confianza de volver intentar manifestarse en la frontera-contacto, esto se produce a través de un encuentro que nos rescate de la soledad y la indiferencia. El contacto le brinda al adolescente un nuevo ajuste-creativo para actualizar su perspectiva sobre los demás. El terapeuta necesita mantener la fe en el paciente y una constante vigilancia de la relación.  Porque, la apuesta terapéutica esta en lograr una relación que pueda soportar las expresiones agresivas contenidas, las ausencias, la indiferencia e incluso la desesperanza, para crear un nuevo horizonte, donde el adolescente vaya recuperando la confianza en el entorno, a través de la paciencia y perseverancia del terapeuta para sostener la barca de la relación a pesar de todas las tormentas que puedan pasar durante el proceso terapéutico.

 

CO-crear momentos de belleza para alcanzar la creatividad

Las experiencias depresivas profundas son causas por experiencias dolorosas como el duelo, la soledad, la exclusión o la melancolía. Por otra parte, el dolor es un proceso adaptativo, que permite al organismo estar atento de los aspectos del entorno que están produciendo la necesidad de realizar un ajuste creativo  para evitar que se produzcan alteraciones graves o patológicas. Aniquilar el dolor pone en riesgo al organismo, produciendo insensibilidad  y creando un estado patológico. Hay familias donde el dolor se encuentra aniquilado, produciendo una experiencia de anestesia y ausencia. 

El dolor permite la movilización del organismo, le ayuda a reordenar a todas sus prioridades y conformar una figura clara que permita la actualización. Cuando el dolor es contenido, se produce una experiencia de sufrimiento con significados e implicaciones internas y externas, tanto a nivel individual como colectivo. El sufrimiento genera un desgaste constante a nivel físico y emocional, el dolor contenido va paralizando al adolescente; provocando un estado de evitación estereotipada de situaciones y/o actividades que tengan el potencial de producir dolor.

El dolor contenido se pone de manifiesto a través del sufrimiento que afecta a las personas en experiencias depresivas profundas. No obstante, el sufrimiento es la guía para acercarse a la experiencia de dolor que reactiva la vivacidad en el campo. El sufrimiento es una manifestación de muerte, es la destrucción de la vivacidad, y es una situación que limita la capacidad para disfrutar la vida. 

El dolor y el sufrimiento son una parte inherente de la existencia, el dolor representa la crisis que produce la vida. Por su parte, el sufrimiento es la aniquilación de la vivacidad ante la experiencia, afectando su capacidad para responder al dolor. La templanza ante el dolor es la capacidad para resistir el sufrimiento, la existencia nos permite encontrarnos con el dolor y la belleza para co-crear la vida. 

El sufrimiento es contrario a la belleza porque produce parálisis y analgesia, que aunque se genera en respuesta al dolor, hace lo mismo con las experiencias de satisfacción y placer. Por lo tanto, el adolescente con tendencia suicida mantiene en una experiencia de sufrimiento va deteriorando su capacidad estética para apreciar la belleza que produce felicidad. 

El trabajo terapéutico busca cultivar el dolor para apoyar la recuperación de la capacidad estética en la relación terapeuta/adolescente. La restauración de las funciones de contacto ayuda a mantener la presencia en la frontera de contacto. Con respecto a esto, Francesetti (2013) se refiere al “sufrimiento psicopatológico como ausencia y no como dolor”. La presencia sustenta la capacidad del adolescente para actualizarse ante las condiciones del campo. 

En el caso del sufrimiento de adolescente con tendencia suicida,podemos identificar un llamado o una petición de ayuda para salir adelante. Podemos decir que el sufrimiento es un grito sigiloso, es un llamado de auxilio para una experiencia que parece insoportable y perpetua. El sufrimiento apoya nuestro proceso de templanza, nos ayuda a mantenernos de pie ante la fragilidad que experimentamos al ser conscientes de nuestros límites.

