El ‘Yo cuántico’ y el yo humano
Información destacada
[1]
La realidad es única. Las estructuras de la consciencia y de la materia se pueden comparar y sacar de ello algunas lecciones interesantes.
Lo que trato en este artículo es que el postulado de la unidad mente-materia (Peat, 1987; Zohar, 1990; Bohm, 1975; Capra, 1987) no se quede en una mera idea, sino de llevarlo a sus últimas consecuencias lógicas y coherentes con el mismo.
La Teoría de sistemas (Bertalanffy, 1968) y la teoría cibernética (Keeney, 1983) nos permiten comparar las estructuras entre distintos niveles de la realidad (físicos, químicos, biológicos, psicológicos, sociales…) y encontrar las homologías existentes entre ellos.
Así aquí el concepto de “yo” se interpreta como una función reductora de la realidad, ya se trate de la realidad material (‘yo cuántico’) o de la realidad representada (‘yo psíquico’). La idea básica es que el yo (humano) ‘colapsa’ la realidad en una interpretación parcial de la misma, ‘escoge’ una ‘posición’ entre las múltiples o infinitas concepciones que son posibles acerca de la realidad.
De la misma manera el colapso de la función de onda produce una ‘interpretación’ de una realidad más amplia que abarca todas las posibles posiciones de la partícula. Es decir, el colapso de la función onda sería un fenómeno de estructuración de la realidad homólogo, en el terreno físico, (teoría de sistemas) al que hace el yo humano al interpretarla, en el terreno psíquico.
En eso el “yo cuántico” y el “yo psíquico” son homólogos, la función es la misma, el resultado es estructuralmente equivalente. Como dice David Bohm, según nos cuenta Manuel Béjar (2007): “Hablamos, pues, de una misma realidad ontológica de materia-energía y conciencia. Todo es el resultado de la acción dinámica de un solo todo de energía-mente.”.
Si podemos hablar del origen material del mundo representativo (ubicado en el cerebro) podemos, en coherencia con el postulado de la unidad mente-materia, hablar asimismo del origen y significado representativo del mundo material. En última instancia es una cuestión estética, la realidad está llena de simetría, proporción y ritmo, ya sea la materia, ya la consciencia, ya la relación o unidad entre ambas (Procesos de autoorganización en la conciencia).
Así pues concibo la realidad formada por la dualidad materia-energía/información-forma; un estado que contiene materia y consciencia. Actualmente se empieza a considerar la información como un componente básico de la materia. Vlatko Vedral (Javier Montserrat, 2012) llega aún más lejos, a afirmar que la información es la única realidad del Universo.[2]
Podemos afirmar, pues, que el ser humano estructura (interpreta) una determinada información sobre sí mismo y su entorno. Esta información la fija en una forma (ideología, carácter, actitud, propósitos, esperanzas...), en un yo. Es un fenómeno de información-forma. El yo humano, su naturaleza funcional y circunstancial en el proceso de crecimiento, define una realidad entre todas las posibles maneras de concebirla. Esta realidad única y personal es, entre otras cosas, operativa y necesaria para ‘estar en el mundo’.
Por otra parte la materia-energía del Universo estructura (‘interpreta’) asimismo la realidad infinita en determinadas configuraciones materiales concretas (partículas, átomos, moléculas..., estrellas, planetas, asteroides, galaxias...,). Es un fenómeno de la materia-energía. Lo que denomino aquí, pues, el ‘yo cuántico’ (función reductora de la realidad) define (crea, produce, manifiesta...) una realidad concreta entre todas las posibilidades que nos brinda la materia del universo.
La polaridad materia-mente del Universo
La configuración material del Universo (polaridad materia-energía) y la configuración conceptual de la realidad humana (polaridad información-forma) son, pues, homólogas. Son dos polos que forman un campo: la asimismo polar materia-energía/información-forma. Son homólogas en tanto consideremos que la realidad es única y que la unidad que conforma toda polaridad (un ejemplo claro: los polos eléctricos positivo y negativo) excluye por completo su separación. Su acción es conjunta y unitaria, no pueden actuar o manifestarse por separado, simplemente porque la realidad no es así. Lo que hemos hecho para concebirla de esa manera es una división epistemológica sobre una realidad unitaria. División de la cual nos hemos olvidado luego (Keeney, 1983).
