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El self como pauta

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El self como pauta

26 Enero 2017
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La unión de las diferencias[1]

Sinesio Madrona Rodenas

“Quantum theory and quantum mechanics have been developed to understand a number of experiments that demonstrate the dual nature of reality.”

Brian O’Neill, B.A.[2]

Resumen

Se presenta una teoría de campo que intenta aclarar algunos de los interrogantes que sobre el tema se han suscitado en la teoría de la terapia gestalt. Se amplia y traslada el concepto de self organismo-entorno a toda suerte de relaciones polares en la realidad. Esto hace que podamos engarzar el concepto de campo de la gestalt con el de la física. El ‘método’ es sencillo: todo campo, como el magnético, nace de una polaridad, en este caso el polo positivo y negativo del imán o electroimán. El campo organismo-entorno describe, asimismo, una polaridad. Sólo tenemos que ampliar o igualar el concepto de la polaridad del self organismo-entorno a cualesquiera otros campos de la realidad (física, química, biológica, psicológica...) para darnos cuenta de que estamos hablando de lo mismo.

1.- Introducción

El concepto de campo trasciende el marco teórico de la psicología. En concreto lo hace el concepto de campo organismo-entorno de la terapia gestalt. Y es así en la medida en que entramos en un concepto, el de campo, que trasciende el pensamiento newtoniano, local y material. Trasciende, por lo tanto, la psicología del yo en favor de la que, podríamos llamar, psicología del yo-tú (Buber, 1937), o del self organismo-entorno. Nos provee, pues, de una visión de la realidad que hace que la gestalt esté en sintonía con el nuevo paradigma de las ciencias de la complejidad. A través de este concepto podemos hacerle la réplica a las psicologías que piensan que, por ejemplo, el yo es una entidad localizable y no una función (del self). Podemos hacerle la réplica incluso a la Física y a las personas que piensan que toda realidad tiene que proceder necesariamente de la materia o, lo que es lo mismo, del cerebro. En la actualidad hay pensadores que afirman que la realidad no es sólo materia, es también información (Paul Davies and Niels Henrik Gregersen, 2010; Vlatko Vedral, 2010). La información sería un componente básico de la realidad. La realidad estaría constituida por esta dialéctica de la unidad-dualidad: materia-energía/información-forma. Y el self no es otra cosa que información –recursiva– entre el organismo y el entorno en la frontera-contacto que los hace unidad, la unidad de campo.

Esta nueva forma de encarar la realidad nos provee a los humanistas de un apoyo extraordinario a la hora de interpretar la realidad desde nuestra perspectiva. Al fin y al cabo la psicología y la consciencia pertenecen al polo de la información frente al polo de la materia. Como realidad polar nos sitúa, pues, a la par que cualquier otra interpretación que provenga de la física, la neurología o ciencias afines. Y asimismo de cualquier interpretación que no considere al yo como una función (del self) y lo cosifique como un objeto. Es lo que muestro en un artículo sobre el concepto de self (Madrona 2014b):

[Este concepto:] “El electrón en su orbital (materia con propiedades cuánticas) está en estado de superposición porque está en todos los sitios y no está en ninguno, pudiendo colapsarse (colapso de su función de onda) cuando en un punto se “pliega” como partícula que detectamos”  (Tendencias21)[3], podría aplicarse al concepto de self. El self es una forma de manifestación, una malla de relaciones [...], que está, asimismo, ‘...en todos los sitios y no está en ninguno’.

En este caso también es el yo el que ‘colapsa’ la función (de ‘onda’) del self y la ‘pliega’ en una interpretación concreta y parcial de la realidad. En un ‘yo’. Así podríamos hacer una homología sistémica[4] entre el yo que define una realidad reductoramente (‘crea’ la realidad según el relativismo filosófico) y la reducción cuántico-clásica[5] que pretende explicar un fenómeno análogo en la materia-energía. 

Es decir, en el artículo hago una afirmación: la consciencia es un fenómeno de información; este hecho emparienta a la psicología con las ciencias que se dedican a la teoría de la información. Y realizo un paralelismo entre la realidad onda-partícula en el ámbito de la materia y la realidad self-yo en el de la información. Así pues, hay un fenómeno en la realidad materia-energía que produce la reducción cuántico-clásica de onda en partícula. Hay otro fenómeno en la realidad información-forma que produce la reducción de la función self a la partícula “yo”. Ambos fenómenos son paralelos, forman una polaridad, una unidad, un campo con el polo materia-energía y el polo información-forma.