El terapeuta necesita atender a la experiencia de dolor del adolescente, permitiendose sentir la herida a través de la mirada del otro. Una herida que por instantes pertenece al between co-creado en la relación organismo/entorno. El sufrimiento es una manera de perder paulatinamente los momentos que producen belleza y vitalidad. 

El terapeuta asume el riesgo de aproximarse al dolor y al sufrimiento. Expone su propio dolor en la frontera-contacto, con la finalidad de promover la energización del campo. El sufrimiento genera interrogantes, peticiones de apoyo que no encuentran resonancia. En el silencio podemos contemplar el dolor que no tiene voz, pero que resuena en el campo. El sufrimiento no es una realidad que necesita ser comprendida, sino una experiencia donde necesitamos adentrarnos para vivir la incertidumbre para permitir que emerja el dolor que se encuentra contenido.

La actitud estética es fundamental para apreciar los fenómenos que acontecen en el campo. El terapeuta busca identificar la intencionalidad de contacto del adolescente. La actitud estética guía el trabajo terapéutico porque brinda un rumbo basado en la intuición para comprender a nivel sensorial la experiencia de sufrimiento. El terapeuta busca resonar constantemente ante lo que sucede en la frontera-contacto, tomando como medida de soporte la resonancia para apoyar la intencionalidad de contacto que se encuentra bloqueada. 

El dolor presente en el campo, nos ayuda a construir una experiencia de compasión, que consiste en la capacidad de reaccionar humanamente ante el sufrimiento del otro. Para lograr cultivar la compasión hacia el otro, es necesario experimentar el propio dolor, esto aumenta nuestra capacidad para lograr la compasión hacia uno mismo. La compasión recíproca apoya a la co-creación de un campo de confianza. 

La compasión no nos convierte en víctimas del sufrimiento; al contrario, nos ayuda a reaccionar al sufrimiento en el campo, sin internalizarlo como si fuese propio.  El terapeuta se encuentra con el dolor del campo, y apoya la intencionalidad de contacto por medio de la manifestación y revelación su propia experiencia de dolor, con el propósito de alcanzar un estado de confluencia momentánea que aporte novedad a la frontera-contacto. La compasión genera fraternidad en la relación, co-creando una nuevo horizonte que ofrezca una nueva perspectiva al adolescente que se sentía en el abismo.  

Cuando los terapeutas asumen el sufrimiento del campo como una experiencia personal, es fácil que lleguen a sentirse deprimidos o enfermos, por lo que deben evitar tomarlo como un asunto personal o una obligación. Es necesario aprender a sentir compasión, sin ser rebasados por nuestros propios miedos y/o asuntos inconclusos. Permanecer presente en la frontera de contacto apoya al terapeuta a ser sensible al sufrimiento del campo. Cuando somos conscientes del sufrimiento, no se requiere una acción técnica específica. El terapeuta mantiene una actitud contemplativa nutrida de paciencia y perseverancia. 

La analgesia en la que viven los adolescentes en sus contextos cotidianos les dificulta mostrarse sensible y cultivar la compasión. Los miembros de la familia del adolescente con tendencias suicidas, generalmente temen que la compasión los vuelva vulnerables o que les impida superar sus problemas: muchas veces los adolescentes mencionan que tienen temor de mostrarse sensible, porque creen que otros se aprovecharán si se muestran sensibles. 

La seguridad es un requisito para cultivar la compasión, dado que es más sencillo mostrarse sensible al dolor del otro cuando nos sentimos seguros en la relación terapéutica. Para desarrollar un campo de confianza es necesario que los miembros se sientan seguros y respetados. Es importante que el terapeuta no se sienta obligado a ser compasivo porque a menudo esto provoca autocrítica y juicios que obstaculizan el surgimiento de la compasión de manera genuina.

El apoyo a la intención de contacto promueve la compasión y la creación de posibilidades, se abre un nuevo horizonte, esto moviliza al campo permitiendo que el adolescente recupere la capacidad de reaccionar para destruir las experiencias de dolor y sufrimiento. La agresión que se estaba dirigiendo hacia si mismo, se direcciona hacia el entorno para destruir las experiencias inacabadas, de tal manera, que el adolescente pueda establecer un contacto pleno con el entorno y asimile nuevos recursos para disfrutar la vida.

