Las líneas del tiempo.
Algunas reflexiones sobre la utilización del concepto de regresión en Terapia Gestalt. Un artículo de Jean-Marie Robine.
En las obras de Ciencia Ficción no es raro que la problemática del tiempo se trate indirectamente, por lo menos cuando el autor, por las exigencias de su intriga, debe transportar a sus héroes algunos milenios hacia atrás o hacia delante. Además de las máquinas de viajar en el tiempo, que conocen regularmente muchos estropicios, una figura de estilo utilizada comúnmente por los novelistas consiste en postular la existencia superpuesta de diferentes líneas de tiempo, En un mismo lugar funcionarán de forma simultánea diferentes temporalidades que no tendrán ninguna interpenetración mutua, lo que permitirá al héroe pasar de una línea de tiempo a otra y así poder modificar el curso de la historia sirviéndose de una temporalidad dotada de conocimientos adquiridos en otra. El paso de una línea de tiempo a otra es un problema crucial: generalmente se opera por medio de las "puertas del tiempo", de las que algunas están diseminadas por la superficie del planeta y cuya búsqueda es el pretexto de muchas intrigas novelescas. Estas puertas permiten también a los invasores llegados de otras épocas introducirse en la del relato, lo mismo que permiten a nuestros héroes asumir todos los riesgos saltando a lo desconocido de esos tiempos que no son los suyos.
Así, al lado de una concepción lineal del tiempo que prevalece en nuestras maneras de pensar habituales, aparece otra concepción, aunque inventada por el imaginario de los hombres, que postula una sincronía de diferentes temporalidades en un mismo espacio. Estas temporalidades no se comunican entre ellas si no es en circunstancias excepcionales.
Cuando, hace quince años, yo deseaba dar a conocer mejor a los terapeutas gestálticos franceses la vida y la obra de Paul Goodman en relación con la Terapia Gestalt, estuve siguiendo sus pasos y me entrevisté con un cierto número de personas que le habían tratado, con el fin de recoger su testimonio (Robine, 1992). Entre ellos, Erving Polster atrajo mi atención sobre la concepción goodmaniana del tiempo y, por lo mismo, modificó profundamente mi forma de pensar, abriéndome a otras perspectivas diferentes de la que era implícitamente la mía y actuaba en mí en el nivel de la evidencia. Cito a Polster: "Hay varias cosas esenciales que me han quedado [de Paul Goodman], que él presentaba de una manera peculiar, y una de ellas tenía que ver con el lugar de la infancia en la vida de una persona. Como él tenía el hábito de decir, ser adulto no es reemplazar la infancia, es un plus añadido a la infancia".
Si se considera con atención Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana ( Perls & Goodman 1951), se descubrirá que esta lógica es la que está actuando a lo largo de sus páginas: una lógica de "al mismo tiempo que" y no una lógica de "en lugar de". Así, hablando esquemáticamente, tener cincuenta años no es no tener 40 años, ni 20, ni 3 años; sino que es tener al mismo tiempo 40, 30, 20, 10, 5 o 2 años. Con esta perspectiva, funcionar como un niño de dos años no es pensar en términos de regresión, puesto que tenemos dos años al mismo tiempo que nuestra edad actual. Como en las obras de ciencia ficción evocadas, las líneas del tiempo se superponen y funcionan simultáneamente.