Estas afirmaciones se suman, según creo, a la explicación que hace Brian O’Neill de la naturaleza de esta dificultad: “This resembles the struggle in Perls, Hefferline, and Goodman (1951/1984) in understanding the “system of contacts” and “agent of growth” duality in the nature of self, […]. Gestalt theory struggles with a similar du­ality of relativistic quantum theory. We are a particle (agent of growth) and a wave phenomenon (system of contacts in the organism/environment field[6] ). (Brian O’Neill, 2008, p. 15). No es el mismo discurso, pero sí son las mismas conclusiones.

Por último he de recalcar que lo que presento aquí es un modelo que se nutre de otras fuentes de conocimiento. Trasciende el propio marco de la psicología en la esperanza de que una mirada más allá de ese marco nos muestre tanto las limitaciones como la coherencia de nuestro propio marco. Así, vistos desde fuera, los enfrentamientos que suceden en el seno de la gestalt sólo son una dialéctica de la realidad unitaria en la que estamos inmersos (Madrona y Hearn, 2012; Hearn y Madrona, 2015).

2.- La pauta de Keeney

Keeney (1983) nos ofrece una respuesta epistemológica que nos ayuda a situar el concepto de campo organismo-entorno en un marco más amplio. Este posicionamiento facilita su equiparación al campo físico. De esta manera el concepto de pauta [“pattern” en el original inglés.] de Keeney nos permite ampliar el concepto de campo organismo-entorno y frontera-contacto a cualesquiera par de opuestos en una polaridad.

La línea de pensamiento a la que pertenece Keeney (Whitehead, 1927-28; Bertalanffy, 1979; Bateson 1972; Maturana y Varela 1987, así como  Spencer-Brown, von Forrester y otros) trata los mismos temas de fondo que la gestalt, pero desde una perspectiva diferente. Esta visión tiene lazos con lo cibernético y lo biológico y su pensamiento, tan diferente en la forma, es complementario con el gestáltico, añadiéndose mutuamente riqueza y dimensión. Su postura, que llama ‘epistemología cibernética’ (epistemología recursiva la llamaré aquí para mejor entendimiento), parte de la teoría sistémica, pero se sitúa más allá de ella. Se sitúa al menos más allá de algunos usos y comprensiones insuficientes que se dan a la teoría sistémica. Usos que la sitúan en el mismo lugar que la perspectiva dualista y aisladora cartesiano-newtoniana, cosa que en absoluto es correcta (lo que no implica que particularmente no haya usos inadecuados de tal teoría que sí sean cartesianos).

2.1.- El concepto de pauta

Algunos puntos fundamentales de la orientación keeneyana son los siguientes:

  • La necesidad de abordar la descripción de cualquier realidad (material, mental, social, animal...) mediante una doble descripción que abarque los puntos opuestos, contradictorios, contrarios, etc., a través de los cuales interactúa una realidad dada. Por ejemplo, en nuestro caso el organismo y el entorno, o el cuerpo y la mente. Ésta es una definición que bien podría suscribir el concepto de self organismo-entorno.
  • En esta interpretación lo que se destaca es la pauta que subyace a cualquier realidad, no la corporización (en un sistema físico, mental, social...) de una pauta dada. Es decir toma relevancia el hecho de la información que explica un sistema coordinado, no los objetos materiales entre los que discurre. Esto es, lo que en terapia gestalt llamamos self. Las corporizaciones en gestalt estarían representadas por el cuerpo, la mente, el organismo y el entorno.
  • En las realidades así observadas no se emplea una descripción lineal progresiva (una línea causal indefinida) sino una descripción recursiva. Es decir, la realidad se conforma según un proceso de retroalimentación semejante a una pauta circular, aunque no llega a ser exactamente circular (esta descripción recursiva incluye también la lineal progresiva). La interacción entre el organismo y el entorno es asimismo recursiva.
  • Toda descripción es autorreferencial, el observador está siempre en lo observado. De otra manera: el self es un reflejo simultáneo del organismo y del entorno.

En términos gestálticos: lo que se destaca es el self , la función relacional del campo, no los objetos en los que se corporiza (el organismo y el entorno). La función self es siempre la misma, las corporizaciones (el organismo y el entorno en nuestro caso) cambian constantemente. El self es una función (epistemología de campo) no un objeto (epistemología newtoniana) y como tal función es la misma para todos los objetos, sean cualesquiera. Las variaciones individuales (corporizaciones en diferentes organismos y entornos), a las que se aplica esa función son subjetivas (el campo es único, como dice Parlett, 1991, definiendo el principio de la singularidad). La función en sí misma es objetiva, es la misma función en diversos campos organismo-entorno (Madrona y Hearn, 2012).