 

Crear nuevas formas de vivir

La estética es un recurso que permite al adolescente tomar conciencia de su singularidad, pero también de su interdependencia con el entorno. La persona se construye en relación con el otro, el organismo es un proceso de regulación relacional, de modo que la experiencia encarnada está en co-creación con su entorno. El deseo de morir se debe a la imposibilidad de apreciar las novedades presentes en el entorno. Sin embargo, la estética no solo tiene que ver con la belleza o el arte, sino que se concentra en las formas en que las personas construimos significados desde nuestra vivencia.

La tendencia suicida en adolescente produce una modificación en la conciencia somática, que limita la capacidad de apreciar una realidad integral que incluya el conocer, sentir, pensar e imaginar. El terapeuta Gestalt estará al pendiente de las cualidades estéticas presentes en la experiencia de sufrimiento del adolescente, para alcanzar significados desde la relación de nuestro cuerpo.  El acompañamiento Gestalt tiene como base la sensibilidad para contemplar la belleza de las experiencias que suceden en el campo, y lograr una conciencia subjetiva que nos permite tener posibilidades de co-crear nuevas formas distintas al suicidio.

El adolescente viene de una cautiverio de desesperanza, la presencia del terapeuta enciende un nuevo que brinda nuevo brillo la relación, generando nuevos significados, además posibilita alcanzar una comprensión más amplia de la experiencia singular que sucede en el campo. La relación terapéutica invita a la exploración de  la novedad presente en el campo, y sobre todo explorar cómo la experiencia presente aporta excitación al campo, generando una tensión entre las fuerzas impulsoras de la movilización y las fuerzas de resistencia al mantenimiento de la condición actual. Existe una lucha entre la posibilidad de completar las experiencias inacabadas o rendirse.

La terapia es un espacio donde se manifiesta el devenir entre finitud de lo que sucede y la ampliación de conciencia que apoya a la movilización de las categorías existentes hasta ese momento. Es entonces cuando el adolescente  toma conciencia que sus introyectos. El adolescente  se define temporalmente en la inmediatez de lo que es, como una mediación entre la experiencia interior que se ve afectada por la presencia de los otros; formando un espacio singular que activa la potencialidad de lo que puede ser, y no ha sido hasta ese momento o no ha podido asimilar.

La estética genera un estado de inocencia que va más allá de los juicios morales, y que permite una mejor conexión con los fenómenos que se producen en la interacción con el entorno. La estética es una experiencia de identidad temporal que crea posibilidades de interfaz entre lo corporal y lo psíquico. Los adolescentes que tienen experiencias de sufrimiento han olvidado la inmediatez porque viven con premura anhelando la idea de aniquilar el sufrimiento que produce la vida. Esta idea obstruye la vía sensorial al camino de la belleza. El camino hacia el desarrollo estético está construido de agresión, destrucción, dolor y desgarramientos. Para alcanzar la creatividad y la belleza es necesario vivir intensamente todo lo que ha quedado lejos de la conciencia debido al miedo de enfrentarlo.

El sufrimiento con tentativa suicida se siente en el campo, es entonces cuando el terapeuta atiende a la experiencia estética desde la inmediatez, resonando somáticamente a la situación que presenta mayor intensidad. El campo se manifiesta desde la más profunda intensidad, y convierte el dolor contenido en un instante de presencia estética. La sesión terapéutica puede ser una tarde gris o una noche tenebrosa, pero si el terapeuta y consultante sostienen la experiencia de dolor pueden alcanzar a presenciar la hermosura del alba por la mañana. La experiencia estética no aniquila el dolor, pero permite que el dolor se pueda transmutar de sufrimiento a belleza. Pasamos de un dolor en soledad, a un dolor que promueve la fraternidad.