Lo que propongo aquí no es, pues, una simple metáfora, cosa con la que, supongo, estarían de acuerdo la mayoría de los lectores. Voy más allá y afirmo que la misma acción estructural se encuentra en las configuraciones materiales del universo y en las configuraciones e interpretaciones que hace el ser humano de la realidad.
La primera pertenece a la polaridad materia-energía, la segunda a la asimismo polar información-forma. Ambos polos no se pueden separar. Por lo tanto el mismo fenómeno reductor a un aspecto parcial de la totalidad tiene lugar en la materia y en la psique (información). Y ambas configuraciones parciales son pasajeras por muchos miles de millones de años que las materiales persistan. Es decir el ‘yo’, tanto cuántico como humano, es pasajero, pues no es toda la realidad.
Una explicación acorde con el paradigma de campo, podría ser, quizá, que ambos campos, el humano y el cuántico, convergen en el fenómeno por paralelismo estructural. Es decir, sería la respuesta o la manifestación de un campo mente-materia (Peat, 1987; Zohar, 1990). Una propiedad del mismo, propiedad de la unidad mente-materia. Aunque esto sea sólo una hipótesis.
El ‘colapso del yo’
Nuestro yo newtoniano (información-forma) que ‘colapsa’ la realidad en una interpretación personal (individual y parcial) tendría así un paralelo en un papel análogo (‘yoico’ por extensión) de la materia-energía. El colapso de la función onda en una partícula nos muestra así un aspecto (individual y parcial) de la realidad.
La realidad física se puede comparar así con la realidad del yo: ambas son parciales y ‘subjetivas’, si por ‘subjetivo’ entendemos entonces, en mecánica cuántica, la realidad parcial de una partícula manifestada, no la totalidad que porta la onda o la totalidad de manifestaciones posibles diferenciadas del universo. Ésa es precisamente la característica de lo subjetivo: ser particular. Como particular es la posición de la partícula respecto a toda la función de onda cuántica y como particular es el yo (psíquico) respecto a la ‘onda psíquica’ (self organismo-entorno).
Es decir, para nuestro self organismo-entorno[3] (función de ‘onda psíquica’) ese ‘colapso yoico’ no implica sino una forma ‘subjetiva’ de ver la realidad, o lo que es lo mismo, una forma parcial de concretarla. Así el colapso de la función de onda no sería, por homología sistémica, sino una forma ‘subjetiva’ de ‘interpretar’ una realidad que contiene todas las formas posibles (todas las partículas, manifestaciones y posiciones) antes de expresarse en ese colapso. Así lo subjetivo queda aquí definido como cualquier posición parcial respecto a la totalidad, sea esta totalidad material (energía-materia) o psíquica (información-forma).
Lenguajes y ‘mundos’ paralelos
Igual que hablamos de decoherencia cuántica[4] en la física atómica, podríamos hablar de decoherencia psíquica en la psique yoica. El fenómeno es el mismo en la materia y en la psique (información). En ambos casos podemos decir que el entrelazamiento es un fenómeno tanto cuántico como psíquico. Es decir, en ambos casos “Un conjunto de partículas entrelazadas [...] no pueden definirse como partículas individuales con estados definidos, sino sólo como un sistema con una función de onda única para todo el sistema (Wikipedia).
En el mundo psíquico podemos decir que la consciencia transpersonal es una ‘consciencia entrelazada’. Mientras que la consciencia yoica es una partícula del conjunto de ‘partículas entrelazadas’ (diferentes yoes). Es decir, parafraseando la cita de Wikipedia: Un conjunto de yoes entrelazados no pueden definirse como yoes individuales con estados definidos, sino sólo como un sistema con una función de onda psíquica única para todo el sistema (de yoes individuales de los que habla la psicología clásica).
De esta manera, por ejemplo, los universos paralelos que describe Hugt Everett no serían sino alternativas del construcción (interpretación) de realidad del ‘yo cuántico’. Esa supuesta existencia paralela no sería físicamente real. Es decir, todos esos supuestos mundos alternativos o paralelos pertenecerían al ‘mismo mundo’. Serían visiones alternativas (relativas, interpretativas) del ‘yo cuántico’ como podemos considerar las visiones alternativas (relativas) de los diferentes yoes humanos en la concepción conceptual de la realidad.