Utilizar el término regresión está lejos de ser algo neutro en la organización del pensamiento del psicoterapeuta. ¿Qué pensar de esta proposición de Perls y Goodman? ¿Se la debe considerar una invitación a la regresión?: "Los sentimientos de la infancia son importantes no porque constituyen un pasado que sea necesario deshacer, sino porque constituyen algunos de los más maravillosos poderes de la vida adulta que deberíamos recuperar: la espontaneidad, la imaginación, el carácter directo de la consciencia y de la manipulación. Lo que es necesario, como ha dicho Schachtel, es recuperar la manera que tiene el niño de experimentar el mundo" (Capítulo 5, pp. 92-93; cursiva de los autores)
Una de las mayores dificultades que encuentra el terapeuta está ligada a su uso inconsiderado de conceptos provenientes de la clínica. ¿Paradoja? El dominio de la clínica se constituye a partir de la observación de pacientes. La descripción y el análisis de los datos recogidos se inscribe, en su mayor parte, en la psicología-de-una-persona, es decir, con una perspectiva individualista. Todo sucede como si los datos unidos de esta manera fueran objetivables, independientes del "clínico" que los recopila. Pero con una perspectiva de campo, es el encuentro terapéutico el instrumento de elaboración de una eventual patología de la experiencia y, por supuesto, el psicoterapeuta no podría negar el impacto de su presencia en la constitución de los datos. Y además la intencionalidad de cada uno de los protagonistas no es la misma en una situación terapéutica que, digamos, en un examen de tipo psiquiátrico.
Mi convicción es la siguiente: ciertos conceptos que han podido aparecer como pertinentes en enfoques clínicos o psicopatológicos, no son, ipso facto, operativos en el dominio psicoterapéutico. Pueden, en efecto, estructurar el pensamiento y el sentimiento del terapeuta según modalidades opuestas al plan terapéutico. Muchas experiencias han puesto muy en evidencia, por ejemplo en pedagogía, cómo la definición del nivel de los alumnos (el "diagnóstico") organizaba la postura del docente y, por eso mismo, también el porcentaje de éxitos o de fracasos de los alumnos, proporción que llegaba así a confirmar el diagnóstico inicial, aunque fuera falso. De manera que yo pienso que "diagnosticar" en términos de regresión (lo mismo que hablar de "polaridades", de "objetos internos", etc.) va en contra del principio mismo de la terapia (Robine, 2002 a, 2002 b).
La simple evocación del término regresión genera en nosotros representaciones de retorno a un estado anterior, sean cuales sean sus modalidades. Incluso si Freud, al hilo de sus escritos, no ha limitado su utilización del concepto a la descripción de la "regresión temporal", y ha añadido la "regresión tópica", la "regresión formal y, más tarde, la "regresión libidinal", la idea de recorrido, de desarrollo y, por lo tanto, de temporalidad, está inscrita en el corazón mismo de esta noción.
El concepto mismo de desarrollo es por sí mismo generador de representaciones, partes integrantes de nuestra antropología y, por ende, de nuestras elecciones teóricas y metodológicas. Implícita en la teoría primera de la Terapia Gestalt, como lo he recordado antes, está la idea de que el desarrollo no es solamente una sucesión, sino también una simultaneidad. Ser adulto no es una continuación de la infancia, sino un plus añadido a la infancia. Esto tiene por corolario el hecho de que, en este instante, pasado, presente y proyecto forman parte de la presencia y de la experiencia.
Durante el curso de las sesiones terapéuticas, ciertos episodios específicos evocan en el terapeuta, a pesar de todo, la idea de regresión. Lo que se presenta a sus ojos parece insistir de forma recurrente y evocar modalidades de funcionamiento propias de estados de desarrollo tempranos. El único "como" que yo puedo percibir fenomenológicamente es la insistencia. La "regresión" no es una experiencia observable fenomenológicamente, pues es interpretación, construcción unilateral de un sentido para la experiencia del otro. De manera que, con una lógica de campo, llego a plantearme este interrogante: " Si se da esta insistencia, ¿qué es lo que yo no quiero oír en este punto? ¿Cuál es el ello de la situación que no puede mostrarse?…o, incluso, que yo impido que se desarrolle?". Se encuentra así el sentido verdadero del concepto de "repetición", esto es, "re-petición, hacer una nueva petición". En tales momentos, el sujeto no parece capaz de hacer uso de ciertas modalidades de acción para desarrollar la construcción de la Gestalt (algunos dirían: modalidades maduras), y entonces utiliza las que en ese instante le parecen las más operativas.
