El proceso de contacto
Un concepto líquido
Caracterización de dos extremos posibles de como se vive proceso de contacto.
De acuerdo con Perls, Hefferline y Goodman, el contacto es “figura nítida y movimiento fluido”, entre muchas otras maneras que tienen de definirlo que, por una parte nos abre a las posibilidades y no nos constriñe a una definición estática, y por otra nos meten en confusiones que no necesariamente redundan en una “buena figura” y su consecuente “movimiento fluido.
A lo largo de diversos textos, la palabra “contacto” se utiliza de dos maneras básicas: como momento de la experiencia (equivale a la fase de contacto pleno) y como proceso experiencial, que va de la indiferenciación organismo/ambiente, mejor conocida como confluencia, hasta el momento de la asimilación y crecimiento, concluyendo en la retracción del Self que permite reflexionar sobre lo vivido (egotismo). Sin embargo, cualquier esquema es fijo y nos da la ilusión de que las cosas siempre ocurren así o, peor aún, “deberían” ocurrir así. Mi posición al respecto es que la experiencia se organiza de muchas maneras posibles, tantas como individuos hay y que, pensar al contacto como proceso, es una pequeña brújula para no naufragar en el mar de estas posibilidades.
En terapia Gestalt estamos en una paradoja: propiciamos que el contacto se dé…pero no nos empecinamos en lograrlo. Finalmente, la experiencia de los individuos emerge del campo y éste (otro concepto polimorfo) trasciende las capacidades perceptuales de cada uno. No manipulamos para lograr algo…aunque sí somos guiados por una intencionalidad. Estas aparentes contradicciones son las que nos plantean, por fortuna, un mundo muy complejo para ser contenido en su totalidad por una teoría. De ahí que, la teoría Gestalt, tenga tanto valor: es por necesidad “humilde” y se está reconfigurando a la luz de las situaciones que les toca vivir a las nuevas generaciones de terapeutas.
Con todo el riesgo que implica una caracterización como la que propongo para distinguir dos extremos de lo que puede ser el proceso de contacto, con sus múltiples variantes, aclaro que no tengo la intención de proponer lo que “debe o no debe ser” un buen proceso de contacto. Lo vivimos como podemos y así está bien. Es ante todo un ejercicio personal que me ha servido para orientarme en la comprensión de lo que yo llamo un concepto líquido…escurridizo y variable.
CARACTERIZACIÓN DEL CONTACTO
Contacto irregular
Contacto fluido
No dejar de pensar en el futuro o recordar el pasado, en detrimento de lo que ocurre aquí y ahora.
Quedarse en la situación actual. Saber cómo nos sentimos, que queremos hacer, que intuimos, qué nos agrada o desagrada.
Tener un ritmo acelerado cuando la situación no lo requiere.
Ajustar el ritmo a la situación. De preferencia alentarlo para compenetrarnos más del paisaje y ver qué nos produce.
Comunicarse sólo desde los lugares “comunes”: usos sociales y costumbres (lo que se debe hacer); respuestas deseables; creencias; definiciones, etc.
Crear la comunicación que emerja espontáneamente con el otro. Abordar temas que están en la situación, aunque no sean los usuales. Ser auténticos.
Ignorar al cuerpo en sus manifestaciones: sensaciones, sentimientos, necesidades, apetitos, movimientos.
Partir del cuerpo y todas las informaciones que provengan de él, ir a la situación y regresar al cuerpo.
Reaccionar automáticamente de la misma manera aunque la situación no sea la habitual.
Darnos tiempo para percatarnos de la novedad de la situación, vivir la incertidumbre y esperar a que emerja una respuesta.
Centrarse en resultados y descuidar el proceso para llegar a ellos.
Vivir el proceso, con sus avances y retrocesos; no casarse con resultados precisos. Dejarse sorprender por las consecuencias.
Dejar de implicarse en la situación (¿cómo colaboro para que ésta se dé como se da?) o sobreimplicarse (creer que soy el único responsable de lo que ocurre).
Reconocer nuestra inevitable y variable conexión con la situación que nos rodea, abriéndonos a la percepción también de otros factores además de nuestra presencia activa.
Intentar conciliar rápidamente los conflictos. Igualarnos con el otro a costa de nuestras evidentes diferencias. Negarlas en alguno de los dos lados o en los dos.
Permanecer en el conflicto abriéndonos a la información que va emergiendo desde cada una de las partes. Comprometerse con el proceso más que con la conciliación o la ruptura.
Eludir la incertidumbre. Buscar compulsivamente lo seguro (respuestas correctas, definiciones válidas, técnicas efectivas, soluciones eficaces).
Reconocer y vivir la incertidumbre. Abrirse tanto a respuestas o métodos ya conocidos como a la posibilidad de crear una solución novedosa ajustada a la situación del momento.
Querer decidir (o hacerlo) rápidamente.
Alentar el ritmo y obtener más información tanto de ti mismo como del entorno antes de tomar una decisión. Reconocer que “no decidir” es también una decisión y que puede ser la mejor opción de momento.
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