El acompañamiento Gestalt con adolescentes en la experiencia ansiosa
"La ansiedad es la interrupción de la excitación creativa" PHG
La experiencia de ansiedad se está convirtiendo en una de las principales experiencia disfuncionales en adolescentes. La vivencia de ansiedad produce inquietud e incomodidad, es una experiencia que se extiende a nivel mundial. Los problemas de ansiedad mantienen una alta incidencia dentro de la población adolescente. Los síntomas tienden a ser crónicos, pero pueden tener un desarrollo favorable si el adolescente recibe el apoyo adecuado por parte del entorno.
Los cambios hormonales propios del proceso de crecimiento, provocan que los adolescentes sean más vulnerables al desarrollo de trastornos de ansiedad. El adolescente inicia un proceso de desarraigo de su entorno familiar. Además, le son impuestas responsabilidades propias de la vida adulta. No obstante, en otros aspectos los adolescentes reciben un trato infantil, esta ambivalencia produce un estado constante de incertidumbre y ansiedad.
Es importante diferenciar entre la excitación y la ansiedad, la primera es una respuesta fisiológica que moviliza al organismo ante un estímulo del entorno, tiene un carácter adaptativo; su función es la de preservar la vida de la persona. Por su parte, la ansiedad se desarrolla sin que aparentemente haya una circunstancia ambiental que valide la experiencia, la repuesta es desproporcionada con respecto a la situación.
Dentro de los síntomas más comunes de ansiedad en adolescentes están los siguientes:
Síntomas Fisiológicos y psicológicos.
- Sudoración, Palpitaciones y Taquicardias
- Tensión muscular, Temblores y Dolores de cabeza
- Náuseas y Molestias gástricas
- Temor a la pérdida de control
- Dificultades respiratorias
- Dificultades para pensar, estudiar o concentrarse
- Llorar desconsoladamente y con bastante frecuencia
- Quedarse paralizado
- Intranquilidad motora (movimientos repetitivos, rascarse, tocarse, etc.)
- Tartamudear
- Enuresis
- Preocupación excesiva e Inseguridad
- Dificultad para tomar decisiones
- Pensamientos negativos sobre uno mismo
- Evitación de situaciones temidas
- Comer, beber, fumar en exceso
- Alteraciones en el sueño y pesadillas.
En terapia Gestalt la ansiedad se encuentra relacionada con la formación de un campo donde el adolescente no encuentra el apoyo suficiente, y no es capaz de expresar sus emociones. La excitación contenida produce un desequilibrio a nivel fisiológico, esta oscilación se produce por la incapacidad de manifestarse de manera genuina. El adolescente vive una constante tensión entre la excitación que se produce en la experiencia y el inhibición de su expresión.
Necesitamos explorar el proceso a través del cual se inhibe la excitación, para esto es necesario describir y comprender la sucesión de fenómenos que limitan el contacto con la novedad y el desarrollo de ajustes creativos. El adolescente al tener poco apoyo, genera una desconexión con respecto al entorno. Además las expectativas que los adolescentes han introyectado producen un estado de inquietud, debido a la ausencia en la frontera-contacto. El aislamiento produce un pensamiento rumiante e interpretaciones descontextualizadas que desencadenan experiencias de ansiedad.
En la adolescencia se busca explorar las novedades del entorno, no obstante, existen diversas condiciones que crean un campo hostil, provocando la inhibición de la excitación. Las experiencias ansiosas son alteraciones en la frontera- contacto, que se mantienen como una pauta descontextualizada del ambiente donde se generó la restricción. La ansiedad es una experiencia que emerge del campo, produciendo una ausencia en la frontera-contacto, inhibiendo el despliegue del self.
La ansiedad no es una experiencia puramente cognitiva, sino que es una co-creación de campo. En la experiencia ansiosa, el adolescente mantiene una proximidad disfuncional con sus figuras parentales, ya sea, porque tiene demasiada cercanía o distancia. Las flexiones más comunes en la experiencia ansiosa son la confluencia, introyección y retroflexión. La ansiedad no es un estado, sino un proceso que se construye por la ausencia en la frontera-contacto, que inhibe la expresión de la excitación.
La ansiedad produce una limitación del self, disminuyendo la calidad del contacto en las relaciones que tiene el adolescente con su entorno próximo. El proceso relacional se ve afectado, por una inestabilidad y desconfianza en el campo fenoménico. La incertidumbre que vive el adolescente se va convirtiendo en una pauta relacional que interrumpe el proceso de contacto con el entorno. La experiencia ansiosa tiene sus manifestaciones a nivel somático, cenestésico y relacional.
Las interrupciones del contacto se producen a un nivel integral, es decir, limitan la función ello del self, debido a las pautas introyectadas en la función personalidad. La falta de apoyo, por parte de las figuras parentales, provoca que se instauren patrones de movimiento estereotipados que bloquean la espontaneidad del adolescente. Las pautas inhibitorias son introyectadas de manera transgeneracional, afectando la regulación relacional en las experiencias que vive el adolescente en su entorno próximo.