Al igual que el yo humano consiste en la interpretación de un aspecto parcial de la realidad conceptual única (información), el ‘yo cuántico’ es una ‘interpretación’ parcial de la realidad material única, ya sea como colapso de la función de onda o como materialización en diferentes objetos físicos en el Universo. Esta conclusión es la que permite, repito, el concepto de campo mente-materia, pues hablamos de una realidad única. Así la realidad sería una superposición de todas esas visiones relativas o ‘paralelas’, ya sea en el mundo cuántico o en el psíquico.
Para la función de onda cuántica esa superposición de la realidad materia-energía sería tan natural como la existencia superpuesta de los diferentes yos en la realidad psicológica de la consciencia trans-local (transpersonal). De esta manera comprender-sentir-pensar-experimentar esa malla de relaciones[5] que es el self organismo-entorno (la función de onda psíquica) en la realidad macroscópica de la conciencia, quizá nos ayudase a entender mejor esos fenómenos cuánticos hasta ahora incomprensibles.
Se necesita el estado de consciencia que denomino lógica paradójica (Fase transracional de Dokushô Villalba, lógica imaginativa de Ken Wilber, 1983), para acceder a esa complejidad. La fase racional-polar en la evolución humana es incapaz de observar, entender y describir la realidad total.
Como dice David Bohm (1987), sólo hay una única realidad implicado-explicada. El orden explicado es una manifestación del orden implicado; es el mismo orden. Esta unidad incluye una dimensión psíquica de la materia y revela el orden físico y psíquico.
El paralelismo y juego en una polaridad, mente-materia en este caso, es el comportamiento natural de los opuestos. No hay jerarquía lineal entre ellos (qué va antes y qué después) sino simetría. Diferentes miradas sobre un mismo proceso. Es decir, explicar el funcionamiento físico de la conciencia tendría que ir en paralelo al explicar el ‘funcionamiento psíquico’ (mente-espíritu-información) de la materia. Así una teoría de la materia y de la consciencia, tanto por separado como conjuntamente, no competería sólo a cosmólogos, físicos y neurocientíficos, sino también a psicólogos, teólogos, religiosos y profesiones afines. Como cité arriba: “Hablamos, pues, de una misma realidad ontológica de materia-energía y conciencia.”
Es aquí donde lo ‘subjetivo’ (particular) y lo objetivo (general) se tienen que ‘sumar’ paradójicamente para dar una percepción más exacta de la realidad; es decir, más ‘objetiva’ (o más bien transobjetiva; es decir más allá de lo objetivo y lo subjetivo, pues integra ambas categorizaciones).
Conclusiones
La realidad se nos muestra paradójica en todos sus niveles. Comprender la cualidad informativa de la paradoja es un paso necesario para comprender la paradoja cuántica. Si no comprendemos la función de la paradoja en un nivel de la realidad (consciencia) difícilmente podremos comprenderlo en otro (materia-energía). Por otra parte si la realidad es un todo unificado, como postulan muchas voces, lo que podamos avanzar en un camino podremos avanzarlo, al mismo tiempo y sin tener una relación aparentemente directa, en el otro.
El caso es que el camino es comprender la función parcial del ‘yo’ (cuántico y/o psíquico), que ‘colapsa’ la realidad total en una interpretación parcial, nos lleva asimismo a concebir la función más abarcadora del self organismo-entorno y de la función de onda cuántica. Ambas funciones son capaces de ver una realidad más amplia que incluye la visión que el ‘yo’ (función reductora cuántica y psíquica) tiene de esa realidad como una parte de la totalidad.
Según mi criterio el mundo de experiencia es sólo nuestro mundo humano, es el mundo del yo; pero la realidad misma (los estados superpuestos de los diferentes yoes) la podemos conocer, en el nivel psíquico, si trascendemos el ego y experimentamos entonces en la conciencia esos ‘estados superpuestos’ que, en el otro polo, nos muestra la materia.