En el Complemento metapsicológico a la teoría del sueño, como sugiere R.Roussillon (1922), Freud propuso un modelo que puede servir de alternativa al de la regresión. Como la persona que sueña, en el momento de acostarse, se despoja de las prótesis necesarias para su vida de vigilia, así la terapia ofrecería una posibilidad de "deconstrucción de las superestructuras protésicas protectoras que enmascaran la verdadera relación consigo mismo y con su historia". Y yo añadiría, como terapeuta gestáltico: "…y enmascaran las posibilidades de contacto con el mundo en general, y con el otro en particular".
Y esta idea de despojo me evoca directamente la de catarsis y, de hecho los episodios calificados como regresivos se encadenan con frecuencia en una abreacción catártica. En efecto, la abreacción crearía una especie de brecha que conduciría hacia experiencias fijadas, borraría las construcciones secundarias de apoyo, abriendo así el acceso a las situaciones inacabadas y gestalten fijas, permitiendo también la eventualidad de su movilización. La abreacción catártica podría entonces considerarse como una de las posibles "puertas del tiempo" que ofrecería el acceso a otras líneas del tiempo, prolongando así mi analogía con las obras de ciencia ficción.
Facilitar la abreacción es, por otra parte, uno de los componentes de la situación de grupo terapéutico (por su teatralización del afecto, por el apoyo mutuo que permite correr riesgos, por la deconstrucción -no siempre pertinente- de las prótesis, por la multiplicación de los juegos transferenciales…), componente que merecería una profundización particular en su incitación indirecta a la regresión.
Para concluir estas pequeñas variaciones sobre un tema, me resulta agradable ampararme en ciertas proposiciones hechas por Daniel Stern (1985) que plantean de nuevo la relación entre clínica y terapia: "Es importante recordar que una evaluación de las teorías de la clínica a partir de la observación directa del bebé no permite extraer la menor conclusión sobre su validez como construcciones terapéuticas" (p.292). Y también: "las problemáticas clásicas del desarrollo […] no se consideran como si tuvieran un origen en un punto particular o en una etapa particular en el curso del desarrollo. Estas problemáticas se ven aquí como líneas de desarrollo - es decir, etapas que conciernen a toda la vida, y no como fases de la vida" (p.323).
El interés de la reflexión sobre la utilización de conceptos como la regresión reside en la interpretación que suscitan sobre los fundamentos epistemológicos de la psicoterapia. Me parece que es hora de despegar esta última de la clínica y de la psicopatología, no para ignorarlas o criticarlas sino para diferenciarlas, desprenderla de su situación de "psicopatología aplicada" y enraizarla en su especificidad: la situación de encuentro como primer instrumento de desarrollo.
Jean-Marie Robine
BIBLIOGRAFÍA
- F.S.Perls, R.Hefferline, P.Goodman (1951), Gestalt-thérapie, trad.franç. L'exprimerie, Bordeaux, 2001 [traducción española: Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ferrol-Madrid, Los Libros del CTP, 2002]
- J.-M. Robine (1992), "Un album d´entretiens à propos de Paul Goodman", en Gestalt, nº 3, Automne 1992.
- J.-M. Robine (2002a), "Du champ à la situation", en Cahiers de Gestalt-thérapie, nº 11, Printemps 2002
- J.-M.- Robine (2002b), "L´intentionnalité, en chair et en os", en Cahiers de Gestalt-thérapie,nº 12, Automne 2002
- R.Roussillon (1992), "Voyager dans le temps", en Revue Française de Psychanalyse, LVI, oct.-Dec., 1992
- D.N.Stern (1985), Le monde interpersonnel du nourrisson, trad.franç. PUF-Le fil rouge, Paris, 1989 [traducción española: El mundo interpersonal del infante, Barcelona, Paidós, 1991]
[Este artículo apareció en la revista Gestalt, 23, dec. 2002, pp.13-20, y ha sido traducido del original francés por María Cruz García de Enterría en octubre 2003].
Imagen cedida por: David Gonzalvo