El Adolescente  siente tanto dolor que ha buscado aniquilarlo hasta la raíz (acabando con su vida). No obstante, el dolor se queda guardado y progresivamente se convierte en sufrimiento. El terapeuta Gestalt sabe que el dolor es una fuerza impulsora que energiza y moviliza al campo. El dolor tiene un enorme poder, porque contiene una gran cantidad de energía y necesidades no expresadas. Por lo tanto, es necesario recuperarlo y sostenerlo en la frontera-contacto para que se pueda alcanzar una experiencia momentánea de belleza y completud.

El terapeuta se convierte en un artista co-creador de situaciones que permitan el surgimiento de instantes donde lo ordinario entra en una nueva dimensión basada en la experiencia sensorial. El terapeuta es un artista que manifiesta su ser y su ground, en favor de un campo actualizante. La obra de arte está en la relación que se va co-creando entre las aportaciones artísticas del terapeuta y el consultante, es un poema a dos voces. Una melodía de vida, que sobresale de un fondo experiencia fúnebre.

El terapeuta asume riesgos que promueven una resistencia a la tendencia inherente al campo. Las revelaciones que realiza el terapeuta a nivel estético favorecen la creación de nuevas posibilidades al campo. La vida es una posibilidad real, en el encuentro con el otro, la muerte se va al fondo, quedando como una posibilidad mas en la vida del adolescente, y no como una figura tormentosa que obstaculiza la capacidad para disfrutar la vida.

Las experiencias depresivas reducen el lenguaje lo vuelven restringido y  estereotipado. La voz se va apagando, como la esperanza por seguir adelante con la vida. Por su parte, el lenguaje poético nos permita lograr expresiones integradas de aspectos  polarizados, con amplios matices emocionales, experiencias contradictorias, oxímoron, figura/fondo, realidad/fantasía, atemporales, etc. Ante el dolor ajeno y el deseo de muerte, no existen palabras suficientes para describir la experiencia de compasión por parte del terapeuta, por eso, la contemplación terapéutica o el lenguaje poético son formas estéticas de responder ante la belleza del dolor ajeno. La poesía es la posibilidad de dialogar de corazón a corazón, creando un campo que se reconfigura para irse armonizando al ritmo de la hermandad, las bellas palabras y de la danza de los cuerpos en conexión.

La tentativa suicida del adolescente se convierte en una posibilidad para transformar el dolor en un poema. Durante el proceso van surgiendo nuevas formas de estar en el mundo, lentamente el cliente va superando su postura de sobrevivencia para aprender nuevas formas de convivencia en el contexto presente. De acuerdo con lo anterior los teóricos fundadores mencionan lo siguiente “un poema  resuelve un problema que puede ser resulto solamente por la invención verbal, mientras que la mayoría de las hablas se dan en situaciones en donde, la solución necesita otros tipos de comportamiento, una respuesta de quien escucha, etc. Se deduce de esto que, en la poesía, en donde toda la realidad debe ser transmitida a través del habla, la vitalidad del discurso se acentúa; hay más ritmo, es más precisa, está más cargada de sentimientos, mas dotada de imaginación. Y lo que es aún más importante es que el poema tiene un principio, una mitad y un final; acaba la situación” ( PHG p. 128)

El acompañamiento terapéutico se convierte en un mosaico multi-experiencial de aspectos que son aportados por el adolescente y el terapeuta, por la relación y finalmente por la situación. Encontrar un lugar común, es la base para construir un horizonte donde se puede visualizar la esperanza. El adolescente está cansado de su manera de vivir, ha dejado de disfrutar la vida porque ha ido perdiendo su capacidad sensible, por estar atrapado en las experiencias pasadas.

La posibilidad de muerte, es un acto creativo para llamar establecer las ultimas llamadas de contacto antes de rendirse. La terapia se convierte en un proceso creativo que busca la sincronicidad, con base, en las coincidencias que aparecen entre el organismo y el entorno, la situación presente. La terapia es un juego sincronizado que promueve la formación de nuevas maneras de relación en el contexto. Aprender a jugar y divertirse de forma espontánea, es parte de los objetivos de la  terapia Gestalt.