2.2.- El concepto de campo en la perspectiva de Keeney

Keeney (1983) no habla específicamente del concepto de campo, pero en su tesis hace una descripción muy clara de lo que él llama una epistemología alternativa de naturaleza recursiva (que nosotros los gestaltistas llamaríamos de campo) y una epistemología lineal progresiva (newtoniana). Y una vez hecho esto no deja de hacer referencias tan explícitas como ésta: “Es simplemente imposible describir con clari­dad una epistemología alternativa en los términos convencionales...” (pág. 29). Por epistemología alternativa se está refiriendo a la percepción-teoría que entre nosotros llamamos de campo y por términos convencionales a una teoría vista desde la perspectiva dualista cartesiano-newtoniana. Y cuando habla del paso de una epistemología a otra nos dice que: “En la medida en que los terapeutas lineales progresivos y recursivos experimentan mundos diferentes, el “mundo de la transición” es confu­so. Hallarse en transición desde una epistemología hacia otra implica des­plazarse hacia la visión de un mundo que, por definición, es imposible captar dentro del mundo al que uno está habituado.” (pág. 30). Dificultad ésta de la que Latner (1983), con otras palabras, nos habla en su artículo.

2.3.- El self como pauta

Si entendemos que el concepto de pauta es más general que el concepto de self tendremos andada más de la mitad del camino:

“El concepto keeneyano de pauta, que es central en sus descripciones de los procesos recursivos, es exactamente lo que se describe como self interpersonal en teoría de terapia gestáltica (Perls, Hefferline y Goodman, 1951, PHG en adelante). La pauta  de Keeney es más amplia, es un concepto aplicable a cualquier interacción de un campo, ya sea cuántico, físico, químico, biológico, psicológico, social, un ecosistema u otros. Es, por lo tanto, más general que el concepto de self, pues describe situaciones homólogas a lo largo de toda la realidad, y con las que se pueden establecer paralelismos desde el terreno circunscrito a la psicología. El self interpersonal sería un caso particular de la pauta de Keeney (Madrona y Hearn, 2012).

Así pues existe una pauta entre cualquier dualidad. Existe por lo tanto una pauta entre ‘el cuerpo’ y ‘la mente’ en la dualidad cuerpo-mente. Y asimismo existe una pauta entre el organismo y el entorno, a la que Perls, Hefferline y Goodman (PHG, 1951), llaman self.

Nota: Hay que dejar claro esto, pues me parece que no lo está. El concepto de pauta-self implica el de una función, no el de un objeto. No se puede corporizar la función del self o la función de campo en un objeto, ya sea el organismo, en el entorno o en el yo. No se puede decir, por lo tanto, que el campo sea generado (Robine, 1997) u organizado (Sellés, 2006) por el organismo[7]. Si empezamos a responsabilizar a un polo de la generación u organización de todo el campo estamos en un pensamiento cartesiano-newtoniano lineal, no en un pensamiento de campo (lo que no lo concibo como peyorativo en ningún sentido, pues cada pensamiento tiene su función en la realidad, como lo tiene la física newtoniana en la cotidianidad). El punto de vista personal está tan enraizado en el ser humano que el principio de la singularidad del campo de Parlett (1991) se entiende mal, desde mi punto de vista, por el individualismo enquistado en nosotros desde hace milenios, Taylor (2005). Una cosa es que el campo sea visto por el individuo como parte del mismo, cosa lógica y natural, y otra que sea él el que lo genera u organiza, pues la ‘generación’ del campo está más allá del poder de la parte sobre el todo. El campo puede ser variado por el individuo como por cualquier otra parte del propio campo, pero no generado u organizado por él, pues la parte no tiene poder sobre el todo. Sutilidad ésta que no se comprende suficientemente. (Este tema se trata más extensamente en: Madrona y Hearn, 2012, 2013).

Sigamos. Podemos invertir el orden de los conceptos y hablar entonces del «self» que existe entre cualesquiera dos polaridades (físicas, químicas, biológicas, psicológicas, sociales, ecosistémicas...). Podemos hablar asimismo de la frontera-contacto entre cualesquiera de las polaridades mencionadas. Es cuestión de llevar la experiencia y la consciencia que el concepto de self conlleva en la práctica terapéutica a cualquier otro ámbito de la realidad. Esto es algo que se puede hacer desde la legitimidad que la Teoría General de Sistemas nos proporciona (Bertalanffy, 1979). No en vano en el PHG (1951) se dice que: “...el único método de argumentación útil es volver a encuadrar el contexto total del problema...” (pág 26). Es lo que hago, por ejemplo en artículo ya citado (Madrona, 2014b), en el que considero homólogos el colapso de la función onda y la construcción del yo. Voy, estimo, más allá de esta afirmación: “...our phenomenological field is a “special case” of the wider existing quantum field potential…[8]” (O'Neill, 2008, p. 17). Considero que el campo de la consciencia no es reductible al campo material, no es un “caso especial” del mismo. La consciencia, como información, es, junto con la materia, otro componente básico de la realidad. Así se pueden establecer paralelismos entre los fenómenos de la información (a los que la psicología y la consciencia pertenecen) y los fenómenos de la materia, pero no una subordinación de aquellos a estos o viceversa (Madrona, 2015a).