La introyección se encuentra muy ligada a la flexión de de confluencia, la vivencia del adolescente se encuentra difusa, debido a la dificultad para diferenciarse del entorno. La incertidumbre que vive el adolescente, se instaura como una pauta relacional. La dificultad para superar el estado de confluencia, se origina en una experiencia somática ansiógena, que produce una figura difusa que no permite la excitación suficiente para movilizar al adolescente hacia la novedad.
Durante la adolescencia existe una constante tensión entre el proceso de desarraigo del entorno familiar y la necesidad de inclusión. Cuando el apoyo del entorno es adecuado, el proceso de transición de la inclusión al desarraigo es más fluida. Los adolescentes en la experiencia ansiosa interactúan en un entorno poco favorecedor, que produce una visión disminuida en la función personalidad. En este caso, la confluencia es una manera de no arriesgarse o contraponerse a las demandas del entorno familiar. La indiferenciación que vive el adolescente en la experiencia de ansiedad, ayuda a limitar el riesgo que implica movilizarse hacia la novedad. No obstante, mantiene la experiencia de ansiedad debido a la falta de atención a las necesidades emergentes.
En el proceso de crecimiento de un adolescente, se presenta una dualidad importante entre su vivencia infantil y su progreso hacia la adultez. En el caso de la experiencia ansiosa, la confluencia predomina ante las situaciones amenazantes que surgen en la interacción con el entorno. La excitación contenida e indiferenciada, provoca la creación de un campo que crece en excitación pero que no se puede movilizar hacia la novedad.
La falta de apoyo por parte de las figuras parentales va creando un espacio de incertidumbre y urgencia, que incita al adolescente a contener sus necesidades. En este entorno, el adolescente va desarrollando una experiencia constante de urgencia y un ritmo acelerado que le dificulta formar figuras claras (identificar sus necesidades). La premura con la que vive el adolescente en la experiencia ansiosa genera comportamientos impulsivos y estereotipados, restando espontaneidad a la experiencia presente.
La experiencia ansiosa se produce por la dificultad del campo para movilizarse hacia la experiencia novedosa. La excitación puede estar intensificada pero difusa, por la anexión que se tiene con respecto al entorno. El adolescente en la experiencia ansiosa vive en una constante confluencia con el entorno. Es decir, no puedo aterrizar a la experiencia presente en la frontera-contacto. Por ese motivo, aunque experimente excitación, se interrumpe, porque no se forma una figura clara. La interrupción no le permite establecer la toma de contacto, contrario a esto, se paraliza por la energía contenida en el campo.
La parálisis que vive el adolescente le impide establecer un contacto de calidad, que le permite sentirse satisfecho para retirarse de la experiencia. La experiencia de inmovilidad se produce a un nivel somático-cenestésico. El terapeuta acompaña al adolescente desde su experiencia estética, brindando el apoyo que se encontraba carente; a través de la resonancia, se busca atender a las necesidades emergentes para direccionar la excitación hacia una figura clara.
Trabajar en la frontera- contacto es fundamental para apoyar al adolescente a superar el estado de inmovilidad en el que se encuentra. La presencia del terapeuta aporta novedad al campo, permitiendo que el adolescente pueda responder a la vivencia, dejando de lado los introyectos que le dificultaban la toma de contacto. Las ideas que los adolescentes interiorizan de sus padres, les ayudan a establecer valores y criterios relacionales. Sin embargo, cuando no realizan un proceso de discernimiento, los introyectos se convierten en un obstáculo para la espontaneidad.
La ansiedad es una experiencia de vivir en medio, de permanecer entre la fuerza de excitación y la fuerza que inhibe, a través de los introyectos. La tensión que se vive en ese estado intermedio es muy intensa, por esta razón, los adolescentes desarrollan problemas de salud. Este malestar es un síntoma que muestra como la excitación inhibida busca una forma de manifestarse.
El adolescente experimenta mayor excitación que un adulto, por lo tanto, sus niveles de ansiedad también son más elevados. El sufrimiento que vive el adolescente, consiste en vivir una constante represión de la excitación presente. En el caso del trabajo con adolescentes, es necesario identificar el proceso de inhibición de la excitación, para evitar que esta pauta se quede fijada en la experiencia relacional del adolescente.
El terapeuta apoyará al adolescente en su proceso de darse cuenta, identificando cómo inicia el proceso de inhibición de la excitación, para que juntos puedan ir formando una figura clara. De tal manera, que el adolescente sea capaz de establecer una toma de contacto clara, que le ayude a liberar la tensión que provocaba la inhibición. El trabajo relacional está enfocado en el despliegue de la función Yo del Self, recuperar los procesos volitivos, es fundamental para superar el estado de confluencia e inhibición en el que se encontraba el adolescente.
Las situaciones se convierten en amenazantes, de acuerdo a las condiciones propias del campo. La propiedad de temporalidad y singularidad de la teoría de campo, permite al terapeuta aportar al campo la conciencia de novedad. En la medida, en que la relación terapeuta-adolescente encuentra nuevas formas de acercarse a la excitación presente, podrán ir co-creando un campo seguro. Las posibilidades relacionales se ampliarán, disminuyendo la percepción de riesgo y permitiendo la oportunidad arriesgarse.