La mirada poética aporta nuevas formas de sostener el dolor en la frontera-contacto. Tal como lo menciona Laura Perls "Este proceso se podría comparar con el de crear una obra de arte (la expresión más noble de la experiencia humana integrada e integradora). Nos damos cuenta del conflicto que existe entre nuestras múltiples experiencias incompatibles e indomables en el momento en que llegamos a tener disponibles unos medios que nos permitan transformarlas e interpretarlas.” (p. 97).

Finalmente la experiencia poética que sucede en la frontera-contacto supera el soliloquio mental con que lleva el adolescente, la tentativa suicida limita el lenguaje y la capacidad creativa. Por esa razón, la poesía es una posibilidad para reaccionar de manera compasiva a la experiencia que sucede en el campo.  La poesía tiene una plasticidad especial que permita que la personalidad abra senderos que se encontraban clausurados a la conciencia. La poesía módica la sensibilidad para apreciar la belleza presente en el mundo.

 

 

Fases del Acompañamiento Terapéutico

 

Fase I

construyendo un refugio de esperanza.

Durante esta fase del proceso el terapeuta enfoca sus esfuerzos en invitar al paciente a permanecer en el tratamiento, a intentar encontrar un espacio en el mundo donde pueda encontrar confianza y apoyo. Para esto, el terapeuta necesita asumir una postura genuina y humilde para aproximarnos de una manera mas humana, superando nuestros prejuicios y teorías a cerca del tema. Es importante validar la historia del cliente, porque a través del contenido podemos comprender mejor su camino hacia el intento de suicidio. Posteriormente necesitamos profundizar en la experiencia de alteridad intersubjetiva para lograr develar la figura que vamos co-creando en la situación terapéutica, formando una tercera entidad propia de los procesos del self. Lo anterior brinda un refugio relacional para superar los estados de soledad, vergüenza, aislamiento y desesperanza.

Dentro de esta fase vamos construyendo juntos un espacio seguro dentro y fuera del consultorio para atender a las situaciones de riesgo suicida. El trabajo terapéutico se orienta a recuperar la esperanza en la otredad, como inicio de revalorizar a la propia vida. El terapeuta necesita presentar mucha atención a las acciones que movilizan al campo a la formación de formas tendientes al suicidio. En ocasiones la participación del terapeuta puede activar impulsos suicidas en el paciente. Con base, en lo anterior se requiere que el terapeuta constantemente asuma una perspectiva de acompañamiento terapéutico basado en la situación, es decir, es una meta posición que le permita evaluar cómo va evolucionando la relación dentro de la experiencia donde prevalece o no el impulso suicida.

Fortalecer la confianza e intimidad dentro del proceso terapéutico, ayuda a fomentar una serio de contactos que van configurando una relación de fraternidad entre el terapeuta y el adolescente. Esto aumenta la sensibilidad, permitiendo que haya mayor awareness de los recursos disponibles en la situación. Esto permita que el adolescente pueda reconfigurar su percepción sobre el entorno y posiblemente sobre el futuro. Una vez que la relación terapéutica puede sostenerse en la Frontera-contacto, existe una mayor conciencia de los recursos contextuales propios de la situación. Esto resulta en una conciencia de las posibilidades que aporta la vida, en contraste con las ideas desoladoras que caracterizan a la tendencia suicida.

 

Fase II

Arcoíris de experiencias

Durante esta fase el trabajo terapéutico se enfoca en desarrollar nuevas formas de hacer frente a las situaciones angustiantes de la vida. Pero buscando contemplar de manera amplia la vida de la persona, y acentuando los aspectos que son relevantes en el momento presente. Generalmente el paciente mantiene una visión dicotómica de blanco o negro, pero en realidad la experiencia es mucho más compleja. Por lo tanto, el terapeuta buscará explorar las nuevas formas que se van configurando a través de los procesos del self, para superar el hiper-enfoque en la tendencia suicida. Como nos menciona Mann " Puede parecer una trágica ironía que si la lente con que vemos al cliente esta indebidamente coloreada por temas de suicido o de autolesiones, podemos mantener un nivel más alto de esos mismos riesgos mantenido proactivamente el estar acechando su presencia en el terreno de la relación" (Mann p. 436). Con base en esto, buscamos profundizar en las experiencias que hacen figura en el momento y que promueven la intencionalidad de contacto, en el momento presente.

