Realidad social, salud mental y Gestalt
Un caso
En la década de los 50 se cometieron actos salvajes contra grupos sociales vulnerables en los Estados Unidos, ahora se quiere afrontar esta problemática que afectó profundamente a más de 60 mil personas mediante compensaciones económicas. Esta es una mirada desde nuestro enfoque para reforzar una posible solución comunitaria.
Realidad social, salud mental y Gestalt : Un caso
Referencia: http://ar.noticias.yahoo.com/blogs/blog-editorial/cuando-eeuu-intentó-eliminar-la-genética-los-pobres-202508637.html
Es importante leer este artículo para poder entender lo que escribo.
Aclaro que no hablo de un tema nuevo, pero si de la interpretación de un hecho social que recientemente aparece en la escena mundial y que los psicólogos deberíamos impulsar, me refiero a la “Justicia Restaurativa”
El artículo de la referencia, retrata una de las formas rituales, institucionalizadas de cerrar “asuntos inconclusos” con la finalidad de contribuir a la salud mental de la población, en este caso estamos hablando de un grupo social vulnerable como fueron los ciudadanos y ciudadanas negros en Estados Unidos en la década de los 50.
Por la terrible y sórdida afrenta que sufrieron algunas mujeres a quienes esterilizaron por considerarlos “inferiores” y de esa manera “purificar genéticamente” el país, estas personas quedaron marcadas por este procedimiento y sabemos que a toda acción del medio que impide o deteriora el funcionamiento sano del organismo de manera brutal (abierta o encubierta), produce un conflicto interno que permanece en el sujeto hasta que éste haga algo al respecto: una situación inconclusa.
Lo que quieren hacer las autoridades es “cerrar” el tema mediante una forma que, incluso a nivel de procesos judiciales, esta cobrando importancia: una simbólica actividad REPARATIVA, es decir, “yo como Estado te hice algo malo, lo reconozco y deseo reparar el daño ocasionado”
En el reportaje publicado, que está en el enlace de la referencia, se puede ver el rostro con las expresión de desolación, tristeza, alejamiento emocional, que expresan el conflicto, la pena y la postergación personal de quienes fueron víctimas de estas medidas que se parecen muchísmo a lo que planteaba Adolf Hitler, el nacionalsocialismo y su filosofía bárbara de “limpieza étnica”. Es un dolor inclasificable, como dijo el genial psicólogo colombiano Fernando Diaz Colorado en el último Congreso de Psicología Jurídica y Forense en Lima el 2010, cuando se refería a las víctimas de la violencia política en su pais, y que muy bien pueden aplicarse al caso que estamos abordando aquí, decía que es inclasificable por que no es un trastorno afectivo, no es depresión tal como se le conceptualiza en los clasificadores internacionales (DSM IV) , es un dolor que no cumple los requisitos para ser tal entidad ya que es una condición mental en la que los sueños, las expectativas de hacer una vida de determinada manera , esa alegría íntima que resulta de hacer las cosas como uno quiere, de pronto se quiebra (por favor vean el rostro de Elaine Riddick y sobre todo el de Delores Marks, deténgase en ellas y dense cuenta de lo que estoy hablando)
En este caso, el Estado americano, decidió por ellas y ellos, les negó la posibilidad de darle forma propia a sus vidas en cuanto a su descendencia, con toda la sensación de cosificación que se siente a nivel fenomenológico cuando alguien hace,piensa y decide por tí .
Frente a esta problemática, las autoridades, como mencionaba, quieren cerrar el tema “compensando a la víctima”.
Lo que debe estar claro es lo siguiente: frente a una herida de esta magnitud (y también a las “menores”) no se consigue gran cosa si las personas sólo se alejan del mismo, tomar distancia emocional (intelectualizar por ejemplo) es un mecanismo defensivo, muy comprensible, por cierto, pero no es la solución. De igual manera, cuando un delincuente ataca a una persona para robarle, no basta con que aprehendan al agresor y lo hagan ingresar a la cárcel, me refiero no basta en relación a la sanación de lo que significa la vejación de un asalto.
Lo que se requiere es que por un lado , la víctima pueda dejar soltar lo que quiere expresar por un lado respecto al agresor y, fieles a una verdadera Teoría de Campo, que el agresor haga algo para reparar lo que hizo, como estamos hablando de sentimientos, de dignidad humana, esta claro que esta reparación puede y tiene que ser simbólica ( lo que no excluye que también sea material, además recordemos que “lo simbólico” no tiene por qué dejar de ser congruente con lo “organismico”, ésta es base de aquella), justamente eso es lo que piden las víctimas en este caso, incluso una de ellas dice en el reportaje que el dinero es lo de menos, precisamente están en busca de REPARACIÓN ¿por qué razón? Por que la reparación devuelve la paz al individuo y por ende, al tejido social.
Reparar es ver que quien nos agredió HACE algo para subsanar lo que estropeó, es mucho más que una declaración de arrepentimiento.Al volver a estructurar la unidad sujeto/ambiente, se puede cerrar el asunto inconcluso por que quien agredió, a través de la reparación, se esta haciendo cargo de su ofensa y de tu herida, la reparación en este contexto es un “contacto sanador”, asi como una vez hubo un “contacto ofensor”.
Promover la “reparación” como actividad jurídico-social es una forma de “cerrar gestaltens” de manera institucionalizada y es un buen camino hacia mayor salud mental y paz social, recordemos que la primera reacción frente a un daño recibido es la venganza, pero ésta nunca ha ayudado a nadie para salir del entrampamiento del odio, después de consumado, la rabia sigue allí y le da fundamento a los allegados de la otra parte para su propia venganza y se genera un espiral de violencia que no conviene a nadie.
Como pertenecientes a este gremio de terapeutas, podemos y debemos salir del consultorio y decir a la comunidad que tenemos algo más que decir, podemos opinar frente a un conflicto social, tenemos recursos para ello ¿o no?