Sólo así podremos ‘entender’ lo que significan y son esos estados, si en la consciencia también los registramos, pues no podremos entenderlos si no los entendemos también en la consciencia. Hemos llegado a un nivel en el que la realidad es una, y para entenderla tenemos que experimentarla integrada. Es algo que nos permite hacer la teoría sistémica (Bertalanffy, 1968) y la identidad mente-materia (Peat, 1987).
Como dice el Prof. P. Krishna:
"La búsqueda científica es para descubrir el orden en el mundo externo del tiempo, espacio, energía y materia. La búsqueda espiritual es para descubrir el orden en nuestra conciencia. En tanto que la totalidad de la realidad se construye por ambas materia y conciencia, ¿por qué la búsqueda de la comprensión del orden en el mundo externo es antagónico a la búsqueda del entendimiento del orden en el mundo interior de nuestra conciencia?"(http://www.pkrishna.org/spanish/science_spirituality_spanish.html)
Bibliografía
Béjar, Manuel. (2007). https://www.tendencias21.net/La-biofisica-de-la-conciencia-explicada-desde-la-teoria-cuantica-de-David-Bohm_a1456.html
Bertalanffy, Ludwig von. (1968, ec. 1979): Perspectivas en la teoría general de sistemas. Madrid. Ed. Alianza
Bohm, David. (1987, ec. 1998). La totalidad y el orden implicado. Ed. Kairós. Barcelona.
Capra, Fritjof. (1975, tr. 1996). El tao de la Física. Ed. Sirio. Barcelona.
Keeney, B. P. (1983, ec. 1994). Estética del cambio. Ed. Paidós. Barcelona.
Montserrat, Javier. (2012). https://www.tendencias21.net/Nuestro-universo-es-solo-informacion-cuantica-segun-Vlatko-Vedral_a11593.html
Peat, David. (1987, ec. 1988). Sincronicidad: puente entre mente y materia. Ed. Kairós. Barcelona.
Wilber, Ken. (1983-1990, ec. 1991). Los tres ojos del conocimiento. Ed. Kairós. Barcelona.
Zohar, Danah. (1990, ec. 1990). La conciencia cuántica. Ed. Plaza y Janés & Muy Interesante. Barcelona.
NOTAS
[1] Artículo recortado y corregido de la segunda parte de este otro: https://www.tendencias21.net/El-Yo-es-un-concepto-con-fecha-de-caducidad_a32818.html
[2] Ambas posturas son reductoras. La primera reduce todo el universo a la materia, la información (y con ella Dios, la consciencia, el pensamiento...) sería pues también ‘materia’ o producto de la materia. La segunda se alinea, aunque no sé si su autor se da cuenta de ello, con los que afirman que la consciencia (o Dios, o el espíritu...) es la única realidad que existe. O lo que es lo mismo, la materia sería, según afirman, una ‘creación’ de la no-materia (Dios, la consciencia, la información...).
[3] Función de ‘onda psíquica’, homologa a la función de onda cuántica, en tanto en cuanto el self es indeterminado pues contiene todas las posibles manifestaciones o concreciones del yo:
[4] “La decoherencia cuántica es el término aceptado y utilizado en mecánica cuántica para explicar cómo un estado cuántico entrelazado puede dar lugar a un estado físico clásico (no entrelazado). En otras palabras cómo un sistema físico, bajo ciertas condiciones específicas, deja de exhibir efectos cuánticos y pasa a exhibir un comportamiento típicamente clásico...” (Wikipedia).
[5] “...las nuevas teorías de la información [...], desde la filosofía (Whitehead), la psicología (Keeney) o la ciencia (Laszlo), basan la descripción de la realidad no en el ‘punto newtoniano’, sino en la malla de interrelaciones que existe entre todos los ‘puntos’ del universo. Es decir, en estas concepciones no existen puntos aislados sometidos a una fuerza y velocidad vectoriales, sino un complejo campo de interrelaciones en las que cada ‘punto’ está conectado por una información que comparte con todos los otros “puntos”, siendo, al mismo tiempo, cada uno de esos otros ‘puntos’. En realidad, hablar de ‘punto’ en estas concepciones carece de sentido, pues en ellas no existe lo que en términos newtonianos entendemos por ‘punto’.”: http://www.redcientifica.org/procesos-de-autoorganizacion-en-la-conciencia.php