Autocuidado emocional
Herramientas para no olvidarte de ti mismo mientras acompañas a otro
El presente escrito tiene como finalidad reflexionar sobre algunas claves importantes sobre el fenómeno denominado “Síndrome de Burnout” o “quemarse en el trabajo” que se ha vuelto una problemática que tanto investigadores sociales, clínicos y administradores empresariales están estudiando ya que más personas de distintos rubros profesionales y empresariales están padeciendo; desde policías, docentes, personal médico y de enfermería hasta profesionales de la salud mental y, por ende toda aquella persona que su quehacer profesional y/o laboral tiene que interactuar con otras personas.
El Síndrome de Burnout descrito por la psicología social de mano de las investigadoras Maslach y Jackson, las cuales han popularizado el concepto y su estudio a raíz de la escala que lleva su nombre y que ha permitido medir el nivel de agotamiento emocional y despersonalización por el que atraviesan las personas que sufren de este padecimiento.
Si bien, no es considerado un “trastorno o enfermedad” por los sistemas de clasificación diagnósticos más importantes como son el DSM V y el CIE 10 debido a la difusa definición terminológica y a la existencia de otros constructos terminológicos más asentados que explican mejor la sintomatología (como el Trastorno Adaptativo y los Trastornos depresivos) “ sí genera insatisfacción profesional y por ende, limita la capacidad de disfrute de lo que se hace ocasionando múltiples daños físicos y emocionales sin exceptuar la esfera existencial de la persona menoscabando la misión de vida que cada ser humano posee para hacer de este mundo un lugar mejor.
Ahora bien, el Burnout es producto de “distrés interpersonal crónico” lo que ocasiona en la persona que lo padece síntomas de agotamiento y/o cansancio emocional, una actitud desinteresada o de poca capacidad empática hacia lo que le sucede al otro (despersonalización) y, por ende, un desempeño deficiente en su quehacer profesional.
Es un fenómeno multicausal como todo aquello que le acontece al ser humano y tiene que ver desde luego, con esta sociedad globalizada y liquida -en términos de Sigmund Bauman- que hemos creado. Sin embargo, no es intension del presente artículo realizar una critica social al fenómeno en cuestión sino, desde una perspectiva Psicoterapéutica Gestaltica brindar algunos elementos que pudiesen cobrar especial relevancia al momento de acompañar a otro sin olvidarse del auto cuidado necesario para no enfermarse ni enfermar a otros. Por tanto, estos aspectos o ideas a revisar pueden ser útiles para toda persona de cualquier oficio pero especialmente escribo para aquellos que tienen especial responsabilidad en el acompañamiento médico y/o psicológico puesto que estos profesionales buscan -la mayoría de las veces- favorecer y potencializar los elementos salugenicos en todas aquellas personas que los consultan y que, no siempre cuentan con los elementos materiales, humanos o institucionales para ser los mejores -ayudadores- que pudieran ser.
Además, sobre estos profesionales se pueden observar dos fenómenos relacionales (médico-paciente) que limitan su crecimiento humano y a su vez, los vuelve vulnerables a padecer distrés interpersonal crónico.
Uno de ellos es la percepción que los -pacientes y/o consultantes- tienen de estos profesionales al mirarlos como seres con habilidades excepcionales (casi mágicas) con el deber y la responsabilidad-exigencia de “curarlos” de todo padecimiento que estén perturbado su salud y; el segundo elemento (complemento del primero) es el egotismo que padecen muchos profesionales de la salud que puede ser entendido como la excesiva importancia concedida a sí mismo y a la función que se desarrolla, limitando así la expansión y expresión del Ser, por tanto no permitirse el mostrarse como persona (que se cansa, se aburre, tiene problemas personales, familiares , económicos y de otra índole) sino únicamente desde la postura del “Doctor” actuando -como si- no le perturbase nada y “todo lo tiene resuelto”; reforzando así la creencia de su paciente-consultante de que es “fuerte” y “todo poderoso”. Tal vez por esto último, los síntomas del Burnout lo padecen con mayor incidencia las personalidades que juegan el “papel de fuerte” dentro de un sistema social determinado (llámese hospital, consultorio psicológico, etcétera).
Ahora bien, el egotismo en la “Función Personalidad del Self” puede tener funciones salugenicos como fortalecer la propia seguridad del profesional ante discernir un diagnóstico y/o tratamiento adecuado, el transmitir al consultante una actitud de escucha profunda y serena que permita una intervención psicológica certera, etcétera. Sin embargo, cuando el Self endurece sus estructuras en sí mismo como un factor protector frente a las amenazas del exterior (como el mostrarse vulnerable, experimentar vergüenza) introyectando los estereotipos sociales, no permite el intercambio fluido entre organismo-entorno, limitando su crecimiento y por ende, afectando la calidad de contacto persona-persona.
