El egotismo
Función Yo, actitud deliberada, control, seguridad.
``Oh, muchacha, vuelve a lanzarte otra vez al agua, para que yo tenga una segunda oportunidad de salvarnos a los dos.''
Albert Camus (La caída)
La función Yo se encarga de tomar las decisiones en la toma de contacto y se caracteriza por ser deliberada (ver cap. La función Yo). Es la que nos proporciona la sensación de voluntad, de actuar deliberadamente. Por ello, es también la que nos proporciona lasensación de control. Mediante la función Yo decido si quiero seguir en el proceso de contacto o no, si lo interrumpo o lo dejo avanzar, si busco una solución u otra.
Sin embargo, cuando llegamos al contacto final la función Yo se tiene que suspender. La actitud deliberada cesa y tiene lugar un movimiento espontáneo que nos lleva. Se disuelven las fronteras y ya no controlamos qué pasa. Es un ``dejarse caer'' en el momento final para fundirse con el otro.
El egotismo es un fenómeno que tiene lugar en este punto. (Al menos, según Jean Marie Robine. Hay otros autores que ven el egotismo como una perturbación del postcontacto en la que falla la asimilación.) En su versión sana es una manera de segurizarnos, de comprobar que la situación es suficientemente segura antes de ceder el control en el contacto final.
En su versión patológica, el egotismo se convierte en una imposibilidad de ceder el control ante la experiencia de fusión del contacto final. En la interrupción egótica no se permite el paso a la incertidumbre, al no saber, a la caída al vacío que supone el contacto. Se evita todo riesgo de sorpresa. Las fronteras se mantienen de forma rígida y aunque parezca que el contacto tiene lugar, no hay un abandono. El amante que retrasa indefinidamente el orgasmo, el bailarín que controla cada movimiento y no se deja llevar realmente por la música, el escritor que racionaliza los sentimientos y, aunque lo ``sabe'' todo sobre ellos, no los llega a experimentar.
Estas personas posiblemente se enfrentan con la percepción de que sus vidas están llenas de eventos interesantes, pero que en realidad nada les ``cala''. Porque el egotismo impide la asimilación de la experiencia vivida. La vida no te nutre. No llega a haber un sentimiento profundo que transforme a la persona. El anhelo de ese sentimiento convierte la vida en una sucesión de experiencias aparentemente significativas pero en el fondo insatisfactorias. La persona se siente vacía, sin deseo ni interés.
En terapia
En la terapia las personas que interrumpen el contacto mediante el egotismo son personas que todo lo saben. No les puedes sorprender con nada. Puede haber experiencias de contacto aparentemente intensas que, tiempo después, no parecen haber hecho gran mella. Según Margherita Spagnuolo el apoyo específico para el egotismo está relacionado con los finales de los procesos: un momento de ansiedad particular puede ser el final de la sesión, la despedida. ``El terapeuta debe hacer tomar conciencia al paciente de la manera precoz en la que cierra el contacto.'' [Margherita Spagnuolo Lobb, Un apoyo específico para cada interrupción del contacto]
Por otro lado, el término egotismo designa también otra cosa: un efecto de la psicoterapia. En Psicoanálisis se utiliza la neurosis de transferencia. Algunos terapeutas Gestalt dicen que el método de la terapia Gestalt es crear una ``neurosis egótica''. Es decir, amplificar la atención sobre el yo: ¿Qué sientes? ¿Qué piensas? ¡Háblame de tu ombligo! Esto pasa bastante en todas las terapias. Hay que ir suficientemente lejos en la terapia para disolver ese egotismo que nos ha servido para estructurarnos y segurizarnos. Si lo mantienes en la vida cotidiana puedes convertirte en hipocondríaco, con una neurosis de awareness. La oración de Perls en gran medida es la oración del egotismo. El “yo no estoy aquí para cumplir tus expectativas” resta importancia a la dimensión interpersonal. Fomenta el que uno haga las cosas fijándose únicamente en si son buenas para sí mismo, sin considerar el entorno. Según Jean Marie Robine, trabajar desde la perspectiva de campo reduce el riesgo de esto. Por lo que yo entiendo, desde la perspectiva de campo el “yo soy yo, tú eres tú” de la oración de Perls no se puede formular así, ya que en el encuentro nos influímos el uno al otro. No se puede hablar de “tú” y “yo” como si fuéramos entidades aisladas que no tienen nada que ver. La dificultad de formular el ``nosotros'' es una interrupción egótica.
En mi experiencia
A menudo he dado la impresión de ser una persona bastante lanzada. Sin embargo, un pensamiento bastante recurrente en mí ha sido: ``Sí, lo he hecho. Pero ¿qué me ha quedado?'' Conozco bien la sensación de haber hecho algo llamativo, recibiendo incluso el reconocimiento de otras personas, y quedarme sin embargo una sensación de vacío, como si la experiencia en realidad me hubiera resbalado y no hubiese hecho mella en mí. Como si estuviese poniendo cruces en una lista de experiencias a vivir.
En mi terapia personal, sin ir más lejos, he sido a menudo un paciente que lo sabe todo, que tiene respuesta para todo, que todo lo ha pensado, y que, debido a eso, no deja que pase nada interesante. Mis relaciones con mis amigos y con mi familia han sido a veces difíciles para ellos por mi autosuficiencia, y difíciles para mí por mi aislamiento. Mi miedo a la intimidad era solo comparable a mi deseo de intimidad.
Poco a poco he podido aprender que sin la intimidad ¿qué me queda? Me quedo solo.
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imposibilidad de ceder el control