Así si afirmo que hay un “self intrapsíquico” lo que digo es que hay una pauta entre los polos de una dualidad interior (cuerpo-mente) y que esta pauta, este self, es una estructura homóloga a la de esa otra dualidad exterior organismo-entorno. El campo es una unidad y aunque aquí lo esté diferenciando en estructuras de niveles diferentes no niego que sea un continuo como dicen James (1981) y Latner (1983) entre otros. Puede ser un continuo y al mismo tiempo estar estructurado. Una visión desde dos niveles epistemológicos distintos al mismo tiempo, cosa que no veo razón por qué haya de ser imposible. Dos niveles que conforman una dualidad que también forma un campo, unidad, con su propia pauta o self. Así pues si pensamos en términos de campo, pensamos en términos de polaridades.

Por otra parte separar los dos ‘selfes’ (selves en inglés), mundo interior y mundo exterior, puede ser al principio difícil y complejo. Sobre todo si se está empeñado en ver la realidad desde uno sólo de los lados, pues ambos mundos están casi inextricablemente unidos, son dos caras de la misma moneda. Pero una vez hecha esta separación considero que muchos de los problemas que existen entre los que ven el self como algo intrapsíquico y los que lo ven como una función del campo organismo-entorno (extrapsíquico) dejan de ser tales, simplemente desaparecen. Podemos atender y experimentar esos dos selfes en dos campos diferentes que, no obstante, están integrados en uno solo que los abarca. Por otra parte, como sabemos y utilizamos en gestalt, por ejemplo en el trabajo con los sueños, el mundo exterior es un reflejo, una proyección, del mundo interior, el ‘self interior’ es, por lo tanto, un reflejo del ‘self exterior’ (y viceversa). Si no tenemos clara esa separación epistemológica estamos constantemente confundiendo al uno con el otro o bien haciendo como si sólo uno de ellos existiera. Cuando esa distinción epistemológica la tenemos clara no resulta tan difícil hacer esa diferenciación; pero como dice Kuhn (1962) para encontrarla debemos buscarla desde un paradigma que nos diga que existe, de lo contrario no la veremos nunca. La realidad la estructuramos en base a las experiencias tanto del cuerpo y como de la mente, pues ambas son, en definitiva, experiencias.

Por fin aclaro que en esta visión que yo propongo, el self interior sería aproximadamente lo que en palabras de Goodman se llama ‘yo’ en el PHG, 1951. Sigue siendo, por lo tanto, una función del self exterior o self del campo organismo-entorno (ambos selfes se reflejarían mutuamente). En eso mi postura no ha cambiado nada sobre la doctrina clásica del PHG (1951), sólo añade, así lo creo, una dimensión a ese yo goodmaniano que quizá no tenía en su mirada.

El self interior y el self exterior

Por último he de decir que la percepción del self, de la pauta (intrapsíquica o extrapsíquica, tanto da), supone un contacto o una vivencia ‘mágica’, pues así es como se percibe la experiencia de la unidad cuando uno/a ha estado ubicado/a con anterioridad en la conciencia dual. Todos hemos vivido, y lo hemos observado, cómo en la percepción de la unidad cuerpo-mente, organismo-entorno o cualquier otra dualidad que experimentemos, se produce un momento de fascinación, un ¡aja!, y nos quedamos arrobados por la experiencia que hemos tenido. Es el primer peldaño de un continuo que en sus niveles más altos nos lleva a la experiencia mística. La experiencia mística no es, podríamos decir, sino un awareness masivo (Madrona, 2015b). Esta vivencia mágica no se presentará si seguimos empeñados en percibir la realidad desde una perspectiva polar, individualista y pragmática, pues es del todo contraria a ella. También podemos rechazarla aún cuando la hayamos vivido, como denuncia Grof (1985). Si queremos experimentar la magia del self, de la unidad (de cualquier unidad), tenemos que estar abiertos a una experiencia que traspase las barreras de la percepción ordinaria y nos transporte a niveles de vivencia sutiles. Niveles que no podemos percibir ordinariamente por nuestro condicionamiento cultural polarizado (Hearn y Madrona, 2015). Este condicionamiento es parte del proceso de crecimiento personal (Madrona, 2014a). Nos hemos de separar de nuestra unidad simbiótica original para desarrollar nuestra conciencia personal, que es, por definición, una conciencia polar separada del resto de nuestro ser integral; pero una vez hecho este proceso, lo natural, como tanto enfatiza Wilber (1977, 1980) es volver a la unidad original; pero empeñados en una cultura que no propicia esta vuelta a la unidad seguimos atascados en una fase del proceso evolutivo que es el origen de toda nuestra desesperación y angustia.