En la actualidad, un problema importante es la ausencia de las figuras parentales en el proceso de crianza, afecta la capacidad de regulación de la excitación en los adolescentes. Los jóvenes tiene problemas para identificar sus necesidades genuinas, en contra parte, de los estereotipos promovidos a nivel social. Cuando hablamos de introyectos, no solo corresponden a ideas que los padres han inculcado en sus hijos, sino también a las creencias del entorno social que son asimiladas como un guion de vida para los jóvenes.
La ansiedad es una experiencia inherente al proceso de crecimiento, y al desarraigo que vive el adolescente con respecto a su entorno social. Esta es la base, para la construcción de nuevos significados, a partir de la integración de las vivencias relacionales que permitan el despliegue de la función Yo del Self, fortaleciendo la identificación y elección de figuras. Los adolescentes necesitan aprender a discernir como encauzar su energía hacia situaciones o experiencias que requieren trascender, para lograr la satisfacción y el crecimiento de su personalidad.
El acompañamiento Gestalt en la experiencia ansiosa con adolescentes.
Dentro del trabajo terapéutico con adolescentes en la experiencia ansiosa, es necesario que el terapeuta mantenga un continuum de conciencia para captar a nivel estético las inhibiciones que surgen en la relación terapéutica. A nivel sensorial, una característica del campo ansioso es la inquietud y la detención de la respiración. La experiencia somática-cenestésica en el campo ansioso es intensa, tiene múltiples manifestaciones que se pueden agrupar en una constante experiencia de inquietud e incomodidad difusa.
El trabajo en la experiencia ansiosa consiste en apoyar al campo para disminuir el patrón de inhibición que se comienza instaurarse de manera crónica. El adolescente comienza a realizar ajustes creativos para responder a las demandas del entorno. La tarea del terapeuta es establecer una relación que actualice las pautas inhibitorias de las excitación, para co-crear nuevas formas que ayuden al joven a satisfacer sus necesidades.
El terapeuta realizará un diagnostico procesal para identificar, en qué fase de la curva de contacto se inhibe la excitación. Con base, en la fase en la que se produce la inhibición de la excitación, el terapeuta desarrollará intervenciones que brinden el apoyo necesario para que el adolescente pueda movilizarse hacia experiencias novedosas y gratificantes.
El terapeuta necesita realizar un apoyo somático- cenestésico suficiente para ir co-creando un espacio de confianza, donde el adolescente sea capaz de expresar libremente su vivencia, sin el miedo de ser enjuiciado. Lo contrario a la parálisis es el movimiento, en este caso, procuraremos crear una ritmo que ayude al adolescente, a mantener la excitación suficiente para agredir al entorno y satisfacer sus necesidades.
La agitación es producto de la ansiedad crónica, por su parte, la excitación armónica es el propósito de la sesión terapéutica. La relación terapeuta-adolescente propone el establecimiento de una nueva dinámica relacional, que actualice la capacidad de moverse libremente. El trabajo terapéutico está enfocado en la actualización del self, para recuperar las funciones que se encontraban alienadas o inhibidas.
Podemos concluir que las tareas terapeutas en el trabajo con adolescentes en la experiencia ansiosa son las siguientes:
- Apoyar el proceso de excitación, para superar el estado de confluencia en el que llega el adolescente al proceso terapéutico.
- Co-crear un campo de confianza y seguridad que permita al adolescente asumir el riesgo de expresarse libremente.
- Ayudar al adolescente a identificar las excitaciones que se encuentran inhibidas en la relación presente.
- Clarificar y re significar los introyectos que inhiben la excitación del adolescente.
- Favorecer la expresión espontánea del adolescente para superar la flexión de retroflexión.
- Construir nuevos modos de relación que permitan al adolescente satisfacer sus necesidades, sin actuar de manera impulsiva o riesgosa.
- Establecer un ritmo regulado para realizar el movimiento motor hacia la toma de contacto pleno.
- Asimilar e integrar las experiencias novedosas en el proceso de post-contacto, favoreciendo el proceso de crecimiento y maduración.
La ansiedad es la experiencia base de muchas de las vivencias de sufrimiento que puede llegar a desarrollar un adolescente. La ansiedad tiene una función organísmica, no obstante, la cronicidad de la experiencia de inhibición, es lo que produce la condición sufrimiento. Desde esta mirada, podemos ubicar como la ansiedad es una manifestación de campo, y no una experiencia puramente cognitiva o somática.
La ansiedad es una experiencia relacional, su desarrollo se produce en un contexto específico. La ausencia en la frontera-contacto produce una confluencia con el entorno, que nos aísla de la relación actual. La experiencia de soledad nos provoca una tendencia a reflexionar excesivamente hasta el punto de desarrollar pensamientos que se encuentran muy alejados de la experiencia presente. El adolescente necesita sentir que tiene un espacio en el mundo, donde puede moverse, arriesgarse y regresar; por su parte, el terapeuta buscará ofrecer el apoyo indispensable para el crecimiento saludable del adolescente.