Es necesario fomentar un equilibrio que pueda armonizar de manera integral la vida de la persona, esto permitirá que pueda desarrollar nuevos ajustes-creativos para hacer frente a los momentos difíciles y a las tendencias suicidas. Ampliar el espectro de colores de la vida, es fundamental para re-significar experiencias inacabadas para dar paso a aun arcoíris que contenga nuevas posibilidades que aporten, creatividad, esperanza y fraternidad. Estos nuevos colores aportan luz, a los momentos más sombríos que vive la persona, dando paso a nuevas posibilidades en la función yo del self, permitiendo recuperar los procesos volitivos para aumentar la regulación emocional sin acudir a la desesperación y desesperanza.

 

Fase III

Sufrimiento, compasión y esperanza.

El sufrimiento que produce la tendencia suicida produce perturbaciones en el funcionamiento espontaneo del Self. La agresión contenida a través de las situaciones inacabadas, provocan que la excitación contenida provoque una fuerte tendencia hacia inquietud, malestar, aislamiento y retroflexión, generando que esta agresión sea dirigida hacia el propio organismo, como respuesta a un profundo sentimiento de desesperanza. La ausencia en la frontera-contacto provoca tensión y sufrimiento, este malestar afecta al espontaneidad, provocando conductas impulsivas que pueden decantar en un acto suicida. Por esta razón, el trabajo terapéutico se debe enfocar en la regulación de la experiencia de frustración, rabia y agotamiento. El terapeuta necesita aportar espontaneidad al campo, fomentando nuevos parámetros para la expresión de sentimientos, que aporten nuevas experiencias emocionales, que alienten la compasión, promoviendo un cambio en sus relaciones interpersonales, de tal manera, que se pueda lograr un nuevo horizonte donde se puedan apreciar aspectos valiosos de la vida.

Conforme las situaciones inacabadas sean atendidas, el adolescente será capaz de lograr una mejor regulación de su impulsividad, principalmente en cuanto a los impulsos suicidas se refiere. La atención necesita ser integral, y no focalizada en las tendencia suicidas, porque de esta manera, se puedo promover un soporte adecuado a nivel interpersonal y social. Creando nuevas redes de soporte social que sean accesibles, así como la capacidad para pedir ayuda y solucionar los problemas cotidianos. La compasión dentro del proceso terapéutico impulsa un fuerte sentimiento de fraternidad, permitiendo que el deseo de morir, se vaya diluyendo en la esperanza de encontrar nuevas posibilidades en un entorno donde existe el apoyo necesario. De lo contrario, puede prevalecer una fuerte sentimiento de vergüenza, que impulsa el deseo de desaparecer de este mundo, o dejar de ser una carga para los demás. La fraternidad se valida, como un interés genuino del terapeuta por apoyar al adolescente en los momentos más difíciles, por estas razones, será importante establecer contacto vía telefónica o a través de mensajes escritos o correos electrónicos.

 

Fase IV

La belleza de lo cotidiano

Finalmente se propicia el desarrollo de las cualidades estéticas dentro del proceso terapéutico, como una posibilidad de aportar vitalidad a los proceso del self, permitiéndole recuperar la espontaneidad y regulación de la excitación hacia las novedades presentes. Conforme existe una mayor sensibilidad y receptividad por parte del entorno, esto alimenta la capacidad creativa del adolescente para responder a las condiciones cotidianas. Es importante realizar un acompañamiento hermenéutico -fenomenológico que nos permita comprender la función de las pautas suicidas, para brindar un apoyo adecuado que le brinde la oportunidad de una respuesta motora que promueva el bienestar y el contacto profundo. Durante el proceso, el terapeuta necesita evaluar como direcciona la excitación el adolescente, de lo contrario, alguna experiencia emocional puede dirigirse hacia un acto suicida, aunque en un principio no haya sido pensado de esa manera.