3.- Conclusiones

Diré por último que a mí me parece que lo que plantean Wheeler (2012), Vega (2012) y Vázquez (2013) en Cuadernos Gestalt son formas diferentes a la que aquí se hace de describir y reflexionar sobre el conflicto que enfrenta a diversas maneras de concebir al ser humano y su situación en el entorno que crea, sufre y disfruta. Quizá una mirada desde otra perspectiva, como la que ofrezco aquí, nos ayude aunque sea sumariamente a resituar el conflicto en un campo más amplio que nos informe de las mismas situaciones en otros contextos y que pueda, por eso mismo, ampliar y arrojar luz a la cuestión.

Para mí la esencia de lo que plantea la teoría sistémica (Bertalanffy, 1979) es la existencia a lo largo de toda la realidad de mecanismos básicos homólogos que la informan y contemplan y no la discusión sobre el conflicto campo-estructura. Es decir, lo que describe, para mí mucho más importante, es que no hay diferencia entre el resto del universo y nosotros, somos la misma materia/información; y aunque la conciencia sea una cualidad emergente en la evolución no puede tener elementos básicos nuevos que no existan ya en el resto del universo. En este sentido me parece que la teoría sistémica es una apuesta innegable por ese campo universal del que hablan Latner (1983) y James (1981), aunque sea desde otra visión más descriptiva del mismo.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Vega, F. (2012). En torno a la fundamentación (teórica) de la terapia gestalt. Cuadernos Gestalt, nº 2. pp. 70-79.

Wheeler, G. (2012). Paul Goodman y los límites de un profetismo. Cuadernos Gestalt nº 1, págs. 28-41.

 

NOTAS

[1] Lema del XI Congreso Internacional de Terapia Gestalt que tuvo lugar en España (Madrid, mayo de 2009).

[2] Gestalt Review, 12(1)-.7-23, 2008.

[3] La cita proviene de este artículo: https://www.tendencias21.net/Nuestro-universo-es-solo-informacion-cuantica-segun-Vlatko-Vedral_a11593.html

[4] En el artículo he mencionado la homología sistémica de Bertalanffy (1979).

[5] https://www.tendencias21.net/Penrose-sienta-las-bases-de-una-biofisica-cuantica-de-la-mente_a1406.html. Según explica Manuel Bejar (2007) en este artículo: “No existe una teoría física canónica de la medida cuántica. Simplemente, se interpreta como una reducción cuasi-instantánea de la superposición de estados cuánticos de un sistema físico en un estado clásico concreto. Es el colapso de la función de onda en un estado clásico.”

[6] “Esto se asemeja a la lucha en Perls, Hefferline y Goodman (1951/1984) en la comprensión de la dualidad del “sistema de contactos” y del “agente del crecimiento” de la naturaleza del self, [...]. La teoría de la Gestalt se enfrenta con una dualidad similar de la teoría cuántica relativista. Somos una partícula (agente de crecimiento) y un fenómeno ondulatorio (sistema de contactos en el campo organismo/entorno). [traducción de Google revisada].

[7] “...las fuerzas entre los objetos pueden describirse por los efectos de los “campos” [...] los campos pueden describirse en términos de intercambio de partículas que transfieren el momento y la energía entre los objetos.” [el subrayado es mío]. Wikipedia: “Teoría del campo unificado”. Creo que la visión del campo generado por un organismo u organizado por un elemento, es una interpretación intrapsíquica (newtoniana) del principio de Parlett de la singularidad (que en sí mismo es correcto por completo). El campo no lo genera el imán, sino la interacción entre su polo positivo y negativo, una sutil diferencia, pues es esa interacción la que se aplicará luego a cualquier campo, a cualquier self o pauta.

[8]  “... nuestro campo fenomenológico es un “caso especial” del campo de potencial cuántico más amplio existente….” [traducción de Google revisada]

 

Imagen cedida por: Israel Guiot

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