Como se mencionó anteriormente, el síndrome de Burnout es producto de distrés (estrés malo) que se origina en el intercambio intersubjetivo con otras consciencias y que por su frecuencia e intensidad confluye en un estado emocionalmente perturbado, disminuyendo la capacidad de respuesta del yo, haciendo propias las exigencias externas al no poner límites adecuados y no diferenciar el yo del no-yo; por tanto, lastimando al Sí Mismo y por ende, limitando el crecimiento del Self dentro del campo organismo-entorno.
Ahora bien, cabe plantearse qué herramientas psicológicas pueden favorecer el intercambio intersubjetivo sano entre “profesional-consultante” o “médico -paciente” que promuevan el crecimiento de ambos sin confluir en una demanda neurótica y rígida.
Al respecto la Psicoterapia Gestalt propone una relación basada en tres grandes principios sustentados en la filosofía humanista-existencialista: Actualidad, conciencia y responsabilidad (Naranjo, 1989).
La Actualidad hace alusión a vivir en el Aquí y en el Ahora; lo cual favorece un contacto relacional organismo-entorno de mayor presencia y no desde una postura basada en el -allá y en el entonces- no aceptando la realidad que en muchas ocasiones puede desencadenarse en frustración, frenando así la creatividad y espontaneidad ante la adversidad.
La Conciencia en sus distintos niveles de desarrollo como lo es la conciencia de unidad entre el ser físico y la naturaleza espiritual de la cual procedemos, la conciencia de trascendencia para llevar a cabo la misión de vida a la cual estamos invitados a realizar y, por último, la conciencia de contacto que permite darse cuenta de las relaciones establecidas con el otro (Ocampo,2017).
La Responsabilidad entendida esta como el -hacerse cargo de sí mismo- y que dependiendo del grado o nivel de conciencia que se posea será el nivel de responsabilidad de relación y acción que se asuma. Es decir, para asumir estos distintos niveles de responsabilidad se debe observar lo que se hace para relacionarse sanamente con el otro y cómo las acciones tomadas impactan en la sociedad en la que se está inmerso.
Lo anterior, sustentado en una actitud básica que promueva el contacto organismo-entorno lo más real y auténtico posible y que permita tanto a médico-paciente (profesional-consultante) ser “uno a uno” en relación, sin crearse expectativas más que únicamente las necesarias para establecer un contacto humano. Claudio Naranjo (1989) describe magistralmente esta actitud en nueve mandatos morales para la Terapia Gestalt pero que bien, se pueden asumir como un estilo de vida que promueve la salud psicológica relacional y que a continuación transcribo:
- Vive ahora –es decir, preocúpate del presente más que del pasado o el futuro.
- Vive aquí –es decir, relaciónate más con lo presente que con lo ausente.
- Deja de imaginar: experimenta lo real.
- Abandona los pensamientos innecesarios; más bien, siente y observa.
- Prefiere expresar antes que manipular, explicar, justificar o juzgar.
- Entrégate al desagrado y al dolor tal como al placer; no restrinjas tu percatarte.
- No aceptes ningún otro debería o tendría más que el tuyo propio: no adores ninguna imagen tallada.
- Responsabilízate plenamente de tus acciones, sentimientos y pensamientos.
- Acepta ser como eres.
En resumen, el profesional de la salud debería de preguntarse ¿cómo se está viviendo en su trabajo? ¿qué aspectos de la relación médico-paciente necesita trabajar para promover no sólo la salud del otro sino de sí mismo?, ¿cuál es la misión personal a la cual está llamado a asumir?, ¿qué aspectos de su Ser necesita vigilar para no enfermarse o enfermar a otros?
Para terminar, la propuesta de autocuidado emocional en la relación médico-paciente necesita de elementos y/o actividades que le permitan al profesional manejar el estrés experimentado en el trabajo y que promueva su salud física-relacional-espiritual entre las que se pueden encontrar: Realizar ejercicio físico constante, meditar frecuentemente, llevar un acompañamiento terapéutico y/o supervisión, actualizarse profesionalmente, compartir tiempo con sus seres queridos, cuidar las relaciones tóxicas y promover las nutricias; en términos gestálticos “vigilar la conciencia y potencializar el Ser”.