Las gestalts fijas van a empujar para ser resueltas en el momento presente, esto es un gran apoyo para enfocarse en la experiencia actual, movilizando los recursos disponibles en el contexto para salir del cautiverio de la desesperanza, y encontrar un nuevo sentido a la vida, a través de la relación presente. El pasado ha sido doloroso, incluso el presente puede estar plagado de conflictos, pero existen posibilidades, recursos y apoyos para recobrar el deseo de vivir.  Debemos superar la perspectiva que la tendencia suicida debe solamente a heridas del pasado, porque algunas de las experiencias traumáticas en el caso de los adolescentes se encuentran vivas y sangrando, por eso, el terapeuta necesita ser muy respetuoso de las conductas de riesgo que presenta el adolescente, para aportar nuevos recursos que ayuden a que la intencionalidad del adolescente sea encausada de una manera más saludable.  Disfrutar de la belleza cotidiana es el propósito central del trabajo con adolescentes que presentan una tendencia suicida. Co-crear un campo armonioso aunque en el fondo halla nubarrones y turbulencias, es la base para la formación de figuras nítidas, llenas de belleza y esperanza.

En este momento la relación esta lista para asumir riesgos, y salir de la seguridad que produce la confluencia con lo pasado. De acuerdo con lo anterior podemos recobrar las palabras de los fundadores" Lo que corrientemente se llama “seguridad” consiste en agarrarse a lo que ya no se siente, rechazando el riesgo a lo desconocido que implica sumergirse en la satisfacción, e instalarse en la desensibilización y en la inhibición motora. Es el miedo a la agresión, a la destrucción y a la pérdida, lo que desemboca, naturalmente, en una agresión y una destrucción no conscientes dirigidas tanto hacia dentro como hacia fuera." ( PHG. p. 13)

Para disfrutar la belleza de lo cotidiano es necesario que el adolescente aprende a asumir riesgos que no sean peligroso para su vida, toda novedad implica un riesgo a nivel emocional. Lamentablemente muchos jóvenes tienes ajustes-creativos que resultan peligrosos para su bienestar, en el caso de las tendencias suicidas, estos peligros atentan contra la vida.  La tendencia destructiva primero destruye la capacidad de vinculación, provocando un aislamiento estéril que lleva al adolescente a un profundo vacio y pérdida del sentido de vida. Por eso, el trabajo terapéutico está enfocado en dirigir la agresión hacia un entorno receptivo que le permita armonizar su experiencia emocional, permitiendo recuperar la regulación de los procesos volitivos del adolescente.

 

Fase V (Prevención de recaídas)

Polaridades

Desesperanza, Experiencia Anacrónica y Repetición

Esperanza, Experiencia contemporánea y Posibilidades,   

Las experiencias depresivas crónicas y las tendencias suicidas, pueden tener una presencia recidivante que se mantiene incubada debido a los procesos neurobiológicos y contextual que vive la persona. En terapia Gestalt el trabajo se enfoca en los procesos de la frontera-contacto, que suceden entre el organismo y el entorno. Sin embargo, existen momentos donde las experiencias inacabadas toman nuevamente relevancia provocando desesperanza en el adolescente, además de una experiencia de confluencia con experiencias pasadas( generalmente traumáticas) que llevan a la repetición de patrones tendientes hacia las actitudes suicidas. Estas recaídas son parte del proceso, por lo tanto, el terapeuta necesita evaluar de manera intrínseca y extrínseca, para evitar propiciar situaciones que apoyen a la co- creación de una experiencia suicida en el campo Organismo/entorno.

El terapeuta debe tomar en cuenta pautas relacionales que impulsen la reaparición de experiencias traumáticas que obstaculizan el proceso de awareness. Debemos tomar en cuenta lo siguiente " Existe una sucesión traumatizante de momentos más o menos frustrantes y peligros, durante los cuales la tensión del sentimiento y el carácter peligroso y explosivo de respuesta se intensifican progresivamente , así como, en general, su inhibición, hasta que, en un interés económico, el sentimiento y la respuesta se repriman. (PHG)

Estas experiencias re-traumatizantes provocan que el adolescente quede en confluencia con las vivencias pasadas y repita patrones caracterológicos que ha desarrollo como forma para responder a las condiciones adversas. Sin embargo, los fundadores nos dicen lo siguiente "No es el trauma lo que atrae a la repetición, como pensaba Freud. Es el esfuerzo repetido del organismo para satisfacer su necesidad, lo que lleva a la repetición, pero este esfuerzo es, repetidamente, inhibo por un acto deliberado actual. En la medida en que la necesidad llegue a expresarse, utiliza técnicas pasadas de moda. Si el sentimiento es descargado, podría o no revivir momentáneamente la antigua escena, pero en cualquier caso va a buscar inmediatamente una satisfacción actual. ( PHG)

En el caso de las experiencias suicidas, es más relevante “el cómo” más que “el porqué” del proceder del adolescente, por este motivo, pone énfasis principal en lo que sucede aquí y ahora, en lugar de explicar los motivos que acontecieron allá y entonces. Se invita al adolescente a  desarrollar una conciencia plena de lo que está sucediendo en el momento presente, incluso cuando narra aspectos relevantes del pasado. En todo momento la terapia se encuentra centrada en el presente a través de invitar al cliente a vivenciar a partir de la expresión de situaciones inacabadas en el contexto actual. Este acompañamiento  permite al adolescente recuperar esperanza, atendiendo a la experiencia contemporánea, del tal manera, que pueda actualizar su experiencia y responder de manera proporcionada a la vivencia que acontece aquí y ahora.  Los apoyos presentes en la experiencia contemporánea permiten nuevas posibilidades a nivel del self, que amplían el panorama de esperanza en el adolescente, provocando que los impulsos suicidas dejen de ser figura para irse al fondo experiencial. El trabajo puede ser circular, por esa razón, el terapeuta Gestalt necesita realizar un diagnostico procesal que vaya direccionando su acompañamiento terapéutico para prevenir las recaídas en las conductas suicidas.

 

Tareas terapéuticas

Podemos concluir que las tareas del terapeuta en el trabajo con adolescentes que presentan conductas suicidas son las siguientes:

  1. Favorecer el proceso de diferencia entre el adolescente y su entorno. Apoyar el proceso de inclusión dentro de una relación terapéutica.
  2. Flexibilizar los proceso en la frontera-contacto para asumir riesgos de acuerdo a las condiciones presentes.
  3. Fomentar los procesos estéticos para lograr mayor creatividad ante los retos de la vida.
  4. Confirmar las necesidades del adolescente, y brindar el soporte necesario para sostenerse en la frontera-contacto.
  5. Favorecer la expresión espontánea de sentimientos por parte del adolescente, ampliando el espectro de tolerancia hacia estados de frustración y desesperanza.
  6. Ayudar a encauzar la excitación contenida hacia figuras novedosas que impulsen conductas que promuevan el crecimiento y la vida.
  7. Establecer un ritmo regulado que permita al adolescente identificar las necesidades emergentes, movilizando su excitación hacia acciones congruentes con la experiencia presente.
  8. Flexibilizar los proceso de la función Yo y función personalidad, con base en los proceso contemporáneos que suceden en la Frontera-contacto.
  9. Realizar un diagnóstico procesal para identificar la polaridad esperanza/desesperanza.
  10. Promover intervenciones que apoyen la capacidad de armonizar la vida cotidiana y recuperar la capacidad creativa del adolescente.

 

Contacto: aphin.asociacion@gmail.com

 

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